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Las comunidades del PP chocan con Sanidad por el plan para controlar la gripe, que se queda en el aire

Detalle de una mascarilla junto a un centro de salud. EFE/ Raquel Manzanares

Sofía Pérez Mendoza

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El plan para controlar la gripe a través de un uso gradual de la mascarilla en función del empeoramiento de la transmisión se ha quedado en el aire. La Comisión de Salud Pública en la que iba a aprobarse el documento, donde están presentes los directores generales de todos los territorios, ha terminado sin acuerdo, según ha confirmado el secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla. “Las comunidades autónomas del PP frenan el documento redactado por sus propios técnicos para tener por primera vez un plan de actuación común frente a la epidemia de virus respiratorios”, ha escrito el número dos del Ministerio en X.

La estrategia emaba del trabajo de técnicos de al menos ocho comunidades autónomas, del Centro Nacional de Epidemiología y del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias (CCAES); y planteaba cuatro escenarios de riesgo, del 0 al 3, con una aplicación progresiva del uso de la mascarilla. Una semana antes había sido aprobado en la ponencia de alertas, donde están representados todos los territorios.

Sin embargo, en la reunión de este jueves se han puesto sobre la mesa disprepancias que han terminado por posponer la votación por la falta de acuerdo. El Ministerio convocará un nuevo encuentro extraordinario en unos días y seguirá estudiando el texto con las enmiendas que envíen las comunidades.

Madrid, Castilla y León y Canarias

La directora general de Salud Pública de la Comunidad de Madrid, Elena Andradas, ha asegurado que su región, gobernada por el Partido Popular, “no es la única que no está de acuerdo con el documento”. Su argumento es que “adolece de falta de criterio técnico y cierta improvisación”. Es el motivo principal al que aluden las comunidades para explicar el desacuerdo: que el documento está “inmaduro”. Castilla y León también ha manifestado activamente su rechazo, así como Canarias, según fuentes presentes en la reunión.

El origen del documento fue la queja de las comunidades ante la imposición de la mascarilla por parte de Sanidad el año pasado. El Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias convocó a los técnicos de las comunidades que lo desearan para empezar a trabajar en una estrategia conjunta que ha derivado meses después en el plan que este jueves se ha debatido. “No es un plan de Sanidad. Es un documento que se trabajó primero con ocho comunidades, luego se aprobó en ponencia y hoy con los directores generales, en contra de sus técnicos, han pospuesto su decisión”, ha manifestado Pedro Gullón, director general de Salud Pública, en X. Esas ocho regiones son Asturias, Castilla y León, Catalunya, Galicia, Extremadura, Murcia, Comunitat Valenciana y La Rioja.

La representante de Madrid también ha aludido, en declaraciones a la prensa cuando el encuentro todavía no había finalizado, a que “no hay una información que pueda ser comparable entre las comundiades y que nos permita hacer una evaluación del riesgo para implementar medidas de manera simultánea”.

Sin umbrales marcados

El objetivo del plan es “garantizar la coordinación entre los territorios” en otoño e invierno, cuando se intensifique la circulación de la Covid-19, la gripe y el virus respiratorio sincitial (VRS). Una herramienta, similar a los semáforos de la Covid-19, para ir actuando gradualmente según vaya aumentando la incidencia y evitar la saturación de los hospitales con la diferencia de que está compuesto por recomendaciones –no obligaciones– y que los umbrales para pasar de un escenario a otro no está fijados. Decidirían cuando hacerlo las comunidades. El documento, según fuentes cercanas al proceso de elaboración, recoge una serie de indicadores clásicos a los que hay que mirar: la incidencia, la detección en Atención Primaria, la tasa de ingresos en planta y UCI o la detección de variantes.

Aunque la mejor medida de prevención es vacunarse, recordó Sanidad, la idea de este plan pionero es sortear el “caos” que se vivió el año pasado y que terminó con la imposición de la mascarilla en casi todos los territorios por parte de Sanidad cuando la transmisión estaba en el pico. “Se trata de actuar antes, no cuando la curva está subiendo exponencialmente porque eso nos puede traer complicaciones”, aseguró la ministra del ramo, Mónica García, hace unos días. La temporada pasada se registró una “actividad gripal muy intensa”: llegó a haber casi 450 casos de gripe por cada 100.000 habitantes y un pico de 16,4 hospitalizaciones en la primera semana de enero.

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