Enésima guerra abierta en pandemia entre varias comunidades con el Ministerio de Sanidad. Esta vez, a cuenta de la segunda dosis de los casi dos millones de menores de 60 años vacunados contra la COVID-19 con un primer pinchazo de AstraZeneca/Oxford entre febrero y abril. Las dos partes parecieron llegar a un acuerdo tras una larga reunión el pasado martes: dar a este colectivo –profesionales considerados esenciales en su mayoría– una segunda dosis de Pfizer, que era la opción defendida por el gobierno central. Debería comenzar a aplicarse “en los próximos días”, pero varias autonomías que mostraron su desacuerdo en la reunión en la que participaron todos los directores de Salud Pública, siguen insistiendo en el rechazo. Sanidad cedió entonces a una tercera vía, que consistiría en estudiar la posibilidad de que, si algunos ciudadanos en esa situación lo prefieren y dan su consentimiento, puedan recibir un segundo vial de AstraZeneca. El Ministerio encomendó al Comité de Bioética de España la elaboración de un informe que ayude a decidir si es viable. En ese informe se está trabajando y, si no hay retrasos, debería publicarse este mismo viernes, según explican miembros de este órgano a elDiario.es.
Mientras ese informe se publica, los desafíos de las comunidades han ido subiendo de tono. Catalunya, Euskadi, Madrid y Castilla y León protestaron el miércoles, pero en el Consejo Interterritorial que reunió a la ministra Carolina Darias con los consejeros autonómicos de Sanidad no se votó la cuestión ni se planteó la posibilidad de modificar la resolución de Salud Pública.
Este jueves, Castilla y León ha recomendado no mezclar AstraZeneca con el fármaco de otra compañía. Galicia se ha blindado y pedirá consentimiento informado para una segunda dosis con Pfizer, no al revés. Desde Andalucía manifiestan que vacunarán con la segunda dosis de AstraZeneca a menores de 60 de forma voluntaria. Madrid ha recomendado directamente a los menores de 60 optar por AstraZeneca porque “lo anómalo es poner Pfizer”.
La vacunación llamada “heteróloga” o “mixta” es frecuente en otras campañas contra otras muchas enfermedades. El método se considera por lo general seguro y eficaz. Sin embargo, buena parte de la comunidad científica se ha opuesto a mezclar fármacos, entre otras cosas, por la confusión que genera.
El informe del Comité de Bioética que busca resolver parte de esta discusión será “consultivo, no vinculante”, apuntan fuentes del órgano. Lo establece así la Ley de 2007 que fundó esta institución formada por expertos en derecho, medicina o biología. Una de las funciones del Comité es “emitir informes, propuestas y recomendaciones” en “asuntos con implicaciones bioéticas relevantes”, como este momento. Un asunto a tratar es la consistencia de que los propios ciudadanos sean quienes decidan sobre el medicamento que están recibiendo, en vez de que lo haga la administración sanitaria, con más información disponible. José Antonio Forcada, presidente de la Asociación Enfermería y Vacunas (ANENVAC), entidad participante en la elaboración de la estrategia nacional, ve muy grave todo este proceso en el que opina que se ha enrocado el Ministerio. Porque “los ciudadanos no tienen el conocimiento científico para una decisión de este calibre”, y porque no le parece que tenga sentido “que unos puedan elegir y otros no, y esto abre la veda”. Tampoco ve bien “que se pida un consentimiento informado para la segunda pauta de AstraZeneca –aprobada en ficha técnica y por la OMS– mientras que a quienes se les pone Pfizer, algo que no está recomendado, no se les pide”. Varios especialistas de la estrategia nacional que coordina el Ministerio también querían que se continuase con AstraZeneca.
¿Van a sobrar dosis o nos van a faltar?
