Al comprar tu refresco, pagas 10 céntimos de más y, cuando retornas el envase, la tienda te devuelve el dinero. No has generado ningún residuo y el establecimiento podrá reutilizar tu recipiente. Este método de reciclaje, conocido como sistema de retorno, es una realidad en países como Alemania, Noruega, Finlandia, Países Bajos, Suecia o Israel. España, sin embargo, está a la cola: tan solo Baleares y Navarra tienen una normativa que estudia su implantación.
Rosa García, directora de la Fundación Catalana para la Prevención de Residuos y Consumo Responsable, Rezero, explica que cada comercio puede escoger entre dos sistemas: el manual, típico de tiendas pequeñas, o a través de una máquina, propio de grandes superficies. Defiende esta forma de reciclaje porque “permite recuperar los envases y lavarlos después”, evitando que “el consumidor los abandone en playas, montañas o entornos urbanos”. Además, recuerda que contribuye a la economía circular limpia y a la lucha contra el cambio climático.
“La mayoría de los envases de bebidas acaban en el mar”, comenta García. Con el sistema de retorno, es posible “llegar a niveles de recuperación de entre el 80 y 90%”. Rezero hizo una prueba piloto en Cadaqués y consiguió llegar a niveles del 90%. “Hace unos años nos decían que el método está pensado para los nórdicos, que en España no se podía instalar”, critica la bióloga.
“Es la única manera de cumplir con Europa”
García recuerda que España, por normativa europea, deberá recuperar el 90% de los envases de bebida. “Con el método actual no llegamos. El sistema de retorno es la única manera que tenemos de conseguir este objetivo”, alega. “Las asociaciones ecologistas llevamos 10 años pidiendo al Gobierno que lo implante, esperamos que con el cambio en el Ejecutivo sea posible”, añade.
A nivel mundial, cada minuto se compra un millón de botellas de plástico, y los expertos calculan que la cifra se disparará otro 20% para 2021. En España la situación no es mejor: Rezero calcula que el retorno de botellas y latas a las tiendas acabaría con el abandono diario de 30 millones de envases. El Mar Mediterráneo está infestado de plásticos minúsculos y ya forma parte de los grandes depósitos de plástico del mundo.
Esta problemática no solo afecta al medioambiente, también a nuestra alimentación: entre 5 y 13 millones de toneladas de plástico se filtran cada año en los océanos del mundo y son ingeridos por organismos como aves y peces. Investigadores de la Universidad de Ghent han calculado que las personas que comen marisco ingieren al menos 11.000 pequeñas piezas de plástico al año.
40 regiones del mundo
El sistema de retorno se realiza con éxito en 40 regiones del mundo, según Rezero. Sin embargo, en España, tan solo Navarra y Baleares cuentan con una normativa para su implementación. Catalunya debatirá en septiembre una ley que aborda esta problemática. La Generalitat valenciana apostaba por implantarlo en esta legislatura y avanzó en los trabajos, aunque ha aparacado el proyecto por falta de “consenso, recursos, y las garantías para que funcione”, según explicó la consejera de Medio Ambiente Elena Cebrián.
Navarra probó recientemente la Ley Foral de Residuos, la cual prevé la ejecución de estudios técnicos y proyectos piloto de sistemas de retorno (también conocidos como SDDR: Sistemas de Depósito, Devolución y Retorno). García recuerda que en los San Fermines de 2018 ya ha habido acciones de recuperación de envases.
Baleares cuenta también con un reciente proyecto de Ley de Residuos, que obligará al Govern a instalar un sistema de retorno si en 2020 no consigue asumir los objetivos de reciclaje marcados por la normativa estatal y europea. “Es difícil que el Ejecutivo pueda alcanzarlos”, comenta García, quien da por casi por supuesto que las islas sacarán adelante un sistema de SDDR.
El archipiélago empezará con una prueba piloto en 2020. Vicenç Vidal, conseller de Medi Ambient del Govern, comenta a eldiario.es que es “probable” que la primera isla escogida sea Cabrera, Formentera o Menorca. Tras esta prueba piloto, vendrán las demás islas: “Durante la década de 2020 el sistema estará en todo Baleares”.
El sector de la alimentación, en contra
La Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas -FIAB- ya manifestado su preocupación por la Ley de Residuos balear, que además de prever la implantación de sistemas de retorno, incluye la prohibición de plásticos de un solo uso, como las cápsulas de café.
La FIAB, la principal asociación que agrupa a las empresas industriales de la alimentación y las bebidas, ha enviado un escrito al Parlament en el que alega que la normativa ataca a la unidad del mercado dentro del Estado español y, por tanto, es contraria a la Constitución.
También defiende que esta normativa pone la mayor parte de la responsabilidad del reciclaje en los productores, que vulnera varias normativas del ámbito europeo y que pueden verse “seriamente perjudicados” por ella.
Tanto la FIAB como Ecoembes han recurrido el proyecto de ley. Desde el Govern aseguran que “tarde o temprano” tendrá que darse un cambio en el sistema de recogida y que las empresas del sector de la distribución, como Mercadona, apoyan el proyecto de ley balear.
“Ecoembes no funciona”
Por su parte, Vidal asegura que “el actual sistema de Ecoembes no funciona”: “No cumple los objetivos. En Baleares, el principal error es que hace cálculos de residuos teniendo en cuenta la población censada, no la flotante. Además, no recoge ciertos tipos de residuos”.
El conseller explica que Ecoembes es la empresa encargada de “recolectar el dinero de todos los productores y, en teoría, pagar a los Ayuntamientos para que éstos hagan la recogida y selección de los residuos”. “Cuando se comercializa un envase, el productor ya ha pagado para que éste sea reciclable”, añade.
Baleares quiere implementar un sistema alternativo. “Pero todavía no hemos elegido el sistema de retorno que usaremos ni qué productos de envases, como latas o tetrabriks, participarán en el mismo”, matiza Vidal. “El estudio que haremos determinará qué sistema es mejor: centralizado, en supermercados, en sitios públicos, con máquinas, privado, etc”, añade.
Para él, el cambio de modelo será rentable: “El sistema se basa en dos tipos de ingresos. Primero, el material reciclable es de mayor calidad porque está más limpio y se puede seleccionar mejor. Segundo, se ingresa dinero por los productos que no se devuelven. Así, existe un equilibrio”.