Conchi Lillo, neurocientífica: “Está demostrado que la luz azul del sol y de las pantallas no perjudica nuestra retina”
Dicen que los ojos son el espejo del alma. Darwin los consideraba un órgano tan perfecto que incluso le hizo dudar de su teoría de la evolución. Desde hace miles de años, se les ha dedicado multitud de refranes, dichos populares, canciones y demás piezas de la cultura popular, vistiéndolos de misticismo y, en muchas ocasiones, rodeándolos de un aura espiritual en la que a veces caben pseudociencias y falsas creencias. La neurocientífica Conchi Lillo (Huelva, 1973) lleva años divulgando la importancia que tienen los únicos órganos de nuestro cuerpo que nos permiten captar la luz y generar colores en nuestro cerebro. Aunque, en realidad, como ella misma repite, los colores solo existan gracias a que los vemos.
Ahora, la divulgadora estrena su libro ¡Abre los ojos! (Next Door Publishers), en el que desmonta mitos relacionados con la vista y desmiente bulos, además de contar curiosidades, como que algunas sustancias psicotrópicas, como la dietilamida de ácido lisérgico (LSD) inducen la sinestesia —de ahí lo de “flipar en colores”—. “Nosotros vemos con el cerebro. Es lo que interpreta lo que entra a través de nuestros ojos, que son como una guía de percepción”, cuenta a elDiario.es.
Una de las “máximas” para la doctora en Neurociencias es divulgar la ciencia para que la gente pueda conocer y valorar por qué se pide más dinero para la investigación para bajar de la “torre de marfil” en la que “pasa de todo y el resto del mundo no tiene por qué saberlo”: “Seguimos pensando que la ciencia es para unos pocos y es para todo el mundo, debería serlo”.
Lillo es profesora de la Facultad de Biología de la Universidad de Salamanca, dirige el Servicio de Microscopía Electrónica de la universidad e investiga sobre las enfermedades de la retina en el Instituto de Neurociencias de Castilla y León, que forma parte del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca. La investigadora incide en la importancia de entender que no todo el mundo tiene el mismo tipo de visión, algo fundamental a la hora de hacer diseños gráficos o de incluso, diseñar ciudades y espacios: “No vemos el mundo como es, sino como somos”, explica en su libro.
Teniendo en cuenta la complejidad del ojo y su evolución genética, cabría pensar si se trata de un órgano prácticamente perfecto. ¿Podemos considerarlo así?
La visión de los animales en general no es nada perfecta. Se han ido acumulando una serie de mutaciones, algunas de ellas no prosperan, pero otras han sido beneficiosas en algún sentido. El ojo es una estructura que nos permite percibir la luz y a partir de ahí, generar imágenes o colores, pero tienen muchas imperfecciones.
A lo largo de su libro, hace alusión a múltiples referencias culturales y dichos populares. ¿Por qué tiene tanta importancia la visión?
El ser humano es un ser visual. Nos dejamos guiar por lo que entra por nuestros ojos, y cada vez más información entra a través de la vista, como la forma de expresarnos o cómo nos vestimos. Es una forma de comunicarnos también, aunque no nos centramos tanto en ella porque la damos por hecho, lo que hace que cometamos errores. Por ejemplo, cuando usamos colores. Creemos que todo el mundo ve colores como los vemos la gran mayoría, pero sabemos que hay gente daltónica o con problemas visuales. En las ciudades se usa mucho el verde y el rojo, y tenemos que pensar que un 11% de los hombres son incapaces de distinguirlos. Una de las cosas que quiero desmitificar con este libro es que no todo el mundo tiene que tener el mismo tipo de visión.
De hecho, explica también que hay personas que ven más colores que otras, y que suelen ser las mujeres, pero que, sin embargo, se sigue considerando al ser humano como tricrómata, en lugar de tetracrómata. ¿Tiene esto que ver con los sesgos de género en medicina? Es decir, presuponer como general al ser humano lo que es para los hombres.
La tetracromacia es la capacidad de, en vez de distinguir tres colores (tricromacia), tener una célula más que ayuda a ver más tonalidades. Se conocía desde hace tiempo, pero no había herramientas para demostrar que una persona tenía esa capacidad. En la mayoría de los ensayos se consideraba que el género masculino podía ser el modelo para muchos tipos diferentes de fármacos. Hoy sabemos que eso es falso porque las hormonas sexuales van a influir en cómo los fármacos curan o no nuestro cuerpo. El cómo una persona distingue los colores también es un factor determinante para otras cosas que pasan en nuestras vidas. La mayoría de las mujeres tiene mayor capacidad para distinguir distintas tonalidades porque estamos predispuestas genéticamente a eso. Es algo que hasta ahora, o bien no se sabía con certeza o se ha ignorado, aunque no de forma consciente. No nos hemos dado cuenta que nuestra vida ha estado determinada por cómo ven los hombres en general. No quiero decir que seamos machistas en ese sentido, pero sí que de forma inconsciente modelamos nuestro día a día en torno a cómo ven ciertas personas.
