Es un avance lento, apenas perceptible. Pero hay indicios. Una sentencia suelta, una interminable comisión en un parlamento regional que aborda el tema, un país que lo legaliza. Milímetro a milímetro, la regulación del cannabis parece estar cada día más cerca. En España la presión aumenta sostenida por los aproximadamente cuatro millones de personas (un 10% de la población entre 15 y 64 años) que declaran año tras año que consumen cannabis (un 7,6% fuma cada mes, según datos del Ministerio de Sanidad).
El mapa del consumo muestra picos de fumadores en el arco mediterráneo: Baleares, la Comunidad Valenciana y Cataluña son, junto a Madrid y La Rioja, las Comunidades donde más se consume. La estadística también puede romper algunas ideas preconcebidas, como que la proximidad geográfica hace más cotidiano el uso y conlleva un alto índice de compradores de cannabis. Andalucía, Ceuta y Melilla, las más próximas a Marruecos, de donde proviene la mayoría del hachís que se consume en España, están por debajo de la media nacional. Sin embargo, entre los más jóvenes (de 14 a 18 años) es el País Vasco el que lidera el ránking (22,8%) junto a Aragón (21,7%).
La estadística señala que fumar cannabis es más cosa de hombres que de mujeres y de jóvenes que de mayores, diferencias todas ellas que se acentúan con la edad. Por cada joven mujer consumidora entre 15 y 24 años hay dos hombres, proporción que se va ampliando hasta el último tramo de edad, cuando los hombres que fuman multiplican por ocho a las mujeres.