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Diez claves para entender las polémicas oposiciones a profesor de los suspensos masivos

Opositores realizando un examen. Cedida/Europa Press

Daniel Sánchez Caballero

La bola de “las oposiciones de la escabechina” crece. Tras los primeros días de indignación entre buena parte de los opositores a profesor suspendidos por toda España, los aspirantes empiezan a agruparse en plataformas de afectados para organizar una respuesta conjunta.

La convocatoria ha dejado un reguero de suspensos entre la incomprensión de los candidatos, que aseguran que merecían mejores notas, independientemente de que recibieran plaza o no. Los opositores lamentan un sistema de corrección opaco, que reclamar no sirve para nada y exigen que se publiquen los criterios adoptados.

¿Qué ha pasado?

La última semana del pasado mes de junio se celebraron por toda España unas ansiadas oposiciones al cuerpo de profesores de Secundaria, Escuelas Oficiales de Idiomas, técnicos de Formación Profesional, profesores de Música y Artes Escénicas, y de Artes Plásticas y Diseño (con variaciones según las comunidades).

Miles de personas llevaban años esperando esta convocatoria, que en muchas comunidades autónomas fue la primera tras varios años congeladas por el famoso decreto de recortes 14/2012, que limitó o prohibió la reposición de las plazas de profesores jubilados.

La mezcla de estos años de sequía y el acuerdo de Gobierno y sindicatos para la estabilización del empleo público, tras el toque de atención de Bruselas por el exceso de interinos en el sistema, hizo que la concurrencia fuera importante, pero no masiva ni inesperada, según los sindicatos. Por ejemplo, en Madrid se presentaron unas 20.000 personas para casi 2.000 plazas (una para diez). En otras comunidades, la tasa era aún menor: seis o siete aspirantes para cada plaza. Esto podría explicarse porque no cualquiera se puede opositar a profesor, al ser necesario tener cursado el máster habilitante de dos años posterior a una licenciatura.

Tras la realización del examen y la publicación de las primeras notas, empezó a saltar la voz de alarma entre muchos candidatos: en comunidades como Murcia, Castilla-La Mancha, Madrid, Andalucía o Canarias se había producido una “escabechina” en las correcciones. Cientos de candidatos suspendidos, cantidad de notas de 0 y 1 para profesionales que, en ocasiones, llevan décadas dando clase de manera interina.

¿Cómo es la oposición?

En general, la prueba constaba de dos fases. En una primera había dos exámenes, uno teórico y otro práctico. En el teórico, con un temario de 71 temas (en Lengua, el resto son similares), el tribunal propone cinco temas al azar que el candidato debe desarrollar (por ejemplo, Realismo y naturalismo en la literatura española era uno). Esta prueba valía el 30%.

El primer día se hizo también un examen práctico. Siguiendo con el ejemplo, en Lengua había que hacer tres comentarios de texto. En Historia, parecido, pero tenían que comentar un mapa. Esta prueba cuenta el 70%. Una vez ponderadas ambas notas, los aspirantes con más de un 5 pasan a la segunda fase.

Esta se desarrolla en un segundo día. Cada candidato debe seleccionar un curso de Secundaria o Bachillerato (o FP) y tiene que defender ante el tribunal la programación didáctica para todo un curso de su asignatura. También hay que preparar 15 unidades didácticas, entre las que el tribunal da a elegir entre tres al candidato, que seleccionará una. Ahí empieza la 'encerrona', que consiste en que el candidato tiene una hora para prepararse esa programación didáctica.

Después, el aspirante tiene una hora para defender tanto la preparación didáctica como la unidad que ha seleccionado. Esta segunda fase se evalúa con otra nota entre el 0 al 10.

Estos primeros exámenes valen un 60% de la nota final. El restante 40% lo otorgan puntos por la experiencia laboral previa, certificados e idiomas, formación, etc.

Una vez obtenido la nota, los que sean mejores (tantos como plazas se dan) obtienen un plaza. El resto se quedan como interinos.

¿Por qué ha pasado?

