Están sentadas en la estructura de piedra que sujeta la estatua de Velázquez frente al Museo del Prado. Tienen unos cinco años y cara de frío. Ambas van ataviadas con abrigos de plumas que les aíslan de la temperatura que ha dejado atrás el verano y ya se nota en Madrid. “Con machismo no hay trato”, le dice una a otra, en bajo, al oído. Segundos después comienzan a gritarlo mientras el resto se une.
Han asistido a la concentración contra la violencia machista que este lunes se ha celebrado en la capital 365 días después de la multitudinaria marcha del 7N. Varias ciudades españolas más se han sumado a la cita. Este año, el movimiento feminista, que se ha centrado en las agresiones sexuales, ha exigido una respuesta social y política contundente contra todos sus tipos: las visibles y las más sutiles.
“No es no, lo otro es violación”, gritaban las asistentes a una movilización que daba la espalda al edificio que alberga al Ministerio de Sanidad, Sevicios Sociales e Igualdad, unos metros más allá. El objetivo, dice Begoña San José, integrante del Forum de Política Feminista, es que las instituciones pongan en marcha “políticas de prevención y de atención psicológica, social y jurídica contra la violencia sexual”.
Candela, de 16 años, ha acudido junto a Jules, de 18, y ambas se turnan un cartel de cartón y dos caras. “De camino a casa quiero ser libre, no valiente” y “feminismo es la idea radical que sostiene que las mujeres somos personas”, rezan los lados. No dejan de gritar, de sumarse a los lemas que corea la concentración, pero entre frase y frase Jules asegura que “todavía hay gente que nos sigue diciendo que nos inventamos el machismo”.
Tiene que dejar de hablar porque la organización ha hecho un círculo y pide el silencio necesario para que una decena de mujeres jóvenes, como Candela y Jules, salgan al centro con una pancarta sobre el lenguaje sexista. “Tu piropo también es acoso”, dice por el megáfono una integrante del Bloque Feminista Estudiantil. “Chantaje y humillación” es la siguiente pancarta, a la que le sigue “agresión sexual”, en la cúspide. Han formado una pirámide.
Tras la acción de “las jóvenes” como las llaman las más veteranas, los lemas no dejan de sonar al ritmo de los tambores con los que varias mujeres acompañan la movilización, a la que han asistido dirigentes de Podemos como Pablo Iglesias, Rita Maestre, Iñigo Errejón, Tania Sánchez o Clara Serra.
“Ninguna agresión sin respuesta”, “no somos princesas, somos guerreras” o “no más mujeres asesinadas”, clama Raquel. Esta mujer de 65 años le pide al Gobierno que “deje de retirar fondos”. El presupuesto para prevención de la violencia machista se ha reducido un 26% desde 2010 y el futuro, dice, “no es prometedor”.
“¿Cómo es posible que se haya formado un gobierno con cinco mujeres y nueve hombres?”, afirma tras nombrar a la nueva ministra de Sanidad, Dolors Montserrat. Se refiere a sus declaraciones contrarias a las cuotas recogidas por una entrevista de 2015 en el El País.
“Le pedimos que escuche a las mujeres”, apunta Raquel. Sin embargo, la desconfianza ante el Ejecutivo de Mariano Rajoy se deja palpar en el ambiente. Marisol hace una mueca de desconfianza cuando se le pregunta por las demandas que hace al Gobierno. Ella confía en que “si las mujeres nos juntamos podemos hacer algo” y “podemos apoyarnos unas en otras”, afirma.
En las calles hasta el fin de la violencia machista
Aurora, de Gitanas Feministas por la Diversidad, sigue la línea de Raquel y apunta a los recortes al asegurar “que los recursos no están siendo suficientes, no ha mejorado desde el 7N y hay que seguir saliendo a las calles hasta que esto pare”. En lo que va de año, 37 mujeres han sido asesinadas por violencia de género, según las estadísticas oficiales, que mantienen siete casos en investigación.
Pero la movilización pide que la violencia machista englobe otros tipos de violencia que los considerados como tal por al Administración. Exige una reforma de la ley que vaya más allá del ámbito de la pareja o expareja. “Acoso, agresiones sexuales, asesinatos precedidos de violencia sexual”, enumera Lucía, que sujeta un cartel morado en el que se puede leer: “Comienza la revolución de las voces apagadas”.
De esta manera, el Gobierno, que previsiblimente aprobará un pacto de Estado contra la violencia de género esta legislatura, aplicaría el Convenio de Estambul del Consejo de Europa, ratificado en 2014. “Las agresiones sexuales que ha habido este verano, por ejemplo en Sanfermines, demuestran que no se trata como violencia de género a la violencia sexual”, sentencia San José.
Pasada una hora y media, algunas asistentes han cortado la mitad de la carretera y otras asistían la mesa redonda organizada por la Plataforma 7N. Sobre las 20 horas, han decidido irse al grito de “no nos echan, nos vamos” mientras varios agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP), que habían estado rodeando al grupo, han identificado a un chico y una chica. “Uno de ellos me decía mientras me empujaba 'venga, morena, vamos'”, dice indignada.