El primer escalón de la sanidad pública está en su “punto crítico”. Llevan semanas denunciándolo profesionales, asociaciones médicas y sindicatos y miles de ciudadanos que han salido a la calle en diferentes puntos para defender a los médicos de familia y los pediatras. Mientras tanto, una parte del sector privado vigila con cierta preocupación tanto el colapso del sistema público como el aumento de las pólizas, que llevan a atrasar las citas en algunas especialidades.
“Nos están teniendo de alternativa para la accesibilidad cuando no es nuestro objetivo, ni estamos preparados para ello ni queremos serlo. Además, desde el punto de vista económico no es negocio para nosotros”, advertía el presidente de la Fundación Idis, que aglutina al sector, Juan Abarca.
Su teoría es sencilla, pero esconde muchos matices. Antes de la pandemia, los clientes de la sanidad privada contrataban sus pólizas para acceder a determinados especialistas, que era donde la pública tenía el tapón. Por ejemplo, en Madrid, en 2019, había casi 70.000 personas que esperaban más de tres meses para una prueba diagnóstica y más de 156.000 personas aguardaban para que les viera un especialista. Ahora, sin embargo, el problema se ha extendido a la Atención Primaria, con profesionales quemados, agendas que exceden lo recomendable y carencias de personal.
“La gente que ya tenía una póliza utiliza más que antes la privada y, lo que es peor, la gente se está haciendo seguros a coste bajo para acceder al sistema sanitario, lo cual es un desastre para el sistema de salud”, indica Abarca, que defiende que su negocio –es el presidente de HM Hospitales– no pasa por ser “una alternativa a la accesibilidad”, sino que se basa “en la diferenciación”. “Si la población se hace un seguro de 25 euros simplemente para asistir a una consulta, se produce un colapso para nosotros y mucha más presión, que se suma al déficit de profesionales que tenemos”, explica.
En España, el número de asegurados lleva creciendo desde la última década, al calor de las protestas y las reivindicaciones de los profesionales sanitarios de la pública. Fue hace 10 años cuando la presidenta madrileña Esperanza Aguirre prendió la mecha de las Mareas Blancas con su plan para privatizar hospitales. Según los datos del sector, en 2021, los últimos disponibles, el 24,4% de la población tenía contratada una póliza, más de 2,8 millones y casi 6 puntos más que en 2011. El mayor aumento porcentual se había experimentado en 2020.
Estos datos engloban a todos aquellos usuarios que tiene contratado un seguro de prestación de servicios. Hay de dos tipos: los particulares que pueden compaginar la sanidad pública con su póliza privada y los funcionarios de la administración central del Estado, que renuncian a ser atendidos en la pública. De los dos millones de trabajadores públicos, en torno al 80% optan por esta fórmula. Así se explica, por ejemplo, la alta tasa en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, donde opera la administración estatal, o en Madrid, por el efecto de la capitalidad.
“Los seguros médicos tienen éxito porque son productos que se comercializan a precios competitivos y accesibles, la oferta disponible es amplia y plantea características diferenciales”, señalan desde la Unión Española de Entidades Aseguradoras y Reaseguradoras (Unespa), que apuntan que “permiten contar con opciones terapéuticas complementarias y acceder al especialista rápidamente”, entre otras prestaciones.
Sin embargo, es esa rapidez la que peligra con el deterioro de la sanidad pública. “Sí hay gente con pólizas normales que se encuentra con listas de espera de, a lo mejor, un mes”, admite Abarca, que las compara con “los seis meses de la pública”. Además, las circunscribe a determinadas zonas, como Madrid y Barcelona, donde el desarrollo de la privada ha sido mayor. Y a ciertas especialidades, principalmente médicas, como reumatología y dermatología, pero no con las pruebas o con las intervenciones.
“Vas a tener que esperar más, porque hay más gente”
En ese diagnóstico coincide la secretaria técnica de privada de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos, Virginia Izura. “Vas a tener que esperar más, porque hay más gente que se está yendo a la privada”, indica para especialidades como dermatología, ginecología o neumología. Ana recurrió a un seguro privado en febrero de 2020, cuando se empezaban a sumar los casos de Covid-19, para una prueba que no llegaba en la sanidad pública madrileña. Esta semana se ha dado de baja. En sus últimas visitas le daban cita “para dentro de un mes o dos meses”.
Es un comentario que comparte Héctor, otro paciente de la privada en Madrid. Es, con diferencia, la comunidad autónoma con mayor penetración del sector privado. Más del 38% de la población cuenta con un seguro privado. El Gobierno regional ondea con una mano la bandera de la libertad, alegando que los madrileños puede elegir qué modelo sanitario prefieren, mientras con la otra es la administración que menos invierte en sanidad por habitante: 756 euros por persona en 2021.
Izura ahonda en una advertencia: “Los pacientes tienen que tener mucho cuidado con qué pólizas se les ofrecen, porque a veces hay pólizas engañosas o con letra pequeña y no están incluidos todos los procesos”. “Para nosotros la rentabilidad no está en las consultas, está en todo el proceso. Cuanta más complejidad, más facturamos”, apunta el presidente de Idis, que critica esas pólizas low cost.
“Yo no hago hospitales para que la gente venga solo a consulta. Atendemos a la gente, porque tenemos un sentimiento de responsabilidad, porque yo podría decir que esas pólizas no las atiendo, pero el problema lo tiene que solucionar la sanidad pública”, admite Abarca. Esta redacción se ha puesto en contacto con la Alianza de la Sanidad Privada Español (ASPE), pero han declinado participar en esta información.
El incremento en los tiempos de espera para acceder a un especialista se limita a algunas especialidades, como dermatología, psiquiatría o diagnóstico por imagen, por ejemplo, y a algunos centros en concreto, que asumen una mayor carga asistencial
En España, la mayor parte del mercado de las aseguradoras se reparte entre Securcaixa Adeslas, Sanitas y Asisa. “La contratación de ese tipo de seguros con prestaciones limitadas es muy residual y se limita a perfiles de asegurados muy completos”, señalan fuentes de esta última compañía, que cuenta, como Sanitas, con su propia red hospitalaria.
Estas mismas fuentes indican a elDiario.es que “hasta septiembre de este mismo año se ha mantenido un crecimiento similar (4,6%)” al de 2021, que es “perfectamente asumible por parte del sector”. “El incremento en los tiempos de espera para acceder a un especialista se limita a algunas especialidades, como dermatología, psiquiatría o diagnóstico por imagen, por ejemplo, y a algunos centros en concreto, que asumen una mayor carga asistencial”, reconocen. Otro factor es el efecto de la pandemia, “que retrasó consultas no urgentes que se han retomado en los últimos meses”.
En paralelo a la tendencia al alza de las pólizas, otras compañías sin vinculación con el sector sanitario, han ido reclamando su trozo del pastel. Como Homedoctor de la compañía de alarmas Securitas Direct, que ofrece videoconsultas en menos de un minuto o los seguros de compañías telefónicas como la propia Telefónica o MásMóvil.
Ante la perspectiva de que el deterioro de la sanidad pública repercute ahora para mal en la privada, porque le carga con aquellas consultas que aportan menor rendimiento a sus cuentas, todas las fuentes consultadas coinciden en señalar la importancia de mantener la fortaleza del Sistema Nacional de Salud: “No queremos sustituir a la pública”. Al menos, la parte que no sale rentable.