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La caída de la natalidad se nota en las maternidades: el 29% de los hospitales atiende ya menos de un parto al día

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Ana Requena Aguilar / Victòria Oliveres / Raúl Sánchez

4 de abril de 2023 22:47 h

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La natalidad en España está bajo mínimos. En 2021 nuestro país registró 336.811 nacimientos: es el número más bajo de la serie histórica, que comenzó en 1941, y un 34% menos que los partos que se registraron a comienzo de la década de los cuarenta. Cada vez que el Instituto Nacional de Estadística publica nuevos datos crece la alarma sobre las implicaciones sociales y económicas, y se encienden debates sobre la precariedad, la maternidad o el futuro de las pensiones. Hay, sin embargo, una variable que se pone sobre la mesa con menos frecuencia: la caída de la natalidad está impactando de lleno sobre las maternidades de los hospitales y eso, a su vez, puede comprometer la calidad del servicio.

Según los datos recopilados por elDiario.es, prácticamente el 30% de los hospitales, públicos y privados, de nuestro país atiende ya menos de un parto al día. En cambio, en solo en uno de cada siete hospitales se realizan más de cinco partos diarios. En los centros privados, la caída en la atención de nacimientos es aún mayor: casi la mitad, el 45%, atiende menos de un parto al día. En cambio, esta situación solo se da en uno de cada cinco hospitales públicos.


La caída de los partos en cada hospital de España

Cada cuadrado representa a un hospital y su color, la variación entre los partos realizados en 2010 y 2020. El tamaño del cuadrado está ajustado al número de partos atendidos en 2020

La caída de la natalidad se ha notado de forma progresiva en las maternidades. Mientras que en 2010 casi un centenar de hospitales atendían, de media, más de cinco partos al día, en 2020 no llegaron a 50 los centros que registraron esta actividad asistencial. En total, en 2020, el 94% de los centros realizó menos partos que los que había afrontado en 2010. De los 308 hospitales que tuvieron la maternidad abierta durante toda la década, solo 17 atendieron en 2020 a más mujeres de parto que en 2010.



Los datos parten de una base de datos del Ministerio de Sanidad obtenida en virtud de la Ley de Transparencia, que remitió las cifras de partos y cesáreas de cada hospital de España entre 2010 y 2020, y que elDiario.es publicó en exclusiva. En la información original se habían anonimizando los nombres de los centros, pero elDiario.es cruzó estas cifras con datos publicados en diferentes fuentes para identificar cada hospital hasta tener los datos de 360 centros que engloban el 99,9% de los 4,5 millones de partos realizados en la última década.



Las consecuencias

¿Qué consecuencias pueden tener estas cifras? “En el momento en que tienes pocos partos tu competencia técnica decae”, resume la ginecóloga y obstetra Charo Quintana, que participó en la elaboración de la Estrategia de Atención al Parto Normal, y que explica que, en general, los indicadores correlacionan negativamente el número de partos con las tasas de cesáreas. “En hospitales más pequeños es frecuente que un profesional se dedique a todo, no solo a partos, así que si hay 325 partos en un centro ese profesional ni siquiera estará en todos”, prosigue la profesional, que apunta a que la clave está en equilibrar la atención de calidad con la seguridad.

Esa pérdida de experiencia y práctica profesional puede compensarse hoy en día con la formación. “Existen muchísimos talleres con simulación. Pero habría que hacer un esfuerzo para actualizar la práctica y adiestramiento profesional, por ejemplo, permitiendo salidas a los profesionales dentro de los centros de su misma red de sanidad”, propone Quintana, que aunque ve imprescindibles los cursos y las simulaciones, cree que debe propiciarse que los profesionales atiendan casos auténticos.

La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) estima que la maternidad de un hospital es eficiente cuando atiende en torno a mil partos anuales. “Eso justificaría el gasto en ginecólogos, obstetras, matronas, la unidad neonatal... Nos parece que ese número es el adecuado para que una maternidad funcione, para que los recursos estén bien utilizados y se mantenga una formación adecuada del equipo”, asegura su presidente, Txanton Martínez-Astorquiza. El obstetra constata que la caída de la natalidad está afectando a la práctica profesional, que se intenta mantener mediante las formaciones. La propia SEGO ofrece talleres para reforzar las competencias de los y las profesionales.

