ENTREVISTA Catedrático de Historia e Instituciones Económicas

Carlos Barciela: “El fraude fiscal en el franquismo era un problema enorme agravado por amnistías sistemáticas”

Marta Borraz

19 de noviembre de 2023 22:38 h

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En los años 40, en plena posguerra, el Servicio Nacional del Trigo (SNT), un organismo creado por los sublevados para organizar la producción triguera en España, inició una campaña para intentar convencer a los productores de que le vendieran las cosechas. Era su obligación por ley, sin embargo, la estrategia estaba siendo un fracaso y preferían vender de estraperlo en plena época de la hambruna y el mercado negro. Cuenta Aurelio García González, alto funcionario del servicio, que una de sus visitas fue a un alcalde y terrateniente de un pueblo andaluz al que le pidieron que regularizara las cantidades que tenía pendientes. No tuvieron éxito. Es más, la respuesta del latifundista la recordaría años después: “¿Para qué creen que hemos ganado la guerra?”, les dijo.

La anécdota la cuenta Carlos Barciela, catedrático de Historia e Instituciones Económicas y profesor emérito de la Universidad de Alicante, en el recién publicado Con Franco vivíamos mejor (Catarata), en el que desmonta los principales mitos económicos sobre el franquismo y retrata un sistema de miseria, retroceso, penurias y privilegios a los grandes propietarios, empresarios y la Iglesia frente al “milagro económico” que hay quienes hoy todavía atribuyen al dictador. Barciela es doctor en Ciencias Económicas y es autor de numerosas investigaciones sobre la economía española durante la dictadura.

De Franco se ha llegado a decir que fue un gran estadista, “el estadista español más importante desde los Reyes Católicos”, según la Fundación Francisco Franco. ¿Desde el punto de vista puramente económico fue la suya una gestión exitosa?

Fue un absoluto desastre. La posguerra española es uno de los periodos más duros y más negros de nuestra historia y se tardó mucho en salir de esa situación, a la que no nos llevó la guerra, sino la política de Franco, la política autárquica que impuso. La dictadura fue un fracaso económico. En los años 40 y 50 la autarquía franquista hundió la economía y a partir de 1959, con el Plan de Estabilización, que por cierto Franco aceptó a regañadientes, limitó el crecimiento. Hubiera sido mucho mayor sin una política intervencionista, con una mayor liberalización de la economía y más integración en Europa, pero para eso era necesario que Franco no existiera porque a la Comunidad Económica Europea no se podía entrar con el sistema dictatorial español.

Culpar a la República es propaganda franquista para tapar su propio fracaso económico

Centrándonos en la primera etapa, ¿cómo influyó la autarquía en la población?

La idea ya había sido planteada en algunas otras potencias fascistas y consistía en conseguir que el país se autoabasteciera para generar una economía nacional y después pasar a una expansión imperial. En realidad tenía un objetivo político. Pero es fácilmente comprensible que una economía como la española, atrasada tecnológica y científicamente, que salía de una guerra y no tenía recursos propios y carecía de materias primas tan importantes como el petróleo, era absurdo que pudiera desarrollarse cerrándose en sí misma. Esto causó heridas muy profundas.

Era un sistema injusto, que privilegiaba a las clases poderosas, atrasado, que daba muy pocos recursos al Estado y que privilegiaba a la Iglesia

Franco era profundamente antiliberal y aplicó lo que llamó “disciplinar los precios”, que es un concepto que puede servir en la Legión pero no en la economía. Quería volver al sistema de precios anterior a lo que llamaba el glorioso Alzamiento Nacional, cosa que era un absurdo. Lo hizo por ley bajando el precio que se pagaba a los agricultores por el trigo y ¿qué hicieron ellos? dejar de cultivarlo. A lo que condujeron la autarquía y este tipo de políticas fue a una reducción de la producción y la aparición del mercado negro, que fue muy duro para la población. La gente pagaba mucho más por productos de mala calidad. Fue un periodo de hambre y de enormes dificultades.

El libro aborda de forma profusa el fraude fiscal durante el franquismo. ¿Qué magnitud tenía?

