En algo más de una década, la Unión Europea debería recortar al menos un 90% sus emisiones de gases de efecto invernadero si quiere cumplir con su objetivo de descarbonizarse a mitad de siglo. Ese es el cálculo y la recomendación que hace este jueves el Comité Científico Asesor de la UE. Las emisiones europeas subieron en 2021, aunque las primeros cálculos apuntan a que pudieron moderarse el año pasado, según Eurostat.
Dejar de lanzar CO2 a la atmósfera es la medida crucial para paliar el calentamiento global de la Tierra que está trastornando el clima. Los gases emitidos se acumulan en una capa que retiene el calor que debería escapar al espacio y debido a esa costra gaseosa, no lo hace. Ahí comienza la crisis climática.
El Comité ha analizado para la Comisión Europea qué debería hacer Europa de aquí a 2040. Y ha calculado que los Estados miembro podrían lanzar a la atmósfera, como mucho, entre 11 y 14 gigatoneladas de gases entre 2030 y 2050. Cada gigatonelada son mil millones de toneladas. A eso se le llama presupuesto de carbono: la cantidad de CO2 admisible para, científicamente, contener el calentamiento global en 1,5ºC grados extra al final del siglo.
Al ritmo actual –con los datos consolidados de 2021–, en esos 20 años, la Unión Europea acumularía 66 gigatoneladas (66.000 millones de toneladas añadidas a la atmósfera), unas seis veces por encima del presupuesto. Porque, aunque en 2021 las emisiones europeas fueron un 30% menores que las de 1990, crecieron respecto al año anterior hasta un total de 3,3 gigatoneladas. Y las estimaciones de 2022 apuntan a un nivel muy similar.
El objetivo recomendado para 2040 nos exige actuar rápidamente
De ahí el cálculo de los científicos: “Hace falta reducir entre un 90% y un 95% las emisiones respecto al nivel de 1990” en 2040. Quedan menos de 17 años. “El objetivo recomendado para 2040 nos exige actuar rápidamente”, resume la subdirectora del Comité y experta en políticas sobre cambio climático en la Universidad de Cambridge, Laura Díaz Anadon.
“Consideramos que es una contribución justa por parte de la Unión Europea a la acción climática”, dice el Comité. Además, este trabajo afirma que el objetivo de la Unión Europea de rebajar el CO2 que lanza en un 55% para 2030 “capacita” a la Unión para llegar al resto de obligaciones.
La normativa europea sobre clima obliga a que se establezca un hito intermedio que permita alcanzar el objetivo de casi eliminar los gases de efecto invernadero de la UE a mitad de siglo. Es la manera de intentar atajar el calentamiento acelerado del planeta que está ya alterando el clima con consecuencias graves: olas de calor más seguidas, prolongadas y agudas, sequías más frecuentes punteadas por episodios de precipitaciones torrenciales... Escenarios que se dejan sentir en todas las latitudes. No se salva nadie, España incluida.
A principios de 2024, será Bruselas la encargada de proponer a los gobiernos ese hito, en teoría, basado en lo que ha dictaminado este grupo científico asesor. Y el dictamen subraya que debe “buscarse el mayor grado de ambición en el recorte de las emisiones de los países” y, además, “contribuir directamente a que haya rebaja de emisiones fuera de la UE”.
Economía y elecciones ponen palos en las ruedas
La vicepresidenta de Transición Ecológica, Teresa Ribera, confirmó hace una semana que el Gobierno está revisando los objetivos nacionales de reducción de emisiones de CO2 que, dijo, “enviaremos a Bruselas, aunque sea en forma de borrador” debido al periodo electoral en el que está metida España.
Sin embargo, el esfuerzo para contrarrestar la crisis climática que ha caracterizado a la Unión Europea muestra grietas. A base de priorizar resultados económicos más inmediatos y mirar a las varias elecciones que se acercan, entre los gobiernos de la Unión Europea con los que debe negociar la Comisión Europea se deja sentir una oleada contraria a las medidas ambientales.
A la oposición habitual de la extrema derecha se le ha unido el Partido Popular Europeo, que ya ha empezado a maniobrar en el Parlamento europeo contra las normas verdes. Pero también Francia ha pedido levantar el pie en la implementación de esta agenda.
De hecho, tanto la ultraderecha como los conservadores han maniobrado para retrasar una mayor carga de impuestos para los combustibles fósiles, es decir, para la actividad principalmente responsable del cambio climático. La que más gases invernadero lanza.
Lo que el dictamen subraya es que este grado de recorte es posible, pero ¿qué hace falta? Las recomendaciones del Comité son más un insistir que descubrir cosas nuevas. “Casi una completa descarbonización del sector eléctrico en 2040”, lo que supone olvidarse del carbón en 2030 y de casi toda la generación eléctrica con gas a partir de 2040. “Un considerable descenso en la demanda de energía en 2040”. Gastar menos energía. También señalan “un incremento en la eliminación de carbono” de la atmósfera, aunque para eso “hace falta solventar riesgos y desafíos”. Es decir, esas técnicas para sacar el CO2 del aire no están preparadas para restar carbono de la atmósfera a una escala relevante.