La huelga de cuidados: cuando los hombres asumen la carga extra de las mujeres
La huelga feminista de este 8 de marzo es laboral, estudiantil, de consumo y, también, de cuidados. Unos cuidados de los que tradicionalmente, y casi sin discusión, se encargan las mujeres y que consisten en la atención a mayores, niños y personas dependientes y la realización de las tareas domésticas. Es decir, una segunda jornada laboral que hoy impide a muchas feministas sumarse a este paro por no poder dejar, por ejemplo, a niños pequeños con ningún hombre.
Para apoyar a las mujeres y garantizar su derecho efectivo a la huelga, en varios puntos del Estado se han constituido grupos de hombres que hoy realizan estas tareas. En Madrid existen cerca de una treintena.
Habitualmente el centro social La Ingobernable abre por las tardes, pero este 8 de marzo lo ha hecho a las 7 de la mañana. Un grupo de hombres preparan cafés, tostadas y zumos, mientras organizan un punto de información y acondicionan el espacio para atender a cualquier huelguista que necesite parar a descansar, tomar un café o dejar a sus hijas para que las cuiden mientras ellas asisten a piquetes o convocatorias.
A las 9 suena el despertador de un teléfono: “A esta hora me levanto un día normal”. Pasadas las 10 de la mañana llegan las primeras mujeres “a reponer fuerzas y tomar un café, para respetar la huelga de consumo y cuidados”. Lo hacen después de participar, desde las 7.45 horas, en un piquete en el Congreso de los Diputados, donde trabajan.
Sobre esa misma hora, más de una veintena de niñas, a los que se irán sumando más a lo largo de la mañana hasta prácticamente duplicar la cifra, llegan al punto de cuidados del Espacio Vecinal de Arganzuela (EVA), en Legazpi. El espacio está habilitado como una auténtica guardería, con una ludoteca con juguetes, biblioteca infantil, competiciones de pin pon, videoconsolas y servicio de meriendas y comidas para las más pequeñas, pero también para las mujeres que decidan pasarse por allí. En él colaboran alguno de los profesores de las niñas, que han secundado la huelga laboral para echar una mano y que se visibilice en los centros de trabajo lo que supone que las mujeres no se encarguen de las pequeñas.
Ceder el protagonismo
“La idea de este punto de cuidados surgió en una asamblea mixta del 8M”, explica Gonzalo, uno de los portavoces del grupo de hombres del EVA. “El objetivo es visibilizar los cuidados que asumen las mujeres y generar un debate sobre por qué se tienen que encargar solo ellas de este trabajo e, incluso, plantear la posibilidad de colectivizarlos”, continúa.
Unos objetivos que comparten también en La Ingobernable, donde ceden todo el protagonismo a las mujeres. “Estamos aquí gracias a las compañeras que se han currado la huelga. Con esta convocatoria, que no es exclusivamente laboral, ponen en evidencia que los hombres no nos encargamos de nada. Por eso es necesario que existan estos puntos”, recalca un portavoz del grupo que prefiere no dar su nombre “por la cantidad de veces que ellas han sido invisibilizadas”.
“Nos parece que esta es la función que debe cumplir un hombre hoy: apoyarnos para que podamos tener una huelga efectiva”, señalan un grupo de jóvenes que han secundado la huelga laboral y estudiantil.
A lo largo de la mañana comienzan también a llegar niñas a la ludoteca de este centro, mientras el goteo de huelguistas es imparable: estudiantes, paradas, trabajadoras. Para la hora de comer, el local está abarrotado y el ambiente es casi de celebración. Sobre todo, cuando una mujer lee en su móvil que UGT y CCOO han cifrado el seguimiento de los paros parciales en 5,9 millones de trabajadoras.
“Se nota que lo han organizado mujeres”, bromea Dama, una empleada pública de Arganda del Rey que ha acudido con un grupo de compañeras a diferentes concentraciones a lo largo de toda la jornada y que ve en los puntos de cuidado “un lugar al margen del consumo” para cosas tan básicas como, por ejemplo, tomar un café o ir al servicio, cuando llevas todo el día en la calle, sin recurrir a un bar (lo que supondría, de hecho, saltarse esa parte de la huelga).
Los hombres del EVA y de La Ingobernable han llevado comida recién cocinada al picnic feminista de la cuesta del Moyano. En sus propios centros tampoco ha faltado el menú: para los niños, macarrones con tomate; para ellas, lentejas veganas, paella y sopa thai con quinoa y sopa de ajo, en el primero, y bocatas y potaje en el segundo.
En la asociación cultural y pedagógica El Arenero, un espacio de crianza compartida en el barrio de Acacias, también surgió la idea de colaborar en esta huelga feminista. Allí cuidan todas las mañanas a 10 niñas y esta, además, se han hecho cargo de otras pequeñas que ya han participado en el proyecto. Por la tarde, “varios papás abren el espacio para que quien lo necesite pueda dejar a sus niñas para ir a la manifestación”, explica Pablo, uno de los acompañantes. Eso sí, se “priorizará a aquellas mujeres que no tengan otra alternativa de cuidados”, indica Abel, uno de los padres de la iniciativa.
Cuestión de voluntad
Otros puntos se han quedado vacíos. Es el caso del centro social comunitario del Casino de la Reina, donde el Ayuntamiento de Madrid había puesto a disposición de las huelguistas un punto de cuidados para pequeños. En el EVA también se habían ofrecido a cuidar a personas dependientes, pero nadie acudió al ofrecimiento. “Entendemos que al ser algo nuevo y tratarse de personas que necesitan cuidados especiales dé más miedo”.
Pero, cuando sean las 12 de la noche y el día 8 quede atrás, tanto para ellas como para ellos, el objetivo es el mismo. “Hemos visto que si existe voluntad, se puede”, recalcan ellas. “Tenemos que pensar qué vamos a hacer a partir de mañana para alcanzar un reparto equitativo” y “continuar con esto”, dicen ellos. Porque “el trabajo más importante es el que sostiene la vida”. Y ese, es el de los cuidados.