Un consumo de alto riesgo y por “atracones”: así ha cambiado la forma de beber entre los menores

Plazas, descampados, playas, parques, casas… Son los escenarios donde ocurre, precedidos por antesalas como supermercados, 24 horas, o tiendas de barrio… Es en esta clase de comercios donde miles y miles de mochilas de instituto de toda España acaban atestadas cada fin de semana de cerveza, tequila, ron, tinto de verano… El último estudio publicado por el Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones señala que el 92,9% de los adolescentes españoles asegura no percibir ninguna dificultad para encontrar y comprar alcohol, a pesar de que es ilegal venderlo a menores en nuestro país. Es una de las situaciones a las que busca poner coto el anteproyecto de ley aprobado el pasado 30 de julio para frenar el consumo de alcohol en menores.

Paula (17) explica que ella empezó a beber entre los 14 y los 15 años. “Quieres ver el efecto que te provoca y la primera vez es una sensación guay pero al final ya cansa. Yo, por ejemplo, cuando bebo me entra todo el bajón y acabo llorando. Por eso he reducido mucho el consumo”, cuenta. Su amigo Pablo (19) comenzó con 17 años bebiéndose una botella entera: “Era una experiencia nueva y pensé: ‘¿Por qué no? Si todo el mundo lo hace, no será tan malo’”.

Si es el mundo el que nos ofrece el alcohol ¿por qué nosotros íbamos a rechazarlo?

George, a punto también de cumplir la mayoría de edad, corrobora la facilidad para conseguirlo: “Si es el mundo el que nos ofrece el alcohol, ¿por qué nosotros íbamos a rechazarlo?”. Él comenzó con 12 años bebiendo “una birra al mes”. Sin embargo, a partir de los 16 esa ingesta comenzó a ser diaria: “Cada día salgo a beber una cerveza con mis amigos para sentirme bien. Te sientes más atrevido”. Cuatro de sus familiares han fallecido por pancreatitis debido al alcohol, lo que, sostiene, le ha dado una mentalidad de “no puedo ser alcohólico porque puedo acabar como ellos”.

Pese a un pequeño repunte en 2021, la Encuesta sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España (ESTUDES) muestra que la tendencia se mantiene decreciente desde 2012 en la prevalencia de consumo de bebidas alcohólicas, de borracheras autodeclaradas, y del binge drinking oatracón” entre los estudiantes de enseñanzas secundarias de 14-18 años. Se observa, cada vez más, un consenso entre los alumnos en relación al riesgo que trae consigo el consumo habitual de alcohol. En 2008 alrededor del 45% de los estudiantes de 14 a 18 años consideraba que tomar 5 o 6 cañas o copas de bebidas alcohólicas cada fin de semana podía causar “muchos” o “bastantes” problemas. Actualmente lo piensa el 63,4%.

Si se observa el nivel de consumo de alcohol según el sexo de los estudiantes, se ve un consumo más elevado de esta sustancia en las chicas que en los chicos. Atendiendo a la serie histórica, la prevalencia en las mujeres ha sido mayor que en los hombres desde 1996. En 2023 declararon haber consumido alcohol en los últimos 30 días el 54,5% de los chicos y el 58,7% de las chicas. Esto también ha sido un cambio apreciable en comparación con décadas pasadas, ya que el consumo de alcohol en mujeres antes estaba estigmatizado. Ahora las chicas jóvenes son también un objetivo para las marcas de alcohol.

Buscando el efecto psicoactivo y por “atracones”

La media del inicio de consumo en España está entre los 13 y los 14 años, similar a lo que se venía dando en la última década. Sin embargo, a pesar de que la precocidad del arranque del consumo se ha mantenido más o menos estable, ha habido un significativo cambio en el nivel de riesgo de la ingesta que se hace. 

Actualmente los jóvenes menores de 24 doblan a la población adulta en el “consumo de alto riesgo” de alcohol, a pesar de que es una etapa de desarrollo muy vulnerable, ya que el cerebro aún se está desarrollando. “En España siempre se ha bebido mucho, pero antes a estas edades se hacía de una forma más repartida en el tiempo y ahora se hace siguiendo un patrón nórdico: los adolescentes concentran la ingesta de grandes cantidades de alcohol en períodos de tiempo muy cortos, en los fines de semana”, detalla Beatriz Pestaña, directora de Comunicación de FAD Juventud (Fundación de Ayuda contra la Drogadicción). Es lo que se suele llamar “consumo de atracón” o binge drinking.