El pasado 7 de abril, las comunidades y el Ministerio acordaron suspender la campaña con AstraZeneca para los profesionales considerados esenciales (policías, bomberos, militares, docentes) menores de 60 años que estaban siendo vacunados con ella, debido a un vínculo entre la inoculación y unos pocos casos de trombos que había detectado la Agencia Europea del Medicamento entre unos 20 millones de personas en el continente. También, se reconoce en la estrategia nacional, buscaban con esto dar un impulso a la vacunación de los mayores de 60 años, el grupo más vulnerable frente a una COVID-19 grave. AstraZeneca, como todas las demás vacunas aprobadas menos Janssen, requiere de dos dosis para considerar la inmunización completa, separadas en su caso por 12 semanas. Así que eso dejó en un limbo a casi 2 millones de ciudadanos que la habían recibido hasta entonces, pendientes de una segunda dosis que ya no podría ser de AstraZeneca. Las pautas de los primeros vacunados en febrero comenzaban a tocar a principios de mayo, pero se retrasaron cuatro semanas, hasta finales, para dar margen.
La Agencia Europea del Medicamento nunca recomendó parar la campaña con AstraZeneca para ninguna edad porque concluyeron que los beneficios del fármaco son por mucho superiores a los riesgos, pero muchos estados miembros europeos decidieron igual que España detener la inoculación de la vacuna en menores de 60. Países como Francia también han optado por esta vía, aunque no han dado a los ciudadanos esta tercera vía de poder elegir. El Instituto de Salud Carlos III, dependiente del Ministerio de Sanidad y del de Ciencia, inició en abril un estudio con 600 personas en el que se comprobó que dar una segunda dosis de Pfizer es seguro y efectivo, pero la comunidad científica criticó que era una muestra demasiado pequeña para que fuese decisivo. Sanidad se apoyó en él, además de en otras investigaciones internacionales, para defender en la Comisión de Salud Pública la postura de que se les diese Pfizer, que finalmente, aunque con polémica, salió adelante.
El temor de algunas consejerías, según indican fuentes autonómicas, es que usar las dosis de Pfizer como segunda pauta para menores de 60 años se traduzca en que haya que retrasar primeras pautas de otros colectivos prioritarios. O en que haya que reorganizar planes, en un momento en el que algunas autonomías ya han anunciado fechas para comenzar con grupos de edad menores incluso de 50.
De Pfizer llegan a la semana 1,3 millones de dosis, así que, si hay que usarlas para los casi dos millones de menores de 60 que están a la espera, lo equivalente a más de una remesa entera tendrá que ser empleada únicamente en eso. No podrá ser utilizada en otros grupos de edad y no se podrá avanzar tal y como estaba previsto. Varias comunidades ya han comenzado a vacunar a la franja de edad general entre 50 y 59 años, sobre todo con Pfizer porque es la vacuna de la que más dosis disponemos, aunque también se utiliza Janssen.
De Pfizer, de aquí a septiembre, esperamos unos 26 millones de dosis, 13 millones solo en el mes de junio, según anunció el presidente Pedro Sánchez. De AstraZeneca no hay una previsión clara para las siguientes semanas, los envíos no son regulares y desde el Ministerio solo especifican que informan “una vez han llegado a nuestro país”. De aquí a septiembre esperamos, como mínimo, 6,5 millones, muchas menos que de Pfizer. Además, con AstraZeneca no se puede vacunar a ningún menor de 60 años en estos momentos, según se ha establecido en España. Se está usando, sobre todo, en la franja de edad 60-69 (5,3 millones de personas). Pero el 85% de los de 60-69 ya tienen un pinchazo, queda por completar el grupo y sus segundas inyecciones y luego, sí, si sobran, habrá que decidir sobre el destino de esas dosis que sigan llegando. Uno posible será volver a aprobarla para menores de 60, pero otro probable, según los organismos, será la donación al mecanismo de reparto equitativo a terceros países COVAX, de la ONU. De momento, unas 900.000 de 5,7 millones que han arribado desde febrero están guardadas en neveras.
José Antonio Forcada, de ANENVAC, está en contra de que se le dé Pfizer como segunda dosis a los menores de 60. “Puede haber mucho rechazo de gente que no quiera ponerse AstraZeneca, pero también habrá gente que no se quiera poner la de Pfizer por no sentirse conejillo de indias”. En resumen, “habrá que resolver un problema que ellos mismos han creado”. “Es una bola que cada vez se va engordando más”, añade.
El Ministerio insiste en que “todas las vacunas son seguras y eficaces y que es importante que la población se vacune para alcanzar la mayor inmunidad posible en el menor plazo posible”.