Era un problema enorme. En primer lugar es que el sistema fiscal vigente en España procedía nada más y nada menos que de mediados del siglo XIX y no fue hasta después de morir Franco cuando se emprendió una verdadera reforma, a pesar de que hubo ministros franquistas que lo intentaron. Era un sistema injusto, que privilegiaba a las clases poderosas, atrasado, que daba muy pocos recursos al Estado y que privilegiaba a la Iglesia. Sobre él se erigía el problema del fraude fiscal, que era cuestión de los que tenían mucho, de los terratenientes e industriales y que se vio agravado, ahora que hablamos tanto de amnistías, por las amnistías fiscales sistemáticas que se aprobaban y que provocaron que quienes lo hacían siguieran defraudando porque sabían que en poco tiempo se podrían acoger a una.

¿Hubo corrupción durante la dictadura?

La corrupción fue un elemento esencial al franquismo, fue un sistema corrupto desde sus orígenes. El Estado decidía qué se podía importar y en qué cantidad y estableció un sistema de cupos y licencias para los empresarios, que recibían divisas para importar, que dio lugar a corrupción porque se repartían de manera arbitraria y caprichosa. Entre los empresarios se competía más en el mercado político, el de los contactos políticos, que en el mercado real.

Uno de los eslóganes acuñados por el dictador más utilizados fue “ni un hogar sin lumbre, ni un español sin pan”. ¿Esto se cumplió?

De ninguna manera. A pesar de que en la Segunda República hubo sobreproducción de trigo, se pasó durante los 40 a un grave déficit y hubo una hambruna importante, pero tampoco Franco cumplió lo de ni un hogar sin lumbre. La situación de la economía desde el punto de vista energético se hundió tras la guerra. No hubo inversiones, se aplicó una congelación de precios también a las tarifas eléctricas y hubo un problema gravísimo de suministro de productos petrolíferos en los años de la posguerra, que había sido perfectamente normal durante la República.

¿A qué se debió esta escasez?

No fue casual. Franco tuvo el descaro de reexportar a Alemania petróleo que recibía de EEUU y, sobre todo, wolframio, que solo podría obtenerse de una zona de Ourense y Zamora y de Trás-os-Montes, en Portugal. Hay que tener en cuenta que era un metal muy estratégico que Alemania no tenía y que se usaba para conseguir aceros muy duros para los tanques y para hacer los proyectiles más destructivos. Lo hizo casi hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué hacía EEUU? Pues obviamente cerrarle el grifo a Franco cuando comprobaba que hacía envíos. Franco abasteció a Alemania de materias primas por simpatía a Hitler y como medio de pago de las deudas contraídas durante la guerra por la ayuda italiana y alemana, sin embargo mintió a los españoles al afirmar que no había ninguna deuda.

Con el Plan de Estabilización de 1959 se inaugura una segunda etapa. ¿Esta sí es más positiva desde el punto de vista económico?

Es más positiva. Hay que darse cuenta de que el plan fue cosa de países y organismos internacionales como el FMI o la OCDE. Franco se opuso con uñas y dientes hasta que comprobó que si no había plan, la economía española entraba en quiebra. Entendió que era un riesgo muy alto para el régimen y, ante todo, Franco era franquista. Y lo que quería era permanecer en el poder. Sin plan, España entraba en crisis y su régimen también.

¿En qué consistió específicamente?

Lo que hizo fue suprimir muchos elementos intervencionistas que se habían creado durante la primera etapa del franquismo, lo que hizo fue volver a normalizar la economía y abrirse al mercado y al exterior. Pero, además del plan, influyeron otros elementos: en primer lugar las inversiones extranjeras, que habían estado prohibidas, también la emigración de españoles a Europa en busca de trabajo, el turismo y la entrada de tecnología extranjera. En ninguno de estos factores, que permitieron ir saliendo del marasmo de la autarquía, Franco fue relevante. Es más, su papel fue retardatario porque incluso en los 60 siguió imponiendo sistemas restrictivos. El crecimiento fue alto, pero podría haber sido mayor.

En el libro desmonta varios de los mitos económicos del franquismo que en parte permanecen aún hoy. ¿Franco creó la Seguridad Social?

Podemos decir, medio en broma, que Franco creó la Seguridad Social nada menos que cuatro veces y en todos estos intentos lo que había era propaganda. Uno de ellos, la Ley de Bases de la Seguridad Social de 1963, era una idea, pero no había detrás un estudio económico.

En el momento de la muerte de Franco, según el cronista oficial de Madrid, esta era la capital de Europa con más asentamientos chabolistas. Teníamos ese triste récord. Esto dice todo respecto a la pretendida política de vivienda barata

En el 67 se puso en marcha pero no era un verdadero sistema de Seguridad Social como lo conocemos, financiado por el Estado vía contribuciones e impuestos, gratuito y universal para los ciudadanos. Eso nunca sucedió. Lo que había durante el franquismo era una serie de seguros en paralelo con mutuas que prestaban los servicios y quienes pagaban eran los potenciales usuarios.