En los chavales el consumo de bajo riesgo no se produce. No se toman una copa de vino en las comidas. Ellos buscan ese efecto psicoactivo

Desde el centro de salud mental para adolescentes Amalgama7, Jordi Royo, psicólogo y director clínico, explica que ese cambio en los patrones de consumo ha venido dado, en parte, por el uso de las redes sociales, ya que ha facilitado, entre otras cosas, que los jóvenes puedan planificar más los encuentros, así como acceder a aplicaciones de juegos de retos relacionados con beber. Iñaki Galán, investigador del Centro Nacional de Epidemiología (CNE), asegura que “en los chavales el consumo de ‘bajo riesgo’ no se produce. No se toman una copa de vino en las comidas. Ellos buscan ese efecto psicoactivo”.

La adolescencia, una fase de vulnerabilidad extrema

“A los 12, 13, 14, 15, años, sabemos (a través de una evidencia científica muy sólida) que el consumo de alcohol altera el crecimiento del cerebro. Por tanto, puede ser potencialmente muy dañino”, afirma el epidemiólogo. “Este tipo de consumo por atracón expone al organismo a una tensión y a unos riesgos superiores. Es cuando hablamos incluso de la posibilidad de llegar a comas etílicos”, destacan desde FAD Juventud. Según datos de la OEDA, de los 12.476 episodios de urgencias relacionados con el consumo no médico de sustancias psicoactivas que hubo en 2021, la sustancia que más presencia tenía era el alcohol, que se relacionó con el 55,5% los episodios de urgencias, afectando, sobre todo, a menores de 25 años.

Desde el CNE inciden en que el “consumo responsable” es algo que no existe, porque “la responsabilidad es distinta para cada tipo de persona. El que tiene que establecer cuándo la exposición a un factor de riesgo puede ser buena, mala, o nula, tiene que ser la evidencia científica, no la industria del alcohol”. En el caso de que la nueva “ley del alcohol” saliera adelante, las compañías no podrían usar esta clase de términos como reclamo ni en sus anuncios ni en sus botellas o latas.

El alcohol te acerca más a las peleas, a otro tipo de drogas, o a situaciones de abuso

Los daños cerebrales o las adicciones no son los únicos riesgos que corren los menores al estar tan expuestos al alcohol, como apunta el psicólogo Jordi Royo: “El alcohol te acerca más a las peleas, a otro tipo de drogas, o a situaciones de abuso”.

El alcohol como parte de la cultura española

“Nuestro país tiene normalizado el alcohol porque forma parte de nuestra cultura. Somos un país vinícola. A las personas de mi generación, por ejemplo, nos daban cuando éramos pequeños pan con vino y azúcar. De alguna forma está enaltecido el alcohol porque no vas a rechazar algo que tiene que ver con ‘lo tuyo’, con tu cultura”, apunta Royo.

“Los adolescentes no son marcianos. Muchas veces les acusamos de consumos abusivos pero ese consumo está inspirado en la forma de beber de los mayores. Es un problema de salud pública en todas las edades. Con lo cual, un ejercicio de responsabilidad sería, como adultos, asumir parte del ejemplo (en este caso, no demasiado educativo) que a veces mostramos a los jóvenes”, explican desde FAD Juventud.

Un anteproyecto de ley que parece ir por el buen camino

La situación actual en España es “preocupante”, según subraya el Ministerio de Sanidad, pese a que la ingesta de alcohol en todas las edades vaya en descenso. 

Desde FAD Juventud celebran el anteproyecto de ley como un buen punto de partida: “Era absolutamente necesario. Todas las entidades que trabajamos en el ámbito de las drogodependencias llevábamos muchísimos años reclamando algo así”. Además, aplauden el enfoque plural y educativo (que no punitivo) de la propuesta. “Nosotros creemos firmemente en la prevención como la vía fundamental para abordar este tipo de cuestiones. Este es un problema muy complejo que requiere de la colaboración y cooperación de muchos colectivos distintos: las familias, la educación formal, la sanidad, los cuerpos de seguridad, pero también los productores, los medios de comunicación… Es decir, este enfoque colaborativo y plural es el que creemos que es un gran acierto”.

En el caso de salir adelante, la normativa entraría en vigor el año que viene.