Día de celebración para miles de personas. La subcomisión del Congreso que estudia la regulación del cannabis medicinal ha aprobado este martes un informe con unas directrices básicas para que el Gobierno regule el cannabis terapéutico. Todavía falta que lo apruebe de manera definitiva la Comisión de Sanidad la semana que viene, pero fuentes parlamentarias explican que con la votación de esta mañana eso ya es un trámite. El documento da seis meses a la Agencias Española del Medicamento y los Productos Sanitarios (AEMPS) para decidir cómo se encaja este futuro programa en la normativa española.
La pelota está en el tejado del Ejecutivo ahora, pero fuentes parlamentarias expresan pocas dudas de que el programa vaya a salir adelante: con los partidos del Gobierno y sus socios de investidura apoyando la regulación el informe, técnicamente una recomendación, se convierte de facto en un mandato. Tras años de reivindicación, España está a punto de dejar de ser una anomalía europea y tener su propio programa de cannabis terapéutico.
La negociación en el Congreso ha hecho la propuesta más accesible: se abre el uso a pacientes oncológicos, se valorará la posibilidad de incluir los cogollos en el programa y la dispensación en farmacias
El informe ha sido aprobado con el apoyo de PSOE, UP, Cs, PNV y PDECAT, mientras Bildu y Esquerra se han abstenido. En contra han votado el PP y Vox.
Las principales discrepancias en la votación que ha tenido lugar este martes estaban en los pequeños detalles: ¿quién (qué enfermos) podrán acceder a la marihuana terapéutica? ¿Se podrá dispensar en las farmacias comunitarias o solo en hospitales? ¿Podrán prescribirlo los médicos de atención primaria o solo especialistas? ¿Estará autorizado el autocultivo?
La propuesta inicial del PSOE era conservadora (dentro de estos parámetros), pero se ha flexibilizado ligeramente durante la negociación con Unidas Podemos. La formación morada ha pactado con los socialistas la posibilidad de dispensación en las farmacias comunitarias (no estaba en la propuesta inicial), incluir el dolor oncológico y la endometriosis entre las dolencias a tratar, valorar el uso de la flor del cannabis (popularmente conocida como “cogollo”) “para desarrollar proyectos experimentales medicinales” y excluir la obligatoriedad, fijada en la propuesta socialista, de que sea la industria farmacéutica la única habilitada para la producción de extractos o preparados estandarizados (en forma de aceite).
Las propuestas
El informe aprobado no es una propuesta de normativa en sí mismo, pero establece las líneas básicas sobre las que el Gobierno debe elaborar el programa de cannabis medicinal. Tras la negociación entre PSOE y UP el documento ha incluido algunas medidas para facilitar el acceso de más pacientes al futuro programa.
El texto pide que se garantice “la disponibilidad de medicamentos derivados del cannabis para su uso terapéutico”, que se exploren “fórmulas que permitan la disponibilidad en el mercado farmacéutico de extractos o preparados estandarizados del cannabis que hoy no tienen una autorización de comercialización” (solo hay dos medicamentos aprobados pero que no sirven para todos los tratamientos) e introduce la novedad de valorar “el desarrollo de proyectos experimentales cuando sean solicitados como las sumidades floridas de cannabis” (los cogollos).
Entre las principales novedades está la inclusión de que “los servicios de farmacia competentes puedan elaborar fórmulas magistrales a partir de extractos o preparados estandarizados de cannabis para su uso directo en determinados casos”, papel que en la versión original estaba limitado a las farmacias hospitalarias. Ahora se habla de que sea de manera preferente, pero no solo. Todos los grupos que han acabado apoyando el texto estaban en contra de esta limitación, al igual que asociaciones de pacientes, porque supone, de facto, poner trabas al acceso al cannabis medicinal.
También se ha suprimido de la primera versión la obligatoriedad de que sean los médicos especialistas quienes prescriban el cannabis, aunque se sigue pidiendo que lo hagan “preferentemente”. Igualmente, se abre a la prescripción de marihuana en el sistema privado, que en principio se había quedado fuera.
Respecto a quién podrá acceder, el documento sostiene que “en el momento actual parecen concentrarse en la espasticidad en pacientes con esclerosis múltiple, algunas formas de epilepsia, náuseas y vómitos derivados de la quimioterapia, endometriosis, dolor oncológico y el dolor crónico no oncológico (incluido el dolor neuropático)”, aunque deja la puerta abierta a que se amplíen estos grupos según se vaya creando evidencia científica.
Finalmente sí se mantiene la existencia de un registro centralizado de los pacientes a los que se prescribe cannabis medicinal, una medida con la que muchos grupos no estaban de acuerdo.
Por último, el texto cierra con dos puntos destinados a “evitar que la disponibilidad de cannabis para usos terapéuticos pueda llevar a una mayor disponibilidad y consumo de cannabis fuera del contexto sanitario” y apela igualmente a “evitar que el uso terapéutico de extractos o preparados estandarizados de cannabis para determinados pacientes con indicaciones concretas, se confunda con una invocación genérica al uso general de cannabis por la población”.