La Casa Real veta al ultracatólico Martínez Camino como arzobispo de los militares

Fue, junto su jefe el cardenal Rouco Varela, el hombre más temido de la Iglesia española en la última década. Defensor de los sectores más ultracatólicos y martillo de herejes, de teólogos progresistas. El otrora portavoz de la Conferencia Episcopal y actual obispo auxiliar de Madrid, Juan Antonio Martínez Camino, fue durante diez años la imagen de una Iglesia cerrada, oscura y condenatoria. Ahora, según ha podido saber eldiario.es, la Casa Real ha vetado su candidatura al arzobispado castrense, es decir, el arzobispo del Ejército, que tiene rango de general de división. 

Martínez Camino, oficialmente jesuita, es uno de los obispos más reaccionarios de nuestro país. Muy cercano a los sectores eclesiásticos más a la derecha (Opus Dei, Legionarios de Cristo y, especialmente, Comunión y Liberación), el exportavoz es uno de los pocos prelados que aún hoy defiende las actividades de los grupos vinculados a la sociedad secreta El Yunque, siendo premiado en varias ocasiones por HazteOír y sus terminales mediáticas y asociativas.

Tras la marcha de Rouco Varela, el futuro de Martínez Camino en la diócesis de Madrid es incierto. Absolutamente enfrentado con el actual arzobispo, Carlos Osoro, desde la Nunciatura se lleva algo más de un año buscando un destino para el prelado. En la embajada vaticana, el máximo responsable, el nuncio italiano Renzo Fratini, siguió durante años a rajatabla los dictados del cardenal Rouco. Algunas opciones han sido Mondoñedo, Palencia, Jaén, Ciudad Real... Muchas diócesis han sonado como lugar de encaje para Camino, pero siempre se han topado bien con la oposición del clero, bien con la negativa del propio exportavoz, que asegura merecer un cargo de relevancia. 

Granada, piedra de toque

Así las cosas, y dentro de la renovación que Francisco planea para la Iglesia española, el actual arzobispo castrense, Juan del Río, es el hombre elegido por el Papa para llevar sus reformas a las diócesis andaluzas. Del Río era y es el candidato número uno para suceder al arzobispo de Granada, Javier Martínez, implicado por el mayor escándalo de pederastia clerical de la historia de nuestro país, el caso “Romanones”, con una actuación cuando menos evasiva respecto a las víctimas y condescendiente con los acusados.

Sin embargo, para el nombramiento de Granada era preciso dejar definida la sucesión en el arzobispado castrense, la única diócesis de España donde el rey -como jefe de los ejércitos- mantiene un derecho de opinión al respecto. Y, al menos en dos ocasiones, la Casa Real ha dicho “no” al candidato propuesto por el nuncio. Y es que, según ha podido confirmar este diario, desde Zarzuela “no se quiere ver ni en pintura” a Martínez Camino, a quien recuerdan sus actitudes “poco proclives” al entendimiento y el diálogo, y sus numerosos desplantes a la familia real en momentos difíciles.

En los mentideros de palacio se comenta la animadversión de la familia con el obispo auxiliar de Madrid Martínez Camino por sus palabras gruesas ante realidades como los matrimonios gay, el divorcio o el aborto, así como los tiras y aflojas que mantuvieron antes de la boda de Felipe VI, cuando Camino -hablando por boca de Rouco Varela- exigía una preparación especial para Letizia, entonces prometida de Felipe de Borbón, al haber estado casada anteriormente por lo civil. Incluso, se llegó a hablar de una petición al Vaticano para que aclarara los posibles impedimentos para el enlace. La intervención del hoy cardenal Estepa -durante casi tres décadas arzobispo castrense, y amigo íntimo de don Juan Carlos- sirvió para reconducir la situación.

Así las cosas, mientras no se solucione al sucesor de Juan del Río, el desgobierno en Granada continuará siendo el mismo. Otro candidato que se ha barajado en los últimos meses como arzobispo castrense es el del obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, también conocido por su ultraortodoxia y por su falta de sintonía con el clero más cercano a las tesis nacionalistas. Con motivo de sus seis años al frente de la diócesis, el grupo de cristianos Eutsi Berrituz ha emitido una nota en la que lamenta que la Iglesia de Gipúzcoa “no está mejor que antes, al contrario, ya que está como sin vida” y además, está “dividida y cada uno anda por su lado”.

En un comunicado, Eutsi Berrituz alerta de que la situación que se vive “es realmente de abandono y descuido” y manifestó que muchas personas laicas que están trabajando “con gran compromiso en la actividad pastoral” también viven “con preocupación y disgusto la situación”, así como “algunas personas que trabajan en las estructuras diocesanas”.

La opción Munilla, si bien no se ha vetado, tampoco es vista con buenos ojos desde la Casa Real, que busca un prelado “menos politizado” que Camino o que el actual titular de la diócesis donostiarra. Los otros dos nombres que se han barajado son los del obispo de Almería, Adolfo González Montes -hombre de la total confianza del arzobispo de Madrid-, y el actual director del servicio jurídico civil de la Conferencia Episcopal, Silverio Nieto, que mantiene una excelente relación tanto con el rey emérito como con Felipe VI.

La salida del nuncio Fratini

Detrás del retraso en estos nombramientos se esconde la falta de sintonía entre el actual nuncio y los “vientos” que vienen de Roma. De hecho, el Papa Francisco anuló a última hora un viaje prácticamente oficializado por la Conferencia Episcopal a España el pasado año, para conmemorar el V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús. Desde Roma se ha hecho saber a los obispos que la renovación en la Iglesia de nuestro país debe avanzar sin dilación. En este sentido, son claves los dos nombramientos relevantes que hizo Bergoglio: Carlos Osoro en Madrid y Juan José Omella en Barcelona. Osoro, además, fue nombrado por el Papa secretario general del Sínodo, y a Omella miembro de la Congregación de Obispos, el organismo encargado de nombrar a los futuros obispos en el mundo.

El papel del nuncio Fratini está siendo cuestionado por diversos sectores, hasta el punto de que varios obispos han preguntado en Roma por el futuro del actual embajador de la Santa Sede en España. Lo cierto es que, desde hace meses, la Iglesia española necesita un cambio de obispos en alrededor de una decena de sedes, que están paralizados. En algunos casos, con escándalos abiertos, como en el caso de Granada o, más recientemente, con el affaire del obispo de Mallorca, Javier Salinas. Algunas otras diócesis -a las que Martínez Camino despreció-, como Mondoñedo o Palencia, llevan muchos meses sin pastor.