En 2020 había 128 hospitales que superaban esta cifra de partos anuales, el 38% de las maternidades activas en España. Esta lista la encabezan el Hospital Clínico Universitario Virgen de La Arrixaca, en Murcia, y el Hospital Universitario La Paz, en Madrid, que atendieron más de 6.500 y 5.000 partos anuales, respectivamente. Aún así, también han visto reducir el número de partos aproximadamente en un 20% en la última década.



“Un residente ve menos partos de nalgas o no hace tantos fórceps o ventosas, o no sabe bien cómo se acompaña un parto normal, y eso puede hacer que cuando estén solos en un hospital atendiendo a una mujer, ante cualquier variable anómala, intervenga más o aplique una cesárea. Además, utilizar mal unos fórceps o ventosas puede tener efectos secundarios importantes sobre las mujeres”, cuenta Martínez-Astorquiza.

La obstetra Charo Quintana insiste en lo mismo: “Si la reparación de un desgarro grave no es perfecta puede tener consecuencias de por vida, hace falta experiencia para hacerlo bien. Hasta el punto de que ahora mismo la recomendación es que si el profesional no tiene experiencia pueda diferir esa intervención hasta 12 horas para esperar a un compañero que sepa hacerlo, fundamentalmente cirujanos”. Quintana participó en una publicación que recomendó no dotar de maternidad a hospitales que fueran a atender menos de 600 partos al año. Si por razones de distancia al siguiente centro es imperativo mantener esa maternidad, “entonces hay que vigilar muy de cerca los indicadores de calidad”.

Con los últimos datos disponibles, los de 2020, son 147 las maternidades que se encuentran por debajo de este umbral y representan el 44% del total. Son en su mayoría centros privados, cómo la Clínica Montpellier, en Zaragoza, donde atendieron 18 nacimientos en 2020, un 94% menos que una década antes; o el Vithas Hospital Perpetuo Internacional, en Alicante, con solo 27 partos en 2020 y que es el que registró un mayor descenso. Pero también hay algún centro público que registra pocos partos, como el Hospital Insular Nuestra Señora de Los Reyes, en El Hierro, con 35 partos, un 50% menos que en 2010.

Distancia y cierres

Precisamente, entre 2011 y 2020 han cerrado 27 maternidades, aunque se abrieron otras 21. En 20 de las 27 cerradas se atendía menos de un parto al día y estaban a menos de 15 kilómetros de otro hospital con maternidad. Actualmente hay unas 70 maternidades abiertas que en la última década han atendido, de media, menos de un parto al día.

El equilibrio entre atención de calidad, seguridad y eficiencia no siempre es tan fácil de calcular. El presidente de la SEGO admite que muchos hospitales pequeños que atienden pocos partos “se han hecho fuertes en la atención al parto normal, de bajo riesgo, y funcionan muy bien”. Txantón Martínez-Astorquiza no cree que la solución pase necesariamente por cerrar centros, pero sí, por ejemplo, por juntar la atención de ciertas patologías en algunos hospitales. Defiende también la necesidad de tener en cuenta las distancias para que las mujeres puedan ser atendidas en un radio próximo a su hogar o evitar grandes desplazamientos, por ejemplo, entre islas.

La secretaria de la Asociación Galega de Matronas, Isabel Abel, cree que la bajada de la ratio de mujeres por profesionales debe servir para mejorar la atención. “Lo que no se tiene en cuenta muchas veces es que cuando haces una atención individualizada, sin prisas, para no acelerar el parto, disminuyen las complicaciones. Cuanto más fisiológico es el parto menos riesgo hay de que haya complicación, y esa puede ser una ventaja de los hospitales comarcales”, apunta Abel, que asegura que los datos en Galicia muestran, en general, que estos centros comarcarles registraron buenos indicadores en cuanto a número de partos vaginales e incidencias.

