Cisma en Belorado: las monjas clarisas famosas por sus trufas abandonan la Iglesia católica
Son famosas por sus chocolates y sus trufas, que han llegado a vender en grandes superficies y restaurantes de lujo. Y a partir de ahora, las clarisas de Belorado y Orduña también serán conocidas como las primeras monjas españolas en protagonizar un cisma. Así lo dejan escrito en un hilarante manifiesto de 70 páginas.
“A partir de hoy, día de Nuestra Señora de Fátima del año 2024 nuestra comunidad, (Belorado y Orduña) saliendo de la Iglesia Conciliar a la que pertenecía, pasa a formar parte de la Iglesia Católica bajo la tutela y jurisdicción de Su Ilustrísima Reverendísima Dr. Don Pablo de Rojas Sánchez-Franco, Obispo legítimo de la Santa Iglesia Católica”, anuncian en el texto. ¿Y quién es este obispo? Un prelado ultratradicionalista, que fue excomulgado en 2019 por el entonces obispo de Bilbao –y hoy arzobispo de Burgos, donde se ubica Belorado–, Mario Iceta. Sánchez-Franco es, a la sazón, seguidor de las doctrinas de un prelado vietnamita que está conectado directamente con la secta de El Palmar de Troya.
La historia lo tiene todo: la madre abadesa, Sor Isabel de la Trinidad, en una decisión que ha dejado totalmente desconcertados a los eclesiásticos de Burgos y Bizkaia, ha decidido que sus conventos se declaran ‘sedevacantistas’. Esto es, creen que todos los Papas posteriores a Pío XII, a quien reconocen como “último Sumo Pontifice válido”, son unos “herejes usurpadores”. De hecho, durante buena parte de su documento, subrayan las maldades de los “monseñores” Roncalli, Montini, Luciani, Wojtyla, Ratzinger (al único al que, pese a todo, llaman “padre”) y Bergoglio, al que se refieren como “señor”.
Al tiempo, aprovechan para denunciar el “latrocinio” del Concilio Vaticano II que, en su opinión, acabó “robando la fe a miles de millones de creyentes”. De hecho, los catecismos y códigos de derechos canónicos actuales son, para esta veintena de monjas, “heréticos, anticanónicos, ilícitos e inválidos”, al igual que la actual estructura de la Iglesia católica, por lo que aseguran su “sumisión” a Pablo de Rojas.
“Nos van a denominar herejes y cismáticas, locas y muchas cosas más, muy calumniosas y desagradables, no los creáis; al menos por esta vez, que no os engañen”, aseguran las religiosas en su escrito, en el que denuncian cómo desde el Vaticano “han ido llegando en estos años contradicciones, lenguajes dobles y confusos, ambigüedad, lagunas de doctrina clara que nunca es más necesaria que en tiempos de tempestad, para sujetar el timón con fuerza”.
“Nosotras, en conciencia delante de Dios, después de las cuestiones, las dudas, la incertidumbre, el escándalo y la falta de claridad, nos encontramos –mientras buscábamos denodadamente caminos y respuestas sólidas–, con LA PERSECUCIÓN”, proclaman. “Persecución de muchos: superiores, pastores, hermanas, sacerdotes, algunos que se llaman amigos sin serlo, y una persecución que ha puesto palos de rueda a nuestra comunidad en todos los frentes: su fama, su avance, sus decisiones, sus trabajos, sus mayores, sus familiares, al fin, su vida y su sosiego”, hasta el punto, aseguran, de “estar bloqueadas desde Roma”, por el arzobispo de Burgos y por la responsable federal de las comunidades de clarisas, que no les han concedido licencia de venta del convento de Derio.
Un trasfondo inmobiliario
Y es que el dinero también parece cobrar relevancia en este curioso cisma monjil. De hecho, las monjas denuncian que les han rescindido el contrato de compraventa del monasterio de Orduña. “Esto de las propiedades debe ser muy goloso para algunos”, denuncian, enumerando casos de monjas a las que, según su relato, han expulsado de sus cenobios, como las clarisas de Arnedo. “Pero ellas, las monjas, que callen y se estén quietas”. Excepto las rebeldes clarisas. “¡Dios nos libre de los lobos con piel de oveja!”, finalizan, de momento, las monjas sedevacantistas.
La reacción de la Iglesia no se hizo esperar. A mediodía, el arzobispo de Burgos, Mario Iceta, comparecía en rueda de prensa para anunciar su sorpresa ante el anuncio de las clarisas y para alertar a los fieles que no participen en las celebraciones del monasterio, donde los seguidores del obispo cismático anuncian una misa.
En un comunicado conjunto, las diócesis de Burgos, Vitoria y Bilbao aseguraron no tener constancia oficial de la declaración cismática de las monjas que, en palabras de Iceta, “nunca habían expresado malestar”.
“Nunca han manifestado ninguna disconformidad, más bien, en las últimas comunicaciones con el delegado episcopal para la vida consagrada, las monjas manifiestan sentirse contentas y agradecidas”, declaró el arzobispo, quien no obstante ya ha tomado medidas, iniciado una investigación e informado tanto a la Santa Sede como al Nuncio y a la Conferencia Episcopal. “Se procederá según las indicaciones de la Santa Sede”, recalcó. La polémica, por lo que parece, va para largo.
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