El invierno es la temporada alta circense. Estas semanas, unas 40 compañías están utilizando animales como reclamo para llenar sus carpas: un león o un elefante en el cartel de los espectáculos. Una imagen sugerente y contra la que es difícil luchar, lamenta Ecologistas en Acción. “A los niños les gustan los animales, es normal que se sientan atraídos”, dicen. En España, ya hay más de 170 municipios libres de circos con animales, aunque muchos sólo aplican la norma para las especies salvajes. Si los animales domésticos deben entrar o no en la prohibición centra uno de los principales focos de debate.
La organización ecologista ha reunido esta lista, aunque apunta que su recopilación no incluye todas las compañías. “La lista es muy dinámica. Puede que la semana pasada cualquiera de estos circos estuviese en Portugal o Francia y por el contrario que haya nuevos circos”, indica Chesús Ferrer.
La selección recoge nombres conocidos y con éxito en el sector, como el Gran Circo Americano, Alaska, y Wonderland, entre otros. Los ecologistas señalan especialmente el caso del circo Víctor, que “se encuentra sin ningún impedimento de gira actualmente por Andalucía con el mismo espectáculo por el que la Corte Suprema Italiana, con sentencia firme por maltrato animal, le condenó al cierre y retirada inmediata de los animales”.
Por cada baile y pirueta que merece el aplauso de las gradas los activistas temen duros entrenamientos basados en el castigo. “Porque aunque muchos digan que se ejercita a base de premios, sabemos que no es así. Cuando un león hace bien el número y le dan algo de comer como premio, no es que el león quiera el premio, es que a lo mejor lo tienen muerto de hambre y sabe que si lo hace, puede comer. Es una forma de obligarlo”, denuncia Chesús Ferrer.
Aunque el maltrato es una de las razones que impulsan la petición de los contrarios a los circos con animales, no es la única. Las propias lógicas de un circo impiden, en su opinión, que se pueda respetar a estas especies: “Para nosotros no tiene cabida que un león esté encerrado toda una vida en una zona de 2x2 metros. Es imposible tratar bien a un animal así”, argumenta Ferrer. Por eso, frente a países como Francia que han regulado las condiciones en las que se deben encontrar los animales, este colectivo exige la prohibición total.
Prácticas respetuosas
Aunque la ONG pide la prohibición para todo tipo de animales, en su lista se han centrado sobre todo en los circos con especies silvestres. “A lo mejor hay algún circo que lleva perros y que no lo hemos incluido”, admite Ferrer. Tampoco figura el espectáculo con caballos del Teatro Circo Price en Madrid de estas navidades. El espacio es sinónimo de buen nombre y un referente del circo contemporáneo en España. Debido a la propia tendencia innovadora de esta rama no suelen ofrecer muchos programas con animales, pero no porque se oponga a ello.
De hecho en el Teatro Circo Price dicen que “sí distinguimos entre animales exóticos y los que están más arraigados en las actividades humanas”, señala una portavoz del espacio escénico. “La doma ecuestre, que es lo que incluye el espectáculo que ofrecemos, es una disciplina olímpica y muy practicada en muchos países”. Apuntan que los animales están “perfectamente cuidados”, con seguimiento médico y de seguridad. Además, señalan que son “un espacio público y, mientras la ley lo ampare y una gran parte del público lo pida, tenemos que satisfacer todos los gustos”.
La compañía canadiense de El Circo del Sol no incluye animales desde su creación en 1984. Fuentes del circo señalan que es una “decisión artística inscrita en la voluntad que ha tenido y tiene aún el Circo de expresar su derecho a la diferencia y es una de las formas de contribuir y de pacticipar activamente en la renovación del arte del circo”. Reiteran que respetan la decisión de otros compañeros de utilizar animales.
Ante animales como los perros y caballos, que participan en otras actividades de nuestras vidas, la oposición se diluye. Aunque en Ecologistas en Acción siguen poniendo un límite, esta vez moral: “Queremos enseñar que no es divertido encerrar a un animal de por vida para entretenernos. Que sacas a un animal de su ambiente y lo conviertes en un payaso y el animal sufre. Un animal no es un payaso”, afirma Ferrer. En la organización se oponen también a la existencia de zoos, “como negocio y elemento de diversión”.
El Parlamento de Cataluña aborda en la actualidad este debate, que recoge un amplio arco de opiniones. Entre los detractores, la exposición de varios especialistas y científicos apuntó que “no existe ninguna diferencia ni científica ni moral entre el sufrimiento de los animales salvajes y el de los domésticos”.
El show continúa aunque no haya fauna
Lo cierto es que de los más de 170 municipios españoles libres de circos con animales, muchos solo excluyen a las compañías con especies salvajes. En Cataluña, la región con más localidades opositoras a estas prácticas, Barcelona pretende ser un “referente en la protección de los animales”, cuentan en su Ayuntamiento. En la ciudad están prohibidos solo los espectáculos con animales salvajes. También, las corridas de toros, algo que no ocurre en otras muchas ciudades en España. “Ya no vienen esos circos, pero no hemos notado ningún problema de falta de oferta. Siguen llegando muchos circos”, afirman en el consistorio.
En Alicante también niegan por ley las licencias a circos con animales salvajes desde el pasado año. “Además, ya teníamos un régimen muy restrictivo de uso de animales domésticos en espectáculos”, afirma Luis Barcala, concejal de Sanidad y Consumo de la ciudad. Para los domésticos no hay prohibición, sino unas garantías del trato que deben recibir. La decisión de cerrar sus calles a los números con animales salvajes surgió por el gran número de compañías que “no cumplían de manera sistemática con la normativa”, argumenta Barcala.
Esta tendencia rompe fronteras y hasta en México también acaba de prohibirse la presencia de animales salvajes en los circos. De acuerdo con sus cifras oficiales, en el periodo 2013-2014, las autoridades ambientales efectuaron 96 inspecciones a circos, de las cuales 54 encontraron irregularidades.
Para Ecologistas en Acción, la referencia está en las regiones y municipios que están frenando estas prácticas y que, a pesar de todo, mantienen viva la afición por este arte. Son un ejemplo de que el circo sin animales no supone el fin del circo. “No es tan dramático”, concluye Ferrer. La decisión de mantener los animales en el circo, mientras sea legal, queda en manos de las compañías y de los espectadores.