En Galicia tuvo lugar precisamente uno de los casos más sonados: la Xunta de Galicia decidió cerrar el paritorio del hospital de Verín aludiendo a la bajada de nacimientos y la pérdida de práctica de los profesionales. Sin embargo, la presión popular –la decisión provocó protestas multitudinarias– hizo que la Xunta echara marcha atrás. El jefe de Ginecología del hospital de Verín, Javier Castrillo, decía entonces: “No era la aludida falta de pericia de los ginecólogos por asistir a pocos partos; ni siquiera se trataba solo de que los pediatras de Ourense no quisieran desplazarse a 75 kilómetros cada vez que alguna mujer daba a luz: ha sido una decisión política equivocada que optaba por acercar la ciudadanía al servicio en vez del servicio a la ciudadanía con el objetivo de abaratar costes y con graves riesgos para la vida de las personas”.

Isabel Abel reflexiona: “Depende de cómo nos planteemos la sanidad, si se tiene que valorar por la calidad asistencial o por ser algo rentable. Claro que hay hospitales comarcales que no son rentables, pero un criterio importante es la accesibilidad a un centro médico. Esta es una región con dispersión geográfica y la zona rural necesita atención cercana. Los paritorios se abrieron para responder a la demanda de la población, si les vas quitando recursos, ¿qué hacemos, vivimos todos en la costa?”. La matrona reclama que la administración garantice una formación continuada a todos los profesionales para garantizar la calidad asistencial.

La ginecóloga Charo Quintana explica que la distancia a una maternidad debe medirse en tiempo y no en kilómetros: “Un tiempo razonable es media hora o incluso una hora hasta llegar a un hospital, teniendo en cuenta el control que se está haciendo ahora mismo en los embarazos. Más de una hora es excesivo”. La experta añade que el tipo de carreteras, por ejemplo, es también un factor a tener en cuenta en las distancias, o si esa comunidad dispone de suficientes unidades de transporte medicalizadas para atender los casos que pudieran necesitarlas.

Atención invidualizada

Laura Ferret es vocal de la Associació Catalana de Llevadores en el hospital Joan XXIII de Tarragona. Allí, de 2.200 partos anuales hace 15 años han pasado a los 1.300 al año. “Seguimos siendo más o menos el mismo número de profesionales, pero la atención que ahora reclaman las mujeres es mucho más personalizada. De hecho, aún así no somos suficientes. Para atender a esa demanda actual deberíamos ser más. Nos encontramos también con que hay servicios o programas que no podemos desplegar de la manera que querríamos”, subraya. Ferret cuenta que la atención personalizada, one to one, requiere mucho tiempo y es imposible de abarcarla con un número de profesionales que ya era insuficiente.

También Isabel Abel, de Galicia, cree que los hospitales comarcales pueden servir para dar esa atención más personalizada a las mujeres con embarazos y partos de bajo riesgo, “buscando más la fisiología del parto”. Laura Ferret explica que en Catalunya todas las residentes salen con las competencias mínimas exigidas, pero admite que antes había más práctica y adquirir esas competencias era más fácil. “Hoy hay que hacer más simulación para compensar la práctica”, dice.

La obstetra Charo Quintana dice habría que aprovechar las circunstancias para fomentar la relación una a una entre las matronas y las mujeres: “Si interveníamos porque no teníamos suficientes salas de dilatación o paritorios y necesitábamos dejarlos libres, aprovechemos ahora la nueva situación como ventaja para que no se meta prisa, que no se utilice la oxitocina, que los expulsivos sean tan largos como necesiten ser...”.

La experta apuesta también por trabajar en la transformación de los paritorios, “montar una pequeña casa de partos dentro del hospital, por ejemplo, o crear una unidad de recuperación...”,  para lo que, señala, hace falta voluntad política. “Esto podría suceder siempre y cuando las administraciones no aprovechen la circunstancia para retirar recursos”.

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