Usted apunta, además, a la propia existencia del franquismo como elemento esencialmente incompatible con ello.

La Seguridad Social se engloba en los derechos económicos, llamados de segunda generación. Y lo son porque los primeros son aquellos derechos políticos y civiles como la libertad de expresión o la libre organización que el franquismo siempre negó. Es decir, desde el punto de vista político, la dictadura fue siempre incompatible con un verdadero sistema de Seguridad Social. ¿Cómo podemos pensar que pudo haberlo si a un trabajador se le despedía por sus ideas políticas o encarcelar por hacer una reunión de trabajo?

¿Y las viviendas de protección oficial? ¿Fueron cosa de Franco?

En el momento de la muerte de Franco, según el cronista oficial de Madrid, esta era la capital de Europa con más asentamientos chabolistas. Teníamos ese triste récord. Esto dice todo respecto a la pretendida política de vivienda barata, que efectivamente sí se llevó a cabo en algunas ocasiones, pero de manera absolutamente insuficiente, como demuestran los datos, y con una calidad y condiciones ínfimas que aún estamos pagando. Ocurría en Madrid y en otras capitales españolas.

¿Por qué cree que ha habido tantos mitos respecto a la gestión económica de Franco y por qué permanecen todavía?

La propaganda es muy barata y muy eficaz y se aplicó durante 40 años sistemáticamente. Era mucho más barato gastarse un poco de dinero en propaganda que gastarlo de verdad en atención sanitaria, por ejemplo. Además hay mucho desconocimiento. Lo veo con los alumnos, que habían oído tal o cual sobre Franco, pero luego ellos mismos reconocen 'es verdad, pues mi abuelo tuvo que emigrar y lo pasó muy mal'. Esto sí que fue un milagro económico, el de millones de españoles trabajando en condiciones penosas, separados de las familias.

Cuenta en el libro que todavía en la década de los 60, el ministro de agricultura franquista, Cirilo Cánovas, culpaba a 'los rojos“ de los problemas agrarios del país. 25 años después de acabada la guerra.

Todo valía para atacar a la República y justificar y tapar sus propios errores y su propio fracaso. ¿Durante la Segunda República se plantearon problemas de la economía española? Sin duda. Hay que tener en cuenta que estos años coinciden con el crac del 29 y la gran depresión que siguió, pero a pesar de eso, son años que no se pueden considerar negativos desde el punto de vista económico. La producción energética y agraria fueron positivas.

Esto formaba parte de la propaganda franquista, con un ejemplo muy paradigmático, el del conocido “oro de Moscú”, que fue la idea falsa extendida por los franquistas de que la República había robado las reservas de oro del Banco de España y las había entregado a la URSS a cambio de nada. En realidad, la República trasladó el oro a URSS para intentar garantizar su seguridad y lo utilizó para comprar armas, alimentos y productos industriales durante la guerra. Pero a Franco le resultaba muy útil la mentira del 'robo de los rojos“ para culpar a los republicanos del sufrimiento de la población.

¿Qué hay del fracaso económico franquista hoy?

A la muerte del dictador las instituciones, también las económicas, necesitaban un profundo proceso de reformas para asimilarlas a las democráticas, un proceso plagado de dificultades y resistencias que obligó a gastar muchas energías. La apuesta del franquismo por sectores muy maduros y de mucho consumo energético, como la siderurgia o la construcción naval, obligaron a una profundísima reconversión industrial afrontada por los gobiernos socialistas que afectó gravemente al empleo y con elevadísimos costes presupuestarios. No se apostó por la innovación ni el impulso de nuevas industrias y tecnologías, sino por lo viejo. El INI (Instituto Nacional de Industria) se convirtió en un “hospital de empresas”, que estaban abocadas al cierre y que se sostuvieron gracias a las aportaciones del Estado.

Pero el peor lastre del franquismo fue quizá el retraso en incorporarnos a las comunidades europeas (Mercado Común, Comunidad Europea del Carbón y del Acero y Euratom), que tuvo un doble coste: los más de 30 años perdidos por culpa de Franco y que no es lo mismo formar parte de un organismo desde el nacimiento que incorporarte después, cuando ya tienes que aceptar, no plantear tus intereses ni cambiar las reglas.