El calor extremo golpea a una España cada vez más vulnerable al cambio climático y anticipa un verano de récord
España recibe el domingo y el lunes un golpe de calor extremo. Los avisos indican temperaturas entre 5 y 10 grados por encima de lo normal, hasta 44 ºC en el sur y sureste de la península. El calentamiento global de la Tierra causado por el tapón de gases emitidos a la atmósfera exacerba los picos térmicos como este, cada vez más frecuentes en España.
El episodio de temperaturas muy altas, “breve, pero intenso”, llega después de una ola de calor en América del Norte que ha dejado más de 500 muertos. Una de las principales consecuencias del recalentamiento del planeta es la multiplicación de estas olas y España es un ejemplo de este fenómeno.
Las jornadas extremadamente calurosas de las que ha alertado la AEMET apuntan a temperaturas de récord en varios puntos. Y ese efecto plusmarca del calentamiento planetario es una tendencia consolidada. “Durante los últimos 30 años, el número real de récords diarios de temperaturas altas es mucho mayor que el que cabría esperar en un clima que no se estuviese calentando”, describen en la propia Agencia. En la última década, los máximos históricos por calor en España han sido 11 veces superior a los de frío. Serían esperables unos 5 o 6 de estos picos por curso: el año pasado fueron 17. En 2017, superaron los 20.
El portavoz de la AEMET, Rubén del Campo, explica que lo que se prevé que ocurra este fin de semana es la confluencia de dos fenómenos. Por un lado, “altas presiones que provocan que el aire descienda a la superficie. Ahí se comprime y calienta. El sol fuerte calienta la superficie y ese calor se transmite rápidamente al aire. Hay poco movimiento atmosférico y el aire caliente se queda en la zona cerca de la superficie”. Por otro lado, el domingo, va a entrar “aire muy cálido africano desde el sur”. Y el lunes ese aire se desplaza al arco del levante.
Si el efecto invernadero de los gases emitidos por la humanidad recalienta el planeta, España, por su situación geográfica, es especialmente vulnerable a la subida de temperaturas. Este verano está previsto que toda la península ibérica y los archipiélagos soporten temperaturas superiores a la media histórica. Será un peldaño más en la escalada de hitos asociados científicamente a la crisis climática.
Debido al efecto del cambio climático, los veranos en España duran ahora cinco semanas más que en 1980 y en la última década se han casi duplicado las olas de calor: de 12 a 21
El verano de 2020 ya fue el de mayor estrés térmico registrado en España. El estrés térmico se mide mediante la temperatura, la humedad, el viento y la radiación solar. Se registraron temperaturas superiores a lo normal por sexto año consecutivo. Nueve de los diez veranos más cálidos desde 1965 se han marcado en el siglo XXI.
Las conclusiones son que, debido al efecto del cambio climático, los veranos en España duran ahora cinco semanas más que en 1980. Pero, además, en la última década se han casi duplicado las olas de calor al pasar de 12 a 21. Los días en los que se ha vivido en una ola de calor han pasado de 6 a 12. Las noches tropicales, aquellas en las que el termómetro no baja de 20 ºC, se han multiplicado. En la franja mediterránea se da un promedio de 60 al año. En Madrid, por ejemplo, han pasado de un promedio anual de 10 noches entre 1971 y 2000 a 20 noches cada año en lo que va de siglo XXI.
La acción humana está detrás
En esta coyuntura, las investigaciones de la proliferación del calor extremo indican que “cada ola que ocurre en Europa actualmente ha sido más probable y más intensa por el cambio climático de origen humano”, según concluyó en 2019 un grupo de científicos que agrupaba a los centros climáticos de Países Bajos, Francia, Reino Unido y las universidades de Oxford y Politécnica de Zúrich.
Con todo, para declararse una ola de calor deben confluir varias circunstancias: que durante al menos tres días consecutivos se supere la temperatura considerada umbral en, al menos, el 10% de las estaciones del ámbito geográfico analizado. No todo episodio de temperaturas altas es una ola de calor, ni todas las temperaturas son aplicables. En Sevilla, por ejemplo, es necesario rebasar los 40ºC mientras que en A Coruña el umbral está en 29ºC y en Gijón en 25,4ºC. Con ese criterio en la mano, el golpe de calor extremo de este inicio de julio no va a encuadrarse en el registro de olas.
O se mitiga fuertemente el cambio climático o aumentarán las muertes por calor en Europa, especialmente en los países de la cuenca del Mediterráneo
A pesar de esto, “el incremento de olas de calor en los últimos años es una de las consecuencias con mayor impacto del aumento de las temperaturas”, explican los investigadores de la Agencia. Impacto en la salud y la vida de las personas: se calcula que entre 2015 y 2020 fallecieron unas 1.800 personas al año debido al calor extremo, según el Instituto de Salud Carlos III.
Las temperaturas extremas, por arriba y por abajo, dañan severamente la salud. El Instituto de Salud Global de Barcelona acaba de publicar un trabajo en la revista The Lancet en el que, tras revisar los datos climatológicos y de mortalidad entre 1998 y 2012, concluye que o se “mitiga fuertemente el cambio climático o aumentarán las muertes por calor en Europa, especialmente en los países de la cuenca del Mediterráneo”.
Los científicos han observado cómo, a medida que suben las temperaturas medias, decae la mortalidad por frío y crecen las relacionadas con el calor. En España, la denominada cultura del calor desarrollada especialmente desde la mortífera ola de 2003, ha reducido las muertes por picos de temperatura, según han constatado Cristina Linares y Julio Díaz del departamento de Epidemiología y Bioestadística de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto Carlos III. Su investigación avala la multiplicación de olas de calor y la necesidad de prepararse para amortiguar su impacto en la salud.
El planeta recalentado se deja sentir en España. 2020 fue un año extremadamente cálido, el de mayor temperatura general medida desde 1961 junto a 2017: 14,8 ºC de media, un grado por encima del promedio histórico. Ocho de los diez años más cálidos en la serie histórica se acumulan a partir de 2000. Siete están en la década 2011-2020.
Con las tendencias climáticas actuales, un estudio de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich estimó en 2019 que, para el año 2050, el 77% de las ciudades tendrían un clima distinto al actual, con temperaturas más altas propias de otras urbes ubicadas unos 1.000 kilómetros más al sur, más cerca de los trópicos. Entonces llamaba la atención que Madrid salía equiparada con Marrakech (Marruecos).
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