China amaneció hoy paralizada por el “gaokao”, el exigente examen de acceso a la universidad que cada año altera la vida de pueblos y ciudades con todo tipo de medidas para garantizar que nada perturbe a los estudiantes cuando se enfrentan a las temidas pruebas.
Un total de 9,42 millones de adolescentes chinos se someten este año a la selectividad, con un ligero incremento de 30.000 alumnos respecto a 2014, según las cifras divulgadas por el Ministerio de Educación a través de la agencia oficial Xinhua.
Cortes de tráfico, cierres de fábricas o cambios de horarios laborales son algunas de las medidas que las autoridades adoptan estos días para molestar lo mínimo posible a los examinados durante los dos o tres días, en función de la región, que dura la prueba.
Muchos hoteles también se llenan estos días al acoger a los estudiantes, generalmente acompañados de sus familiares, que viven lejos de los centros de examen.
La excepción se ha vivido este año en la ciudad de Jianli (centro), epicentro de la tragedia del barco Estrella Oriental, que naufragó el lunes con 406 muertos confirmados.
Los estudiantes de la zona que realizan el “gaokao” y sus familiares cancelaron sus reservas en los hoteles locales para cederlas a los parientes de las víctimas de la catástrofe, en una muestra más de la ola de solidaridad que ha vivido la ciudad en los últimos días.
El “gaokao” fue establecido en 1952 y desde entonces -con la excepción de la década de la Revolución Cultural (1966-1976), cuando fue suspendido- se ha convertido en un punto de inflexión en la vida de los jóvenes del país.
“Es un recuerdo que no se puede olvidar, nosotros decimos que si uno no ha participado en el 'gaokao', su vida no es del todo completa”, afirma a Efe una joven residente en Pekín que superó este examen hace seis años y que prefiere identificarse por su apellido, Luo.
La gigantesca población china y una oferta universitaria que en la actualidad sigue dejando fuera de la educación superior a cerca de una cuarta parte de los examinados, aunque hasta hace unos años la proporción de excluidos era mucho mayor, han hecho de esta prueba un hito decisivo para el futuro de los estudiantes chinos.
En todo caso, la expansión del sistema universitario iniciada hace dos décadas ha hecho que la importancia del “gaokao” no resida tanto en si se entra a la universidad o no como en a qué centro se accede
Además, el hecho de que la gran mayoría de los examinados sean hijos únicos incrementa la presión familiar que recae sobre ellos para que obtengan un resultado que les permita estudiar en una institución de prestigio.
“Entrar en una universidad importante nos llevará una vida mejor, o al menos eso es lo que creemos la mayoría”, añade Luo.
Universidades como la Tsinghua (Pekín), la de Pekín, la Fudan (Shanghái), la Jiao Tong (Shanghái) o la de Zhejiang (Hangzhou) son las más cotizadas.
La exigencia máxima de estas pruebas motiva también a muchos estudiantes a agudizar su pericia para hacer trampas y copiar en los exámenes.
El Ministerio de Educación chino ha realizado en los últimos cursos campañas para combatir este tipo de prácticas y este año la ciudad de Luoyang (centro) ha ido más allá y ha puesto drones a patrullar el “gaokao” para evitar que los estudiantes copien.