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La cancelación de C. Tangana aviva el debate: ¿Es el veto a artistas con letras machistas la mejor estrategia feminista?

El Ayuntamiento de Bilbao elimina a C.Tangana de su cartel de fiestas.

Marta Borraz / Maialen Ferreira

La cancelación por parte del Ayuntamiento de Bilbao del concierto del madrileño C.Tangana por sus letras “machistas” y “despectivas” todavía sigue acumulando polémica. La decisión, tomada tras la campaña que pedía la retirada de su nombre del cartel para las fiestas de la capital vizcaína y que llegó a acumular 15.000 firmas, ha desatado una cascada de voces que la respaldan y otras que la critican. Incluso dentro del propio movimiento feminista, que pone sobre la mesa el debate: ¿Es eficaz exigir vetos o cancelaciones de artistas que tienen letras machistas? ¿Es una forma de censura? ¿Se puede cantar de todo encima de un escenario? ¿Qué hacer si el contenido denigra a la mujer?

Estaba previsto que C. Tangana actuara en el marco de la Aste Nagusia de Bilbao el próximo 24 de agosto, pero algunas de sus canciones –“Pa mí esta mierda es fácil, tu puta me llama papi”, “Hago que tu puta se empache, hago que se calle y se agache”– activaron una campaña bajo el lema “¿En serio quieres que el Ayuntamiento de Bilbao pague con tu dinero a este tío” que fue acumulando apoyos. Incluso la coalición de Podemos, IU y Equo en Bilbao (Elkarrekin Podemos), que ahora guarda silencio, mostró su posición apuntando a que “no se puede permitir que el Ayuntamiento contrate a artistas cuyas canciones reproducen la cultura de la violación”.

Todas las voces consultadas para este reportaje, estén o no favor de la decisión, coinciden en la base: la necesidad de que haya menos machismo en la cultura Difieren en las formas, aunque señalan a la complejidad del debate. “Una entidad pública no puede contratar con dinero de todos los contribuyentes a este tipo de cantantes. Es evidente que manda un mensaje que atenta contra la integridad de las mujeres. Su cancelación ha sido una victoria del feminismo, un movimiento que cada vez está más fuerte”, opina Blanca Estrella Ruiz, presidenta de la Asociación Clara Campoamor.

Esta no es la primera vez que asociaciones feministas reclaman una anulación similar, algo que ya ocurrió en septiembre con el artista Maluma en Palencia, donde finalmente tocó entre críticas por sus letras “machistas y misóginas” y tras una campaña que superó las 25.000 firmas.

Para la activista feminista y máster en estudios de género, Eva Muñoz, sin embargo, este tipo de decisiones “no benefician al feminismo” porque “son una manera de desviar el foco”, dice. “El feminismo tiene razones de sobra para poder convencer y construir en clave positiva otras formas de representar a la mujer en la cultura. Tiene la legitimidad de poder hacerlo sin tener que recurrir a esto”. Muñoz hace hincapié en que lo fundamental es “convencer a la gente de que es importante tener una mirada crítica sobre los contenidos machistas” más que fomentar este tipo de medidas.

Frente a ello, la bilbaína Asociación Gafas Moradas es otra de las que aplaude que C.Tangana no vaya a formar parte del cartel y centra su reivindicación en el derecho a protestar “cuando se denigra a todas las mujeres”, señala la cofundadora Zuriñe Ojeda. Este colectivo redactó un escrito de adhesión de asociaciones para que se suspendiera el concierto. “Siempre hablamos de la educación de los jóvenes y de cómo sigue habiendo mucho machismo en los colegios, en las casas y en la sociedad en general. Si no hacemos nada para cambiar ese mensaje que recibe gente joven no podemos esperar cambios”, explica poniendo el foco en los numerosos asesinatos machistas y agresiones sexuales denunciadas en lo que va de año.

“¿Y qué ocurre con otras muchas canciones de pop menos explícitas, pero que también perpetúan, por ejemplo, el amor romántico?”, se pregunta Muñoz, que también menciona a la juventud, en concreto a las chicas jóvenes, para concluir que “debemos interpelarlas atendiendo a que el feminismo no es algo que limita o prohíbe”, sino que “ayuda a ser críticas con las letras”. En la misma línea se expresa la jurista Violeta Assiego, que califica la estrategia de “errónea” porque “manda un mensaje equivocado: que las feministas nos vamos a dedicar a examinar al dedillo qué letras y artistas pasan el filtro feminista y cuáles no. Un filtro que, además, no está consensuado en ninguna parte. Esta decisión abre la puerta a la arbitrariedad”.

