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Christina Economos, experta en nutrición: “La comida saludable puede ser rentable, solo se necesita visión de futuro”

Darío Pescador

21 de julio de 2020 22:29 h

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Christina D. Economos es investigadora experta en nutrición y obesidad, sin embargo, su trabajo se centra más en las personas que en los nutrientes. Es profesora de Ciencias y Políticas de la Nutrición de la universidad Tufts, en Boston, la única escuela de nutrición independiente en los Estados Unidos, y fundadora del programa de prevención Obesity180, centrado en atacar el problema de la obesidad infantil no tanto con recetas, sino con cambios en el entorno social y familiar donde viven los niños, especialmente los más desfavorecidos. Sostiene que sin un cambio sistémico que involucre a comunidades enteras no será posible prevenir la epidemia de obesidad infantil en el futuro.

Tendemos a ser petulantes en los países mediterráneos porque no tenemos tanta obesidad, pero luego miramos las predicciones sobre el aumento en la obesidad infantil y se nos borra la sonrisa de la cara. Estados Unidos parece estar a la vanguardia de algo que en realidad es un problema global.

Es absolutamente global, no solo en las naciones desarrolladas, sino también en los países en desarrollo que, aunque están detrás de los EE UU y el Reino Unido, se están acercando a la misma tasa. Las predicciones son que en las próximas dos décadas, si no se toman medidas drásticas, veremos una epidemia de obesidad a nivel mundial tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo.

La obesidad afecta sobre todo a países en desarrollo y a las personas de bajos ingresos en países ricos. ¿Ser pobre engorda?

En los países en desarrollo lo ves tanto en poblaciones de altos como de bajos ingresos. Es complicado, pero sin duda un gran contribuyente es el consumo de alimentos altamente procesados. A medida que reemplazamos alimentos locales frescos, menos densos en calorías, más ricos en nutrientes y fibra, con alimentos altamente procesados, altos en grasa, azúcar y sal y muy densos en calorías, consumimos más calorías en menos tiempo. Los alimentos procesados y las dietas occidentales comienzan a extenderse por conveniencia, por la capacidad de hacerlos bastante baratos, por el hecho de que pueden tener una larga vida útil. Hay un montón de variables, pero vemos que el consumo de estos alimentos está aumentando a nivel mundial.

Después de la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, parecía que EE UU estaba en una posición única para proporcionar alimentos saludables y asequibles a su población. La comida se volvió asequible, pero no saludable. ¿Qué salió mal y cómo podría usarse eso como una advertencia para otros países?

Creo que la búsqueda del desarrollo y la prosperidad económica es algo compartido en todo el mundo. Tiene usted razón en que EE UU pudo avanzar en esa dirección antes que muchos países, pero con eso viene el deseo de mayor comodidad. En lugar de comprar alimentos frescos y pasar un par de horas preparando una comida, tomamos un atajo con alimentos que ya están preparados que satisfacían a los padres y las personas que trabajaban. También necesitamos alimentar a mucha gente en poco tiempo, y nuestras escuelas se volvieron mucho más eficientes en este sentido con alimentos procesados y envasados en lugar de cocinar desde cero. Todo eso se desplazó después al entorno laboral, y fue a expensas de los alimentos frescos. Los alimentos procesados se fabrican para ser muy sabrosos, y a menudo tienen más azúcar, grasa y sal.

"La obesidad es absolutamente global. Se da en las naciones desarrolladas y en los países en desarrollo, que se están acercando a las tasas de EE UU. Si no tomamos medidas, la predicción es una epidemia mundial de obesidad en las próximas décadas

Hay que agregar a eso la proliferación de las bebidas azucaradas en la población de todos los grupos de edad, que añaden calorías innecesarias a la dieta. En lugares donde el agua del grifo no es segura, a menudo se consume una gran cantidad de bebidas azucaradas, altamente calóricas, desde zumos hasta bebidas energéticas. Puedes ver eso en muchos países en desarrollo cuando viajas.

Podríamos decir entonces que estos son los dos factores principales en el desarrollo de la obesidad infantil: el consumo de bebidas azucaradas y el hecho de que la gente ya no cocina en casa.

En EE UU gastamos más del 50% de nuestros dólares en comer fuera de casa. Los datos provienen de nuestro grupo de servicios de investigación económica. Ahora hay un gran esfuerzo para establecer restaurantes y alimentos que sean más saludables, pero ha comenzado hace poco, es un área de crecimiento del mercado. En los últimos 20 años, principalmente han sido alimentos menos saludables.

¿Su programa Obesity180 interviene en esas cosas cuando llega a una comunidad?

Trabajamos mucho con escuelas y restaurantes, que son dos áreas donde los niños adquieren una gran cantidad de sus alimentos. En los EE UU, si eres un niño de una familia de bajos ingresos, puedes recibir comidas gratis o de precio reducido en la escuela. Eso puede contribuir a la mitad de sus calorías, y es un área realmente importante para asegurarse de que la ingesta dietética de esas comidas sea la mejor posible.

Además, los niños consumen mucha comida fuera de casa en lo que llamamos el segmento de servicio rápido como Burger King y McDonald’s. Las familias comen con mayor frecuencia ese servicio rápido porque es menos costoso, rápido y altamente apetecible. Hemos trabajado mucho en los restaurantes, en el espacio escolar y en las escuelas preescolares para asegurarnos de que los niños reciban alimentos saludables en esos entornos.

