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La ciencia en España vive una situación “angustiosa” por la endogamia y burocracia de las universidades

Científicos en una protesta en defensa de la ciencia española

elDiario.es

La Fundación Alternativas ha presentado este miércoles en Madrid su segundo Informe sobre la situación de la Ciencia y Tecnología en España, calificada por muchos investigadores de “angustiosa”. El estudio busca “detectar y actualizar los cuellos de botella estructurales” en el sistema para así lograr un “liderazgo científico internacional” y así no ser “un país subalterno”. El documento está coordinado por Vicente Larraga, profesor del CSIC y resume que “seguimos sin alcanzar el tren de las sociedades científicas avanzadas”.

Entre los primeros factores a mejorar, “corregir el predominio de la burocracia, que perturba tanto la docencia como la investigación en universidades y centros de investigación”. Especialmente dura a este respecto es la alusión a la Ley 40/2016, sobre el Régimen Jurídico, “bienintencionada” pero que ha hecho un “daño enorme” a la Ciencia y Tecnología en España. Se refieren a que ha sido “esgrimida por funcionarios cortos de vista, cuando no abiertamente contrarios, a una ciencia que no entienden”.

Entre sus recomendaciones se encuentra plantear, junto al Gobierno, la creación de “áreas prioritarias” de apoyo. También “modificar la gobernanza del sistema” implicando a investigadores “actualmente desmotivados”. “eliminar la exclusividad funcionarial de los investigadores públicos”, dotar a los centros e instituciones de “mayor responsabilidad y autonomía de gestión” o “cambiar los métodos de selección de los directivos” para que sean “promotores de la calidad, no gestores”. Hay otras más genéricas, como el aumento de inversión pública en I+D o aceptar “las peculiaridades del sistema”.

La cuarta recomendación del documento pasa por “combatir la endogamia” como uno de los problemas que dificultan el desarrollo. Sobre esto aportan algunos datos: en el curso 2017-2018, un 74,3% del cuerpo docente de plantilla fija en las universidades se había doctorado en el mismo centro en el que trabaja –destacan la excepción de la Pompeu Fabra, con solo el 20%–. El 69% no realizó estancias postdoctorales fuera y solo el 2% de los profesores e investigadores son extranjeros –en EEUU o Reino Unido rondan el 30%–, una cifra que va “contra toda experiencia de excelencia internacional” y “una de las rémoras más importantes” para el sistema.

La endogamia, la falta de movilidad y la débil internacionalización “limitan la capacidad de los investigadores para participar en proyectos nacionales e internacionales”, lo que también resulta “una merma de oportunidades laborales dentro y fuera del mundo académico”. La productividad científica del 34% de catedráticos y del 60% de docentes es deficiente, según citan de la última estadística de personal docente e investigador.

Como ejemplo de proyectos exitosos se refieren a los programas ICREA e Ikerbasque puestos en marcha en Catalunya y Euskadi respectivamente “para vencer la cultura endogámica” y “evitar muchas de las trabas burocráticas” que dificultan la incorporación de profesionales extranjeros. También el puesto en marcha por los departamentos de Economía de la Universidad Carlos III, Pompeu Fabra, Autónoma de Barcelona y Alicante de contratación “tenure-track”. Todos tienen todavía “alcance limitado” pero ilustran que “puede cambiar el modelo de contratación y la cultura académica” en España, además de constatar que “la apertura de ideas es muy beneficiosa”, al aparecer en varios rankings internacionales.

El informe, que ha sido presentado también por Diego López Garrido, vicepresidente de la Fundación Alternativas, Mariano Barbacid, investigador del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, Isabel Álvarez, directora del Instituto Complutense de Estudios Internacionales, y Paola Boloventa, profesora del CSIC, dedica un apartado específicamente al campo de la innovación. De acuerdo al European Innovation Scoreboard, España se sitúa en el 79,3% del promedio de la Unión Europea, lo que le sitúa como país “moderadamente innovador”. El gasto de I+D de las empresas se sitúa en el 52% europeo. La mejora del sistema, escriben, “se refleja en una mayor eficiencia en la innovación”.

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