A dos semanas del 8M, el feminismo vuelve a demostrar su fuerza. Cientos de personas han marchado desde la Puerta del Sol hasta la Consejería de Educación en Madrid para pedir que la educación afectivo-sexual entre en las aulas. “Pensamos que es una herramienta fundamental para prevenir tanto la violencia machista, el acoso LGTBI-fóbico, garantizar los derechos sexuales y reproductivos y para construir relaciones sanas”, explica Arantxa López-Sánchez, miembro de la Comisión 8M. Pasa la una de la tarde y ya comienzan a escucharse las proclamas que llaman a la “revuelta feminista”.
Convocadas a la salida del metro de Sol, cientos de mujeres –y muchos hombres– han ido llegando desde diferentes puntos de la Comunidad. Uniformadas de morado, las pancartas que portaban con los lemas de este mes de protestas imitaban el estilo de las paradas del metro. La Comisión 8M lo ha llamado Operación Araña, porque cada grupo desde sus barrios o pueblos ha venido en transporte público llamando en cada estación a la manifestación del 8 de marzo y reivindicando “la diversidad de los cuerpos, una educación afectivo-sexual libre, integral y pública”, continúa López-Sánchez.
La educación afectiva-sexual está recogida en las leyes, pero no tiene una regulación propia dentro del currículum formativo. Mientras estuvo vigente la Ley de Educación del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, estaba incluida dentro de la asignatura Educación para la Ciudadanía, aunque su impartición dependía, en última instancia, del profesor. La LOMCE de Wert la eliminó, y ahora, siete años después, el Gobierno actual trabaja en su derogación y en sacar adelante una nueva norma educativa.
“Al final, la educación afectivo-sexual complementa otras leyes porque sirve para prevenir las violencias machistas”, consideran desde la Comisión 8M. Por eso valoran de forma positiva que, tras una semana de tensión que ha puesto a prueba la coalición de Gobierno, Moncloa haya anunciado que la propuesta de ley de libertad sexual en la que insiste el Ministerio de Igualdad estará lista para el día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo. El borrador de la norma, que todavía puede sufrir modificaciones, equipara la violencia sexual a la de género y se centra en la reforma del Código Penal para que “solo sí sea sí”. Incide también en otros aspectos como la prevención y atención en todos los ámbitos.
Mientras los cambios van cogiendo forma, a día de hoy la educación afectivo-sexual se imparte en actividades complementarias o charlas y talleres que en última instancia organiza el centro, las mismas contra las que se centran los ataques de la extrema derecha, tildándolas de adoctrinamiento y tratando de vetarlas a través del llamado pin parental. “Menos pin y más educación”, ha sido uno de los cantos más recurrentes durante la marcha feminista de este sábado.
Yolanda Gómez es profesora de instituto en Fuenlabrada e imparte clases de educación afectivo-sexual como parte del temario de la asignatura de Valores Éticos, la optativa a Religión. Considera que son unos conocimientos transversales, y dice sentirse afortunada por el apoyo que el Ayuntamiento de Fuenlabrada, socialista, realiza a través de charlas y talleres. La manera de educar en lo afectivo-sexual debe ser “en positivo: no generar miedo al riesgo, sino centrarlo en el disfrute y el placer”, señaliza.
La manifestación empieza y las columnas ya van tomando forma. Cientos de pancartas comienzan a subir despacio la calle Alcalá.
Esta manifestación supone el culmen a una semana de talleres sobre educación afectivo-sexual en diferentes partes de la geografía madrileña. El jueves, cerca de una treintena de mujeres de todas las edades se reunieron en Carabanchel para hablar y reflexionar sobre temas relacionados con las normas, formas de sentir y relacionarse con otras personas. “Pedimos respeto, por nuestros cuerpos diversos y diferentes formas de amar. La sociedad tiene que entender que si las mujeres paramos se para el mundo, y no pueden discriminarnos por ser gordas, lesbianas o mujeres trans”, señalaba Vanesa Martos, de plataforma feminista de Carabanchel.
En Arganzuela el taller fue el viernes, y junto a Yolanda, sus compañeras del colectivo comentan el resultado del encuentro. “Se trataba de romper mitos sobre la sexualidad femenina. Hablando fueron saliendo a la luz muchos prejuicios”, como el tabú de la asexualidad, conocer la existencia de la intersexualidad, plantear la importancia de los preliminares, cuestionar el amor romántico o la idea de que el sexo termina con la penetración.
Finalmente, la marcha ha parado frente a la Consejería de Educación, donde se ha leído un manifiesto aglutinando todas las demandas y reivindicaciones por una educación afectivo-sexual en las aulas: “Otra forma de relacionarnos es posible y ya no hay marcha atrás, estamos aquí para quedarnos, somos imparables, somos ingobernables”.