El cambio climático avanza imparable: todos los indicadores han empeorado en el último año

Raúl Rejón

21 de abril de 2023 13:00 h

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La crisis climática avanza sin freno por todas las partes del planeta y 2022 ha supuesto un paso más. Una realidad alarmante que se ha comprobado “desde la cumbres de las montañas a las profundidades de los océanos”, según constata la Organización Meteorológica Mundial en su más reciente evaluación.

Todos los síntomas con los que la Tierra está avisando sobre la alteración del clima mostró datos negativos el año pasado. El calor excesivo, la subida del nivel del mar, la acidificación de los océanos, la temperatura marina, la agudización de las sequías o las tormentas muy violentas. Todos.

La sensación que han podido tener los ciudadanos de que 2022 fue tórrido ha sido corroborada por los termómetros a lo largo del planeta. La temperatura media global fue 1,15 ºC superior a la de la época preindustrial. Eso indica que el objetivo del Acuerdo de París contra el cambio climático de limitar el calentamiento extra a 1,5ºC en 2100 se aleja cada vez más.

Hace pocos días, los satélites de la Agencia Oceánica y Atmosférica estadounidense (NOAA) anunciaron que la temperatura en los océanos marcaba una plusmarca. Hay que tener en cuenta que el 90% del calor extra que queda atrapado en la Tierra por los gases invernadero es absorbido por el mar. Y en 2022 se ha medido la mayor cantidad retenida en las aguas.

De curso en curso, los océanos se tragan cada vez más calor. Por eso la temperatura del agua sube y sube. Y lo notan no solo los bañistas, sino todo el ecosistema marino, incluso a gran profundidad. Además del calor, los océanos se quedan también con muchísimo del CO2 que liberan las actividades humanas y eso los vuelve más ácidos. Está al mayor nivel desde hace 26.000 años.

“Las emisiones de gases de efecto invernadero no dejan de aumentar y el clima sigue cambiando, mientras que las poblaciones de todo el mundo continúan viéndose gravemente afectadas por fenómenos meteorológicos y climáticos extremos”, ha resumido el secretario general de la OMM, Petteri Taalas.

Esta evaluación llega solo un día después de que el Servicio climático de Copernicus explicara las “importantes alteraciones” que ya están instalándose en Europa, el continente que más rápido está calentándose.

Ahora, la OMM amplia el panorama y pone y de manifiesto los cambios a escala planetaria que la acumulación en la atmósfera de gases como el CO2, el metano o el óxido nitroso emanados, sobre todo, de actividades humanas, están provocando en las masas continentales, los océanos y el aire.

Un indicador que, en su momento, era el símbolo de la crisis climática es la subida del nivel medio del mar. Con el empeoramiento de las olas de calor, este chivato climático parece haber perdido protagonismo, pero la elevación no ha parado. “En 2022 alcanzó otro nuevo máximo desde que se disponen de registros por satélite”, refleja el informe.

Si el mar subía de nivel a un ritmo de algo más de dos milímetros al año entre 1993 y 2002, ahora ha duplicado esa tasa y se eleva más de 4,5 mm anuales entre 2013 y 2022. Unos 300 millones de personas viven especialmente vulnerables a esta subida.

En la vida cotidiana

Toda esta acumulación de datos, medidas y registros no quedan como material de estudio para científicos sino que afecta a la vida diaria de muchas personas.

Las lluvias torrenciales de julio y agosto en Pakistán provocaron unas inundaciones que obligaron a desplazarse a 33 millones de personas. “Se calculó que el valor total de los daños y las pérdidas económicas ascendió a 30.000 millones de dólares” –unos 27.000 millones de euros–.

A lo largo de 2022, más de un millón de personas tuvieron que desplazarse en Somalia por los efectos de la sequía y 60.000 se marcharon del país. En Etiopía los desplazados sumaron más de medio millón.

Nadie queda a salvo. Ni los países más ricos: a las olas de calor en Europa se les ha atribuido 15.000 fallecimientos solo en 2022. ¿Los más afectados? Alemania, Reino Unido, Francia, Portugal y.... España.