La Asociación Clara Campoamor, no obstante, muestra como algo “contradictorio” “estar constantemente diciendo que tenemos que sensibilizar en materia de violencia contra la mujer y por otra parte permitirlo”, lamenta la coordinadora de proyectos, Elena Sagaseta, que apuesta por replantear cómo este tipo de contenidos “permiten que se sigan desarrollando conductas violentas o que chicos jóvenes de 13 o 14 años crean que tienen derecho sobre las mujeres”.

¿Se parece a otros vetos?

Al hilo de la decisión del consistorio de la capital vizcaína son varias las voces que enmarcan el debate en la libertad de expresión y la censura, entre ellas, la cantante del grupo Las Chillers, Rocío Saiz. “Me parece que las letras de C.Tangana no son el camino, pero no por eso le voy a censurar, si no que voy a concienciar a la población para que decida de forma crítica. Me parece peligroso que estemos fomentando estas medidas desde la izquierda”, explica. “Yo quiero artistas libres de machismo, pero también libertad de expresión por encima de todo”.

Para Assiego también se trata de un “ataque a la libertad de expresión”, que tiene como “único límite” el discurso de odio, la incitación a la violencia y a la discriminación. “Si creen que esto está pasando, deben interponer una denuncia por la vía penal, aunque en la creación artística yo creo que tenemos que ser muy cautos. Estamos hablando de un espacio que debe caracterizarse por la libertad creativa”. “Tangana tiene letras y actitudes machistas, eso es así, pero no por eso debemos normalizar la censura”, añade Saiz.

Para Eva Muñoz, sin embargo, el debate no debe encuadrarse ahí, a pesar de que está en contra de la cancelación: “Yo creo que en este caso se ha tenido un poco de brocha gorda. No creo que Tangana haya sido censurado ni sea víctima de la libertad de expresión porque a él precisamente no le faltan altavoces mediáticos para manifestarse siempre que quiera. No le han prohibido hacer conciertos y, de hecho, sigue haciéndolos. Cuando hablamos de censura debemos ser más comedidos. Hablar de censura con un artista como C.Tangana es un poco atrevido”.

Elena Sagaseta coincide en que es una equivocación analizar la decisión en términos de libertad de expresión y pide que no se compare la cancelación de C.Tangana, que “claramente hace apología de la violencia machista” con otros casos como el de Luis Pastor y su hijo, vetados por el Ayuntamiento de Madrid por “una decisión ideológica”. También diferencia ambos Rocío Saíz, que alude a que el de Madrid “fue una decisión política ideológica unilateral” y el de Bilbao “una respuesta a la presión social” y a parte del movimiento feminista, señala la cantante de Las Chillers.

La diferencia entre antes y después

Todas las voces consultadas para el reportaje coinciden también en que la perspectiva de género en la cultura debe estar presente desde el principio de la programació, no una vez decidido el cartel. Especialmente teniendo en cuenta que el propio Ayuntamiento de Bilbao cuenta con una ordenanza que establece la inclusión de la perspectiva de género en las contrataciones y subvenciones públicas mediante la adopción “de las medidas contractuales necesarias para el fomento de la igualdad entre mujeres y hombres”. “Una cosa es trabajar a largo plazo en que haya políticas que promuevan la cultura feminista y otra cosa esto, que es una estrategia cortoplacista y genera inseguridad porque está muy a expensas de quién está en ese momento con capacidad de utilizarla”, dice Assiego.

“Por supuesto que no se le debería haber contratado nunca, a parte de por la propia ley, por ética y por sentido común, pero creemos que, una vez que se hizo, que se hizo mal, se tenía que corregir”, concluye Ojeda, de la Asociación Gafas Moradas. “Si el Ayuntamiento quería poner una mirada feminista a la programación, tendría que haber hecho el procedimiento de otra manera y debería ir más allá de la letra para plantearse cosas como cuántas mujeres hay o cómo se representan”, zanja Muñoz.

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