Nadie lo sabe. O, al menos, nadie da una respuesta con certeza. Entre las causas más comunes señaladas destacan tres. La primera es que los tribunales estaban saturados, con demasiados candidatos por unidad y por tanto un exceso de trabajo para sus miembros, que se tienen que leer cerca de un centenar de exámenes (de decenas de páginas, en algunos casos) en un par de semanas. “Están trabajando entre 12 y 14 horas diarias”, aseguran los sindicatos. Nadie lo dice abiertamente, pero suspender a muchos en la primera fase de la prueba asegura que la segunda va a ser más llevadera. La segunda causa es el oscurantismo en los procesos de corrección, que explicamos más adelante.

La tercera explicación que se destaca es el sistema de oposiciones en sí mismo. Desde CC OO aseguran que ya habían advertido de que esto pasaría. En su caso, abogan por permitir a todos los aspirantes realizar la oposición entera para que, en caso de fallar en la primera prueba, tengan margen de enmendar su error. Que los exámenes fueran tipo test, sin posibilidad de interpretar las respuestas por parte del tribunal, es otra de las opciones propuestas.

Y, de fondo, sobrevuela otra queja: realmente no se está evaluando la capacidad de los aspirantes para ser profesores. “Aunque seamos tan tontos que no aprobamos casi ninguno el primer examen, estamos bien preparados para seguir al frente de las clases durante años como interinos”, reflexionaba un suspendido.

¿Por qué protestan los opositores?

Primero por la criba, por el alto número de suspendidos y por las bajísimas calificaciones. También por el oscurantismo a la hora de realizar y corregir las pruebas. Decenas de opositores han relatado que han sacado ceros en temas de su especialidad, de los que llevan años dando clases o incluso han hecho la tesis doctoral. Lo que extraña a los opositores es que esta situación no se ha dado en una comunidad concreta, se ha ido repitiendo por todo el territorio según se iban haciendo públicas las notas.

“No es ya que queramos una plaza, como nos acusan por ahí. Queremos nuestra nota. Si luego hay un compañero mejor, lo acepto. En una de las pruebas yo elegí Descartes, que era parte de mi tesis doctoral. Saqué menos de un tres. Que no me humillen. ¿Cómo me presento yo ante mis alumnos así?”, explicaba una profesora.

¿Qué son “muchos” suspendidos?

No existen datos generales de todas las oposiciones, pero hay algunos ejemplos de tribunales puntuales. En algunas especialidades de ciertas comunidades han caído tantos aspirantes por el camino que aún antes de celebrarse la segunda fase de la prueba ya se sabe que no se van a llenar todas las plazas: han pasado menos candidatos que plazas se ofertan.

Algunos ejemplos de “la escabechina”: en Murcia, en Inglés aprobaron la primera fase el 15% de 948 aspirantes. En Matemáticas han sido 40 de 450 y en Física y Química solo 51 personas han pasado a la segunda fase en una especialidad que ofrece 60 plazas. En Madrid, parecido. Opositores de diferentes especialidades han contado a este diario que han participado en tribunales que han aprobado a 21 personas de 98 candidatos (Lengua), 15 de 89 (Geografía), 5 de 83 (Inglés) o 4 de 56 (Cocina y Pastelería, de FP).

¿Por qué tachan el proceso de “oscuro”?

Los candidatos conocen los criterios con los que van a ser corregidos los exámenes apenas unos días antes de que se celebre la oposición en sí. Y eso en el caso de que lleguen a conocerlos. También lamentan los candidatos que estos son muy vagos y genéricos, de manera que les resulta imposible saber qué va a valorar un tribunal o qué no a la hora de corregir.

“Cuando van a corregir el tema, es el presidente el que elige cómo se corrige”, explica una aspirante en Murcia. “Si yo he elaborado un tema muy científico, muy elaborado, pero el presidente da instrucciones de que se puntúa más un tema tipo didáctico, como lo explicaríamos en clase, por muy trabajado que tenga el tema y muy bien que esté, no lo van a valorar. Y al revés”, ilustra.

En la prueba de Geografía e Historia de Madrid, por ejemplo, para la primera prueba los “criterios de valoración que los tribunales tendrán en cuenta” fueron: rigor en el desarrollo del ejercicio de carácter práctico; claridad en la resolución de cuestiones y problemas; resultados obtenidos y exactitud de las respuestas.

