La concentración de CO2 en la atmósfera aumentó el año pasado a una velocidad récord, hasta el nivel más alto en 800.000 años, indicó hoy la Organización Mundial de la Meteorología (OMM) en su boletín anual sobre el impacto de los gases de efecto invernadero.
Esta información se publica pocos días antes del inicio de la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático que tendrá lugar del 6 al 17 de en noviembre en la ciudad alemana de Bonn.
“Tenemos buenos medios para mitigar el cambio climático, pero no hemos actuado lo suficientemente rápido. Para Bonn nuestro mensaje es claro: hay que elevar urgentemente el nivel de ambición si queremos cumplir los objetivos del Acuerdo de París”, dijo en rueda de prensa el secretario general de la OMM, Petteri Taalas.
El Acuerdo de París marca como objetivo mantener el calentamiento global por debajo de los 2 grados centígrados a finales de este siglo respecto a los niveles preindustriales, aunque las naciones se han comprometido a hacer todos los esfuerzos necesarios para no rebasar los 1,5 grados.
No obstante, “de momento nos estamos moviendo hacia cifras más altas debido al aumento de la concentración atmosférica del CO2” dijo Taalas.
En 2016, la concentración atmosférica de CO2 -principal gas de efecto invernadero de larga duración- alcanzó 403,3 partes por millón (ppm), por encima de los 400 en 2015, y representa actualmente el 145 % de los niveles preindustriales (antes de 1750).
La agencia de la ONU atribuye en parte el aumento récord de 3,3 partes por millón de la media anual al resultado de las actividades humanas combinadas con un intenso episodio del fenómeno meteorológico de “El Niño”, que ha tenido devastadores efectos en distintas zonas del mundo entre 2015 y los primeros meses de 2016.
“El Niño” provocó sequías en las regiones tropicales y redujo la capacidad de los “sumideros” -como los bosques, la vegetación o los océanos- para absorber CO2.
La OMM sabe que no ha habido niveles tan elevados en los últimos 800.000 años porque se han realizado mediciones directas en los núcleos de hielo antárticos mediante instrumentos modernos.
Si uno se remonta aún más en el pasado, la última vez que la Tierra experimentó unos niveles similares de concentración de CO2 en la atmósfera fue hace entre 3 y 5 millones de años (400 ppm), es decir en el Plioceno Medio, cuando la temperatura era de 2 a 3 grados más cálida y el nivel del mar entre 10 y 20 metros superior.
Estas mediciones indirectas se hacen a través de las alquenonas, los isótopos de boro y los estomas foliares fósiles conservados en capas de rocas y sedimentos, que permitan hacer estimaciones de las concentraciones de CO2 a lo largo de los últimos millones de años.
Taalas predijo otro récord para el año próximo, aunque quitando el efecto impulsor que aportó en esta ocasión “El Niño”.
El secretario general de la OMM calificó el problema de “muy serio” ante la evidencia de que el calentamiento global modifica los patrones de la lluvia, dado que en algunas partes del mundo hay más sequías e incendios forestales y en otras hay más inundaciones y huracanes, como la temporada récord este año en el Caribe, dijo.
“El CO2 permanece en la atmósfera durante cientos de años y en los océanos incluso más. Las leyes de la física nos dicen que tendremos un clima mucho más caluroso y extremo en el futuro”, señaló Taalas.
Según la OMM, entre 1990 y 2016 el “forzamiento radiativo” -que provoca un efecto de calentamiento del clima- experimentó un incremento del 40 % a causa de los gases de efecto invernadero de larga duración, como son el CO2, el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O).
Solo entre 2015 y 2016 hubo un aumento del 2,5 % del “forzamiento radiativo”, según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EEUU citada en el informe de la OMM.
El CH4 atmosférico alcanzó en 2016 un nuevo máximo con 1.853 partes por mil millones y se sitúa actualmente en el 257 % de los niveles preindustriales, en tanto que la concentración de N2O en la atmósfera alcanzó el año pasado 328,9 partes por mil millones, es decir, un 122 % del nivel de la era preindustrial.