Una clínica de fertilidad con vínculos religiosos veta a parejas que no estén casadas: “Es un protocolo científico”
Raquel, de 38 años, escribió hace unas semanas a la clínica Fertilitas para informarse sobre su método, la naprotecnología. “Llevo tiempo intentando quedarme embarazada y estamos en lista de espera en la Seguridad Social para hacer un tratamiento de reproducción asistida así que estoy buscando mil cosas y una amiga me habló de ello”, cuenta. Dos días después recibió una llamada. Una mujer le pidió varios datos personales: edad, cuánto tiempo llevaba buscando el embarazo, resultados de pruebas que se hubieran hecho... y la fecha de matrimonio. “Le dije que no estamos casados y me preguntó si lo teníamos previsto, que también podía ser por lo civil. Le contesté que no y ahí me dijo que no entrábamos en el protocolo”, relata. elDiario.es ha comprobado que Fertilitas exige a las parejas que acuden a su clínica estar casadas para poder acceder a la naprotecnología, un procedimiento de origen religioso que rechaza las técnicas de reproducción asistida convencionales y que ofrece diagnósticos y tratamientos para “colaborar con la fertilidad natural del matrimonio”.
Varias fuentes consultadas aseguran que este requisito es discriminatorio. “Aceptar o no a unos clientes en función de tu estado civil no tiene justificación, es discriminatorio en España, como sucede con la orientación sexual o la raza”, asegura un abogado especializado en sanidad. Tal y como establece el artículo 14 de la Constitución, no puede existir discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión, “o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.
Álvaro Ortega es el director de la clínica Fertilitas, que se encuentra en Madrid pero que atiende en todo el país, y también el presidente de la Fundación Más Vida, una asociación anti derecho al aborto. Preguntado por la exclusión de las parejas que no están casadas, Ortega asegura que el “compromiso conyugal formal” es un “protocolo científico”. “No se discrimina a nadie, son los requisitos que pone la marca de Estados Unidos”, asegura. Ortega asegura que cualquier mujer, independientemente de su estado civil u orientación sexual, será atendida: “Si viene con una dolencia o una consulta, por supuesto que la vamos a atender”.
La naprotecnología fue creada por el ginecólogo y obstetra estadounidense Thomas W. Hilgers, que fundó en 1985 el Instituto San Pablo VI sobre fertilidad natural. En su página web aparece una foto de Hilgers junto al Papa Juan Pablo II y una cita del pontífice: “El Instituto San Pablo VI en Omaha me da esperanza en el futuro”. Hilgers también ha trabajado en el Consejo Pontificio para la Familia, un órgano vaticano. Su método rechaza las técnicas de reproducción asistida e intenta solucionar los problemas de fertilidad de la pareja a base de un diagnóstico exhaustivo y de un “plan terapéutico personalizado”. Aplica también el llamado “método Creighton”, que da seguimiento y “diagnostica” las alteraciones en el ciclo ovulatorio.
En declaraciones a elDiario.es, Ortega señala que hay que tener en cuenta “los posibles efectos” en la salud “física y mental de los niños por nacer, un tercero importante en el proceso y que muchas veces no es tenido en cuenta”. “Estos riesgos no existen con la naprotecnología y se reducen todavía más si hay un vínculo de compromiso a largo plazo entre los padres. Todos estos riesgos, junto con la ausencia de manipulación, congelación y destrucción de embriones, se minimizan atendiendo a matrimonios, ya sean civiles o canónicos, que quieran ser padres naturalmente”, concluye.
En su página web, Fertilitas asegura que la naprotecnología es un procedimiento “no invasivo y sin efectos secundarios, que respeta la naturaleza humana”, a pesar de que también anuncian que los tratamientos pueden consistir en operaciones quirúrgicas para tratar la endometriosis, quistes o miomas. “Persigue el bien del matrimonio sin los dilemas morales de la reproducción artificial. La persona siempre es el valor principal. Tanto el matrimonio como el bebé por nacer”, continúan. En conversación con el director de la clínica, Álvaro Ortega, sobre si son las motivaciones religiosas las que están detrás de su método y del rechazo a trabajar con técnicas de reproducción, asegura que los embriones “son seres humanos”. “Eso no es susceptible de opinión”, subraya.
La clínica también resuelve algunas dudas básicas en su página web. Entre ellas, incluye si puede realizarse un seminograma (prueba que analizar el semen) sin necesidad de masturbarse. Fertilitas responde que sí es posible si se utiliza un recolector estéril “después de un acto sexual normal”.
Sin aval científico
El presidente de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), Juanjo Espinos, asegura que no dan ningún tipo de aval científico a la naprotecnología: “Parece que hacen algo que es en realidad muy antiguo, controlar el ciclo menstrual, el moco cervical, hacer un diario, darte consejos... En cuanto al diagnóstico de enfermedades o dificultades, como la endometriosis, es algo que se hace siempre, y que además es un diagnóstico muy complicado, incluso cuando se hacen pruebas sensibles y específicas”. Espinos considera que el argumentario de la clínica, que habla de métodos naturales pero también de “tratamientos médicos y quirúrgicos que ayudan al sistema procreativo natural, sin sustituirlo”, tal y como aparece en su página web, es genérico y no permite saber cómo tratan uno de los factores clave que afecta a la fertilidad hoy en día: el efecto de la edad.
Una obstetra especialista en reproducción asistida que trabaja en la sanidad pública desde hace más de 25 años y que prefiere no ser identificada explica que en la sanidad pública los protocolos ya establecen hacer un estudio de la fertilidad basado en pruebas claramente sostenidas en la evidencia científica para detectar posibles problemas. A partir de ahí, establecen el tratamiento médico a seguir para ayudar a que se produzca el embarazo. “Solo en algunos casos en los que se ha probado todo y no ha funcionado, ofrecemos a veces tratamientos o pruebas en las que no hay suficiente evidencia científica y que se están comprobando”, dice. Es el caso de la vitamina D: “No hay evidencia científica suficiente que relacione su déficit con los problemas para quedarse embarazada y en la sanidad pública no la suministramos, pero hay clínicas privadas que creen mucho en ello y la utilizan. Pasa también con otras cosas, no estás haciendo nada malo, pero no estás haciendo algo con suficiente evidencia científica”.
Esos estudios en la sanidad pública, también en la privada, ya contemplan estudios hormonales (especialmente centrados en la hormona antimülleriana, que establece la capacidad de crear óvulos), un marcador ecográfico para diagnosticar posibles problemas internos y, si hay pareja masculina, un seminograma, que analiza la calidad del semen. “A partir de ahí, si las pruebas están bien y la mujer tiene menos de 38 años, se hace una prueba en las trompas uterinas para ver la viabilidad de la inseminación artificial o si hay que recurrir a la fecundación in vitro”, prosigue la ginecóloga. El director de Fertilitas, Álvaro Ortega, insiste en que sus abordajes diagnósticos y terapéuticos son “más exhaustivos”.
La Fundación Más Vida, presidida por Ortega, es una de las convocantes de las marchas anuales Sí a la vida en contra del derecho al aborto. “Hemos ido viendo cómo en este tiempo atrás, el único empeño del Gobierno ha sido potenciar el aborto, al que le rodea un gran negocio multimillonario”, decía el director de esta clínica privada en unas declaraciones a la Cadena Cope hace un año.
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