Luego está el entorno minorista, que consiste en comprar alimentos en las tiendas de comestibles y consumirlos en el hogar, pero esa es una elección muy individual. Cuando entras en un supermercado, puedes comprar lo que quieras, pero te ves empujado por diferentes estímulos, como las estanterías al final de un pasillo. Podrían tener productos saludables en lugar de productos no saludables, por ejemplo, o también cerca de la caja registradora.

¿Son las empresas susceptibles a esos cambios? Porque probablemente querrán maximizar las ganancias en lugar de ofrecer alimentos saludables.

Sí, lo son, y hemos publicado algunos trabajos que demuestran que lo que es bueno para los niños también puede ser bueno para los negocios. Hemos trabajado con diferentes cadenas de restaurantes que demuestran que cuando hacen que las comidas de los niños sean más saludables, no pierden cuota de mercado sino que en realidad la ganan, porque los padres quieren opciones más saludables.

Ahora bien, tienen que tener buen sabor, buen aspecto y ser amigables para los niños. Durante muchos años, en los Estados Unidos el menú infantil han sido dos o tres alimentos como macarrones con queso, pizza y nuggets de pollo. Pero hemos trabajado con restaurantes que han probado comidas realmente innovadoras, y a los niños les encantan. Requiere un poco más de esfuerzo y un poco más de costo, pero puedes recuperar ese dinero. Solo se necesita algo de innovación y algunos propietarios con visión de futuro para hacerlo. La comida saludable puede ser rentable si se hace bien, es una tendencia creciente. Creo que con los millennials a cargo en los próximos años, a medida que se conviertan en líderes, se volverá cada vez más popular.

"Los millennials se preocupan por el medio ambiente y piensan en términos más holísticos: salud, nutrición, cambio climático. No se preocupan solo por el contenido nutritivo, también por cómo se cultivó la comida y el impacto ambiental que tendrá

Durante mucho tiempo, parecía que la salud y los resultados económicos estaban enfrentados. Pero cuando tenemos en cuenta la carga de las enfermedades prevenibles en la sociedad, las cuentas ya no salen.

Así es, y permítanme agregar que, en los últimos años, hay otra tendencia emergente muy importante, que es la sostenibilidad y la salud planetaria. La generación que ahora tiene 20, 30 años se preocupa mucho por el medio ambiente y están pensando en términos más holísticos: salud, nutrición y cambio climático. No solo están preocupados por el contenido de nutrientes, sino también por cómo se cultivó la comida y qué tipo de impacto ambiental tendrá.

Los niños parecen ser muy vulnerables a un entorno cada vez más competitivo y la presión por parte de los padres para que obtengan mejores resultados académicos, y terminan tan estresados como sus progenitores. ¿Esta presión psicológica también está relacionada con los problemas de salud como la obesidad?

No soy experta en salud mental, pero sé bastante sobre los niveles de estrés en los niños porque los medimos en muchos de nuestros estudios. Y tiene usted toda la razón en que el estrés tiene un impacto fisiológico, y para algunos niños puede dar lugar a alteraciones en el sueño, alteraciones en la alimentación o trastornos alimentarios. Por lo tanto, debemos tener mucho cuidado con la forma en que ejercemos como padres y pensar que una dieta saludable con mucha actividad física y consumo de agua puede ayudar a contrarrestar parte del estrés que sienten los niños.

Si permitimos que el estrés provoque el consumo de alimentos altamente procesados y más tiempo frente a la pantalla, se convierte en una situación poco saludable. Hay programas en los Estados Unidos en este momento para incorporar la gestión del estrés en la escuela secundaria, reducir los deberes en casa y tratar de crear personas más completas. Creo que ha habido una enorme presión sobre los niños pequeños a una edad muy temprana, especialmente en los Estados Unidos, y estoy seguro de que también han visto eso en España. En este momento hay cierta reacción y la gente se está dando cuenta de que pasar diez horas diarias frente a la pantalla tiene consecuencias adversas en el sedentarismo, la depresión y el aislamiento social.

Una de las cosas interesantes sobre su programa es que involucra a toda la comunidad. En Europa tenemos sistemas de salud estatales y la gente tiende a esperar que se encarguen de las cosas. ¿Se puede exportar el modelo cooperativo a otros países?

Sí, definitivamente. Hemos trabajado con algunos colegas en Australia y otros países que buscan este modelo de participación y difusión, donde se busca impactar todos los microsistemas dentro de una comunidad para trabajar juntos. Se convierte en un enfoque holístico para los niños que viven en esa comunidad, desde la atención médica hasta el suministro de alimentos, el sistema educativo, la salud pública, etc. Hemos visto que tiene éxito en los Estados Unidos y definitivamente creemos que es exportable, tienes microsistemas similares en la mayoría de los países.

¿De verdad cree podemos prevenir la epidemia de obesidad? Las predicciones son sombrías.

Lo son, pero creo que sí podemos. Incluso en Estados Unidos, dos tercios de los niños no tienen sobrepeso ni son obesos, así que con seguridad hay una manera de prevenirlo. Tenemos que asegurarnos de que todos los niños estés rodeados de sistemas saludables. El problema es que a menudo los niños más desfavorecidos están sujetos a entornos poco saludables mientras que los niños más favorecidos están protegidos, hay mucha desigualdad. En EEUU, los niños de bajos ingresos desarrollan sobrepeso, obesidad y otras afecciones crónicas, como el asma, por la exposición a una mala calidad del aire y, como mencionó usted anteriormente, experiencias infantiles adversas con entornos de estrés tóxico. Ellos son los que soportan el peso de las enfermedades. Pero creo que podemos conseguir un entorno y unas políticas saludables que sean equitativos para que todos los niños puedan vivir una vida saludable.

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