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La cirugía a corazón abierto con latido cero cumple 70 años con supervivencias del 95%

La cirugía a corazón abierto con latido cero cumple 70 años con supervivencias del 95%
Madrid —

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Begoña Fernández

Madrid, 10 may (EFE).- Operar a corazón abierto y con latido cero gracias a una máquina de circulación extracorpórea que permite parar los pulmones y el corazón para trabajar en su interior es una técnica implantada en hospitales de referencia de todo el mundo y que cumple 70 años con “resultados fantásticos y supervivencias superiores al 95%”.

“La probabilidad de que la cirugía extracorpórea con esta máquina, conocida como 'corazón-pulmón', vaya bien es altísima y que vaya mal es bajísima con mortalidades en algunos procedimientos del 1% o menos y siempre por debajo del 5%,” dice en una entrevista a EFE el cirujano cardiovascular Gregorio Rábago, hijo de Gregorio Rábago (1930-1992), quien en 1958 realizó con esta máquina la primera cirugía cardiovascular extracórporea de España. Cinco años antes lo había hecho en Estados Unidos su inventor, el doctor John H.Gibbon.

Rábago, que es subdirector del departamento de cardiología y cirugía cardíaca de la Clínica Universitaria de Navarra y está especializado en trasplante de corazón, explica que esta máquina crea una nueva circulación sanguínea, un corazón-pulmón sustituto al paciente, que permite realizar un sinfín de actuaciones dentro del corazón, algo que antes de 1953 era imposible, solo se trabajaba en la superficie.

Ese experto en cirugía calcula que por esta máquina pasan al año en España al menos 25.000 personas con todo tipo de cardiopatías y en el mundo los procesos se cuentan por millones.

OPERAR A UN PACIENTE DE 80 AÑOS ESTÁ AL ORDEN DEL DÍA

El perfil de los pacientes que se someten a esta técnica es muy variado si bien cada vez son de más edad. “Cuando yo empecé, operar a alguien de 80 años era impensable, hoy está al orden del día”, cuenta este cirujano cardiovascular.

Por la máquina pasan pacientes con todo tipo de patologías cardíacas y muchas cirugías que requieren mantener el corazón parado y detener la circulación sanguínea, sin que ello suponga daño orgánico alguno.

Con esta máquina, que ha ido evolucionando con el tiempo, una bomba impulsa la sangre y un oxigenador (que sustituye a los pulmones) repone el oxígeno que han ido consumiendo los tejidos y órganos. Para intervenir quirúrgicamente el corazón, en la mayoría de los casos no basta con mantener su función mediante circulación extracorpórea, sino que es preciso detener su latido, e incluso vaciar sus cavidades de sangre para trabajar en el interior.

Según Rábago, el tiempo de una operación con esta máquina es muy heterogéneo y puede ser entre dos o tres horas hasta diez o doce, “depende de la complejidad”. “Cada vez vemos procedimientos más complicados porque nos sentimos más confiados y somos capaces de garantizar la seguridad del paciente”, dice.

“En estas operaciones el corazón no está detenido necesariamente todo el tiempo, puede estar parado 5 y 6 horas y luego funcionar sin problema”, explica.

Hace 65 años, cuando su padre con solo 28 lideró una cirugía cardiovascular con una de estas máquinas, la situación era distinta. Hasta 18 profesionales sanitarios intervinieron en esa primera cirugía cardiovascular extracorpórea a un paciente de 20 años con una patología en la arteria pulmonar, un estrechamiento de la válvula que no permitía que la sangre pasará al pulmón y se oxigenara, condicionando mucho su vida.

Pese a que la máquina era rudimentaria, la operación fue bien aunque el paciente falleció ocho días más tarde de una hemorragia suprarrenal.

El hecho provocó un debate en la aula médico-quirúrgica de la sede del colegio de médicos de Madrid que concluyó que el proceso se hizo bien atendiendo a las técnicas de entonces.

LA EVOLUCIÓN DE LA MÁQUINA HA TRAÍDO LAS ENFERMERAS PERFUSIONISTAS

Esta cirugía sigue requiriendo hoy día un equipo multidisciplinar aunque no tan numeroso como los de hace 65 años gracias a los avances de la tecnología.

Lo que sí exige es la presencia de un técnico perfusionista que generalmente es una enfermera especializada en realizar la circulación extracorpórea y de cualquier cirugía que obligue a parar las funciones del corazón y del pulmón.

Rábago asegura que estas máquinas se encuentran en todos los hospitales de nivel 3, es decir, aquellos que están en el “top” en cuanto a equipo quirúrgico y capacitación para trasplantes.

Se trata de una técnica financiada por el Sistema Nacional de Salud que también se encuentra en clínicas privadas y de la que se puede disponer en todas las comunidades autónomas.

De cara al futuro Rábago admite que siempre se puede mejorar porque en ciencia “nunca se completa todo al cien por cien” pero en medicina, dice, la tecnología tiene que ir de mano de la seguridad del paciente por lo que la evolución es algo más lenta.

Considera este cirujano cardiovascular que uno de los ámbitos en los que puede perfeccionarse la máquina es en los materiales para que sean más biocompatibles y en los niveles de seguridad con más poder de detección ante cualquier anomalía.

Y para dar a conocer esta máquina, la Sociedad Española de Cirugía Cardiovascular y Endovascular (SECCE) ha querido este año rendir homenaje a los pioneros en su utilización, tanto el doctor Gibbon que hace 70 años uso la de su invención en el Jefferson University Medical Center de Filadelfia como Gregorio Rábago, en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, hace ahora 65 años.

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