Sobre colores y efectos ópticos, hace unos años se viralizó una imagen de un vestido. Unas personas aseguraban que era blanco y dorado, pero otras lo veían azul y negro. ¿Cómo es posible que se diera esto?
Nosotros vemos con el cerebro. Es lo que interpreta lo que entra a través de nuestros ojos, que son como una guía de percepción. La mayoría de estas imágenes tienen algo de ambigüedad, y al final, nuestro cerebro decide cómo ve esa imagen. Con esa fotografía, nuestro cerebro no sabía si tenía mucha o poca luz y no era capaz de hacer un balance de blancos correcto. Al hacer el balance, si decidía que estaba sacada con mucha luz, oscurecía el vestido, con lo que lo veías azul y negro. Y al contrario. Nuestro cerebro, a lo largo de la evolución, ha aprendido a rellenar la información que le falta con las experiencias anteriores de forma automática, lo que es muy ventajoso para nosotros.
La mayoría de las mujeres tiene mayor capacidad para distinguir distintas tonalidades porque estamos predispuestas genéticamente a eso
Además del vestido, las redes cuentan con diferentes imágenes y mensajes sobre la interpretación que hace nuestro cerebro de lo que los ojos ven. Un ejemplo son las ilusiones ópticas, que según cómo veas una imagen, significa que un hemisferio trabaja más que el otro. También que no usamos el cerebro al 100%. ¿Cómo de cierto es eso?
No tiene nada que ver. Tenemos dos hemisferios que se comunican entre sí, nuestro cerebro está compartimentalizado porque debe tener tareas organizadas, pero trabaja conjuntamente para poder hacer las tareas complejas que hacemos todos los días, que son todas. Lo explican así porque intentan simplificar algo que es muy complejo de explicar. Al simplificarlo, caemos en los mitos y bulos de siempre. Utilizamos el cerebro completo para todas las cosas que hacemos en nuestro día a día, cualquier cosa, hasta tomarnos el desayuno.
Y al cien por cien, ¿no?
Sí, lo que pasa es que no lo utilizamos al 100% todo el tiempo, porque si no, no tendríamos suficiente energía para poder alimentar las neuronas. El cerebro es una máquina muy eficiente porque sabe gestionar muy bien los recursos que tiene.
¿Qué hay de los filtros de luz azul? En los últimos años, nos han bombardeado con que la luz azul de las pantallas es muy dañina para la vista. ¿Es esto así? ¿Deberíamos usar estos filtros en nuestros aparatos o incluso en nuestras gafas?
Nosotros percibimos luz azul. Tenemos tres tipos distintos de conos en los ojos, y uno de ellos responde preferentemente a la luz azul. La vemos y es necesaria para poder generar imágenes, además, regula nuestros ciclos circadianos, es uno de los factores determinantes, aunque no es el único, y esa es una de las cosas en las que incido. Es importante, pero no es el único factor de que tengas o no sueño por la noche. Es importante generar melatonina, pero esta se genera o no por muchas otras cosas, como los hábitos alimenticios o el estrés. Tu sensación de cansancio no se crea solo porque apagues o enciendas la luz.
Si pones filtros en el ordenador para quitar la luz azul, a lo mejor te puede resultar más agradable mirar la pantalla, pero eso lo puedes hacer bajando el brillo, no comprando algo extra.
¿Y las gafas con estos filtros?
Si pones filtros de este tipo en tus gafas para salir a la calle, lo que haces es desregular tu ciclo circadiano. Necesitamos la luz del sol para poder estar despiertos durante el día. Si pones estos filtros y sales a la calle, no estás informando correctamente a tu cerebro porque le estás diciendo que necesitas bloquear la melatonina, entonces puedes tener sensación de sueño. Además, te dicen que la luz azul del sol —que no es igual que la luz ultravioleta— o las pantallas es perjudicial porque puede dañar tu retina y ahí es cuando entramos en cosas que no son ciertas. Está sobradamente demostrado por la ciencia que la luz azul no perjudica a nuestra retina, lo dice la Sociedad Española de Oftalmología, y hay artículos a mansalva que lo demuestran. Pero hay empresas con campañas de marketing muy fuertes que venden ese miedo infundado. Aunque quiero romper una lanza en favor de los ópticos porque sé que hay gente que las vende con la idea genuina de que es beneficioso, no por maldad, sino por desconocimiento. Estos filtros solo podrían servir para personas con algunos tipos de problemas visuales específicos. En ese caso, sus oftalmólogos se los recomiendan y recetan porque aunque en personas sanas no aportan nada, en ellos sí mejoran el deslumbramiento y reducen la fotofobia.
Hablando de bulos y de difusión de estos. En los últimos meses, se han hecho virales tratamientos y cirugías, sobre todo por parte de algunos influencers, para cambiarse el color del iris. ¿Qué opinión le merece?
