Si se quiere se puede. La capa de ozono que rodea y protege la Tierra se recupera gracias a los acuerdos para reducir la emisión de aerosoles que habían causado el famoso agujero en la estratosfera, según la última revisión científica llevada a cabo por la ONU. Este boquete fue el primer aldabonazo a nivel planetario sobre los efectos nocivos de la actividad humana en la atmósfera.
La evidencia científica recogida para el informe del Protocolo de Montreal indica que en, algunas partes de la estratosfera, la capa ha engordado a un ritmo del 2-3% por década desde el año 2000. A este ritmo, continúa el estudio que se publica cada cuatro años, el agujero estará cerrado en el hemisferio norte en 2030. En el sur para 2050 y en las casquetes polares en 2060. El ozono estratosférico blinda al planeta de la acción lesiva de la radiación ultravioleta procedente del Sol. Es un escudo imprescindible para la vida.
Firmado en 1987 y en vigor desde 1989, el Protocolo de Montreal puso en marcha una batería de medidas para reducir la emisión de gases que eliminaban el ozono y conseguir así la recuperación de la capa de gas protector. Fue la respuesta ante la evidencia de que la acción humana había causado estragos en la atmósfera. “Es uno de los acuerdos multilaterales más exitosos de la historia”, lo ha calificado este lunes el director del programa medioambiental de la ONU Erik Solheim. Sondheim atribuye este éxito a la mezcla de “ciencia y acción colaborativa”.
Más acción climática
Estos resultados llegan cuando el Panel Internacional de Expertos sobre Cambio Climático ha avisado de que son necesarias medidas extraordinarias a nivel internacional (en un nivel “sin precedentes”, explicaban) para paliar los peores efectos del calentamiento global.
De hecho, una clausula añadida a este protocolo que parece estar salvando la capa de ozono está destinada a ayudar más en la lucha contra el cambio climático que los titubeantes pasos internacionales tras la firma del Acuerdo de París (específico para atajar el desastre climático). En enero próximo entra en vigor la enmienda de Kigali diseñada para recortar drásticamente el uso de de gases hidrofluorcarbonados, diseñados en muchas ocasiones para sustituir los productos que el Protocolo de Montreal acotaba.
Estos gases tienen un “gran poder de recalentamiento del clima”, explica la ONU. Y se utilizan en frigoríficos y aparatos de aire acondicionado. La enmienda ha sido firmada por 58 estados que deben recortar el uso de estos gases un 80%. “Las emsiones de CO2 son el principal foco de gases de efecto invernadero, pero podemos atajar el cambio climático, también, ampliando los recortes a otros gases. Cualquier pequeño calentamiento cuenta”, ha resumido el director de la Agencia Meteorológica Mundial Petteri Taalas.