RESIDENCIAS DE ANCIANOS

Seis comunidades registran ahora más muertes en residencias que en la primera ola de COVID-19

Más de 26.366 personas han fallecido en residencias de mayores desde el comienzo de la pandemia. El que fuera epicentro de los daños en la primera ola ha vuelto a convertirse en uno de los principales puntos de transmisión de la enfermedad a finales de este 2020. Son siete las comunidades autónomas que registran desde junio más fallecidos que en el periodo anterior, el más letal de la crisis de la COVID-19: Andalucía, Asturias, Baleares, Canarias, Galicia y Murcia, que prácticamente lo iguala.

Según los datos aportados por cada comunidad autónoma —salvo Madrid, que no los actualiza desde septiembre— y recogidos por elDiario.es, la mortalidad total de este colectivo se ha reducido mucho en esta segunda fase de la pandemia, pero hay regiones donde la incidencia se ha multiplicado. Los datos públicos de Catalunya referentes al final de la primera ola contabilizaban 3.524 muertes el 9 de junio. Ahora mismo hay 7.655 publicadas en su portal de transparencia, pero desde Salud de la Generalitat dicen que desde junio han fallecido aproximadamente 1.500 residentes y que el resto fueron defunciones infraestimadas de la primera fase de la pandemia.

Hace poco más de un mes, la Secretaría de Estado de Derechos Sociales publicó por primera vez una estimación oficial de muertes en estos centros hasta el 23 de junio: 20.268 personas, lo que suponía el 44% de la mortalidad total de la población y un incremento notable respecto a los cálculos previos realizados por el Gobierno (que rondaban las 18.000).

Si atendemos a la última cifra, habrían fallecido 6.000 personas más en estos seis meses, aunque los expertos no descartan que aumenten en posteriores publicaciones de datos más depurados. Se trata de un cálculo a la baja, teniendo en cuenta que los datos del Ministerio de Sanidad y de las consejerías suelen diferir, y que algunas han optado por diferenciar las muertes en residencias y hospitales, a pesar de que los internos se hubiesen infectado en las primeras, como hace la Comunidad de Madrid.

¿Se ha protegido más a los mayores en este tiempo? El presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, defiende que sí a pesar de que la letalidad en los geriátricos de su comunidad ha aumentado un 103,3% respecto a junio. En el caso de Andalucía y Canarias, respectivamente, esa tasa de variación alcanza el 149% y el 142%, pero en Asturias repunta al 188%. En el Principado han fallecido 650 residentes desde el comienzo de la pandemia, y 424 lo han hecho en estos últimos seis meses. Por su parte, Catalunya contabiliza 7.544 defunciones, más del doble que desde junio y con algunos brotes realmente preocupantes como el de la residencia de Tremp, en Lleida, que ha sumado 55 fallecidos en menos de un mes.

En la última semana de noviembre —Sanidad no ha actualizado esos datos en su último informe— se detectaron en residencias de ancianos 58 nuevos brotes que han generado 728 casos, una media de más de 12 casos por cada brote.

Salvo en excepciones, la opacidad que rodeó a las muertes en residencias en la primera ola y fue motivo de indignación ciudadana ya no es tan acusada. Los gobiernos regionales han implantado nuevos protocolos de protección para estos centros e intentan mantener al día los datos de brotes y contagios en sus portales de transparencia. Pero, como dijo este jueves el director del Centro de Emergencias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, “no son islas”. La escalada de positivos que vive toda España tiene su efecto espejo en las residencias, por lo que lo considera “estadísticamente esperable” aunque no sea “lo ideal” y en su opinión haya que reducir aún más la incidencia.

Además, los epidemiólogos piensan que hay que tener varias cosas en cuenta a la hora de leer los datos. Lo primero, que el periodo de esta segunda ola ha sido más amplio. “Seis meses son muchos meses”, y algunas comunidades como Asturias, Canarias, Baleares y Andalucía, que no tuvieron un pico extremo de contagios ni muertes en marzo, se están viendo ahora más afectadas. “El aplanamiento de la curva que dibujó Fernando Simón está ocurriendo en la segunda ola. Es decir, no hay menos casos, pero están más sostenidos en el tiempo para que no lleguen a saturar el sistema sanitario”, explica Pedro Gullón, miembro de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE).

“Cada ola tiene sus peculiaridades, y los lugares donde el efecto de la primera fue mayor suelen diferir de los que repuntan en la segunda”, responde Manuel Franco, epidemiólogo y profesor de la Universidad de Alcalá y de la Johns Hopkins. Ildefonso Hernández, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública (SESPAS) y exdirector general de Salud Pública de Sanidad, lo expresa de forma un poco más tajante: “Cuando hay una explosión de mortalidad como la que hubo en marzo, es más fácil que la gente vulnerable hubiese caído ya en la primera fase, por eso ahora están destacando otras zonas”.