Hay distintas formas de cambiar el color del iris, algunas son más peligrosas que otras, pero cualquiera de ellas no va a beneficiarte, es simplemente algo estético. Entrar en una operación quirúrgica para modificar tus ojos, me parece lo más horrendo que te puedes hacer. Funcionalmente, el iris sirve para controlar la cantidad de luz que entra a través de tus ojos. Cuanto más oscuro, más protección. Si quieres cambiarlo para que sea más claro, allá tú, pero los riesgos frente a los beneficios son nulos, menos cinco. La función barrera que tiene no va a ser efectiva si te pones un ojo claro. Además, entras en el riesgo de que la intervención puede llevar a males mayores, con problemas asociados que te pueden dejar ciego.
Tu sensación de cansancio no se crea solo porque apagues o enciendas la luz
¿En qué punto están las investigaciones para aplicar técnicas de edición genética en enfermedades relacionadas con la visión?
Hay algunos tipos de ceguera que están causadas por mutaciones en un solo gen. Este tipo de enfermedades son las idóneas para tratarlas con edición genética, porque se modifica ese gen en específico, lo que es un target muy preciso. Cuando se trata de una enfermedad multifactorial es muy difícil de tratar la raíz del problema. En el caso de las de un solo gen mutado, si eres capaz de modificarlo antes de que se desarrolle, se va a poder frenar. Algunos tipos de ceguera son los target idóneos porque el ojo es una estructura muy accesible.
¿Se ha aplicado ya de manera clínica estos tratamientos? Por ejemplo, en el libro citas una enfermedad considerada como muy rara, la amaurosis congénita de Leber
No solo se ha hecho, sino que el medicamento que se diseñó para hacer terapia génica en este tipo de enfermedad ya se ha aprobado por la Asociación Española de Medicamentos como medicamento que se puede utilizar en la clínica. Se usa en EEUU, en Europa y aquí, en España, tenemos gente que han sido tratadas de esta manera. Es un hito porque es el primer medicamento basado en terapia génica que se está utilizando ya en pacientes. Sienta las bases para desarrollar más medicamentos de este tipo.
¿Y qué hay del CRISPR, tan a la orden del día? ¿Se podría aplicar esta herramienta para tratar enfermedades de la vista?
Lo que se ha hecho es sin CRISPR: utilizar un gen que se introduce en una célula dañada. Pero si ahora se puede añadir CRISPR, que sabemos que es una tecnología que puede modificar de una forma mucho más precisa el gen que queremos intervenir, sería el kit perfecto. No solo se podría modificar la célula, sino que sabríamos perfectamente qué gen se debe cambiar sin alterar nada de alrededor. De aquí a no mucho, si somos capaces de que legislativamente podamos utilizar esas herramientas CRISPR para buscar tratamientos para enfermedades conocidas como “raras” en las que sabemos qué gen está mutado, las podremos tratar de raíz. Eso es un avance médico, de la biomedicina, y de la tecnología biomédica increíble.
El primer medicamento basado en terapia génica que se está utilizando ya en pacientes en Europa y España se diseñó para una enfermedad de la vista
Sin embargo, hay otras enfermedades que son multifactoriales, como la Degeneración Macular Asociada a la EDAD (DMAE), una enfermedad que además es bastante común, que por ahora no tiene cura.
Sabemos que hay gente que tiene algunas mutaciones que les predisponen a desarrollarla pero no es el único factor determinante. Incluso hay gente con esos genes mutados y que no desarrollan DMAE de manera temprana, es un compendio de cosas que tienen que pasar: la edad, los hábitos alimenticios, fumar, beber, la hipertensión… Aunque no se pueda desarrollar por ahora una cura definitiva, podemos tratar de paliar algunos de esos fenómenos que comienzan con la enfermedad, porque es una degeneración lenta que aparece a partir de los 60 años normalmente. Ese es uno de los objetivos que se están investigando, tratar de ralentizar su aparición.
Y en el futuro, ¿qué podremos esperar en cuanto a la visión? ¿Tendremos mejor visión? ¿Qué tecnologías podremos utilizar?
No me quiero aventurar mucho, pero en realidad ese es uno de los objetivos de muchas empresas tecnológicas, el mejorar nuestra capacidad visual. Por ejemplo, para ver mejor por la noche, porque nuestra visión nocturna es bastante pobre. Pero no sería para implantarnos un chip o algo así, se podría incorporar en las lentillas inteligentes que están haciendo ahora. Pero el objetivo no es lúdico, sino que esas lentillas se puedan usar por personas con poca capacidad visual. Digamos que el objetivo es médico, pero al mismo tiempo, el atractivo para la población general es que una persona con visión normal también pueda tener acceso a una vista mejorada. Lentillas que van a poder utilizarse como una extensión de nuestro teléfono, tener toda la información directamente en el ojo.
9