El criterio del tribunal acaba siendo clave. Por poner otro ejemplo, en algunos exámenes un criterio de evaluación es incluir en la respuesta “bastantes” referencias bibliográficas. ¿Cuántas son bastantes? ¿Tres? ¿Cinco? ¿Diez? Esta es otra de las cuestiones que han recibido críticas. En una misma especialidad, el tribunal 1 puede haber suspendido al 80% de los aspirantes y el 2 al 40%. Ha pasado. ¿Casualidad? ¿Estaban todos los buenos en el mismo tribunal?

¿No han podido reclamar?

Sí. Pero la opacidad a la hora de hacer la prueba se acentúa —para desesperación de los candidatos— con las reclamaciones. Muchos de ellos han solicitado una revisión de los exámenes. En Murcia, una llamada masiva colapsó la Consejería de Educación, incluso. Pero se toparon con un muro.

Los tribunales son soberanos y han optado por no enseñar los exámenes en las revisiones. La nota sube o no (lo más habitual) tras la reclamación sin que nadie sepa por qué. No están obligados a mostrar las pruebas, de manera que los candidatos no saben qué han hecho mal o qué han hecho bien. “Estamos condenados a repetir los mismos fallos la siguiente vez”, lamentan.

Pero, ¿no hay unos temarios de referencia?

No. Los temas están definidos por unos simples títulos publicados en el BOE en el siglo pasado (literalmente). Los opositores no tienen textos de referencia a los que remitirse, se tienen que elaborar sus propios temarios (o hacerlo en academias, quien pueda) y tirar de ahí hasta donde consideren.

Pero luego, volviendo al punto anterior, pueden encontrarse con que el tribunal que les ha tocado tenga sus propias referencias a la hora de corregir los exámenes.

¿Cómo se forman y qué dicen los tribunales?

Salvo unos cuantos voluntarios, que no son muchos, los tribunales se forman por sorteo entre el cuerpo de profesores funcionarios de cada comunidad. En Madrid, por ejemplo, se saca una letra al azar y aquellos cuyo apellido empiece por ese nombre son designados ese año.

La mayoría de los profesores acogen este proceso como algo tedioso y un trago por el que pasar. Aunque les pagan, tras un largo curso escolar en julio suelen estar pensando en las vacaciones. Además, el hecho de que sean compañeros de profesión (excepto los recién titulados, la mayoría de los opositores son interinos o trabajan en centros concertados o privados) no ha ayudado a calmar los ánimos de los opositores suspendidos por la falta de empatía.

¿Qué opciones tienen los opositores?

La primera era reclamar y pedir una revisión del examen. Esa opción ya la ha ejercido quien quiso. Para impugnar la convocatoria entera se pasó el plazo, aunque en algunos casos (Madrid) se hizo, pero antes de que se celebrara y por causas técnicas, ajenas a esta polémica.

Lo siguiente son escritos individuales a las Consejerías de turno. Tras los primeros días de incertidumbres, los afectados se han ido organizando en plataformas para hacer fuerza juntos. Sindicatos e incluso algún abogado (el de la plataforma de Murcia, por ejemplo) recomiendan a los candidatos que presenten primero estas quejas a título individual. Con estos escritos los opositores quieren pedir a las Consejerías de turno que publiquen los exámenes, que enseñen pruebas de gente que ha aprobado para comparar unos y otros y que se hagan públicos también tanto los criterios de corrección como las actillas en las que los tribunales justifican las calificaciones de cada aspirante.

El siguiente paso, según el abogado José Mateos, será elevar recursos de alzada una vez salgan las notas definitivas. En este punto del proceso se impugnará “la irregularidad de que los opositores no puedan conocer sus fallos y los problemas específicos de algunos tribunales, como que no garantizaban el anonimato [de los aspirantes] o que algunos quitaban puntos por comas mal puestas y otros no”, explica.

En último lugar, si todo lo anterior no prospera, queda la Justicia. La plataforma de Murcia acudirá “hasta el Tribunal Supremo, si hace falta”, aseguran. En Madrid tienen la misma intención. Según Mateos, existe una sentencia del TS que podría darles la razón. En ella, el Alto Tribunal explicaba, en relación también a un proceso selectivo, que la mera publicación de una nota sin argumentar no es suficiente si el interesado eleva una reclamación.

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