Eso es lo que ha ocurrido en Asturias o Galicia, que tienen los mayores índices de envejecimiento del país (225% y 202%) pero donde el virus no había traspasado de forma tan letal como en otras comunidades. “Nos adentramos en un problemón demográfico. Nuestra natalidad y fecundidad va a retrasarse más todavía por las consecuencias económicas del coronavirus y, por muchos ancianos que estén falleciendo, vamos a seguir siendo un país envejecido”, vaticina Manuel Franco.

La otra cuestión a tener en cuenta es el exceso de mortalidad que ha publicado recientemente el Sistema de Monitorización de la Mortalidad (MoMo), del ISCIII. En él precisamente destacan Andalucía, Murcia, Galicia, Canarias y Baleares. “No todo el exceso de mortalidad del MoMo es por culpa de la COVID-19, pero es cierto que la diferencia entre sus datos y los fallecidos con PCR positiva no es tan grande ahora como antes”, analiza Pedro Gullón. En los primeros meses de pandemia hubo mucha mortalidad sin detectar y sin causa atribuible. “Eso se hace mejor ahora, sirve para cortar mejor las cadenas de transmisión, pero también proporciona datos más alarmantes de muertes a posteriori”, opina el experto.

Por eso, todos los epidemiólogos consultados, y también Fernando Simón, creen que es importante atajar los brotes y los contagios a tiempo ya que los datos de muertes suelen manifestarse varias semanas después. Los fallecimientos en residencias que se contabilizan a día de hoy responden a cadenas de transmisión registradas en la horquilla previa de un mes. “El riesgo en los sitios cerrados es altísimo, así que habría que repensar el modelo de cuidados a las personas mayores y cómo se gestionan estos centros”, opina Ildefonso Hernández.

Simón advirtió que “no vamos a poder evitarlos al 100%”, “sobre todo por la cantidad de personal que pasa por ellos, por el funcionamiento de los sitios comunes y por los trabajos que ahí se realizan”, comparte Hernández. “A pesar de todas las medidas preventivas, las características inherentes al trabajo de los cuidados hace difícil la prevención. Da la impresión de que esta estrategia no es perfecta”, incide el epidemiólogo, que apuesta por buscar formas innovadoras atendiendo al preocupante escenario epidemiológico que vive el país.

Las navidades, momento clave

El portavoz de SESPAS, Ildefonso Hernández, cree que no hay estudios suficientemente precisos sobre la segunda ola para pensar que ciertas regiones han descuidado sus residencias. “La encuesta epidemiológica es compleja y con las prisas con las que vamos no estamos para finuras”, dice, “aunque siempre se puede hacer mejor”.

Manuel Franco, por su parte, cree que en “España estamos siendo muy lentos al reaccionar” porque son “sitios muy vulnerables y es obligatorio aprender de los vecinos”, dice en referencia a Madrid, Catalunya y Castilla y León, que protagonizaron el drama en la primera ola. “Un brote en una residencia se convierte rápidamente en algo mortal. Además, en esta segunda ola ha habido comunidades autónomas con una tensión hospitalaria muy alta y en la que no sabemos si los circuitos con los centros sociosanitarios han sido los adecuados”, se plantea Pedró Gullón, de la Sociedad Española de Epidemiología. “Posiblemente no”, concluye.

Los expertos tienen dos escenarios en mente, uno optimista y otro pesimista. El primero es del plan de vacunación, que empezará el próximo domingo 27 de diciembre y en el que los residentes serán el grupo de población prioritario junto a los sanitarios. Sin embargo, coincide con la Navidad, periodo preocupante según los epidemiólogos y expertos en Salud Pública ya que muchos ancianos saldrán de las residencias para celebrarla con sus familias.

“Es un momento muy delicado. Ha pasado en EEUU después de Acción de gracias, que el exceso de casos es brutal y han empezado ahora a salir a la luz las muertes”, cuenta Ildefonso Hernández. “Es necesario que los responsables sanitarios y políticos asuman un liderazgo y vayan incidiendo en la prevención por encima de todo, sobre todo si no queremos encontrarnos un aumento sorpresivo de las cifras en estos centros después de las fiestas”, sentencia.

Artículo elaborado con la colaboración de las ediciones regionales de eldiario.es y Ana Ordaz en los gráficos. En una primera versión se incluía a Catalunya porque sus datos publicados a 9 de junio, al final de la primera ola, estaban infraestimados.

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