Una bebe de tres meses, que no ha estado en zonas endémicas de malaria, ha sido diagnosticada con esta enfermedad parasitaria en el Hospital Universitario de Móstoles (Madrid), cuyos responsables investigan junto a Salud Pública de la Comunidad cómo se ha producido el contagio.
Fuentes de la Consejería de Sanidad han confirmado a Efe este caso de paludismo o malaria en este centro sanitario y han detallado que la bebé ha finalizado el tratamiento y está en fase de seguimiento, pero permanece hospitalizada estable y en planta.
Según las fuentes, la pequeña ingresó en el hospital hace aproximadamente un mes por una dolencia distinta a las que presenta habitualmente la malaria y ayer la Dirección de Salud Pública de Madrid tuvo constancia del diagnóstico.
Desde entonces, tal y como han explicado las fuentes, se ha creado un grupo de trabajo formado por responsables del hospital madrileño y de Salud Pública de la Comunidad para determinar cómo se ha producido el contagio, puesto que la niña no ha viajado a ningún país afectado con malaria, con lo que no se descarta que se hubiera podido infectar en el centro hospitalario.
La malaria está causada por la infección del parásito del género Plasmodium y el vector implicado en su transmisión es la hembra del mosquito del género Anopheles.
Pero además de la picadura, son posibles otros mecanismos de transmisión.
En concreto, por transfusión de sangre infectada, trasplante de órganos, contaminación cruzada de materiales y fluidos aplicados de modo invasivo, por inoculación accidental con agujas infectadas o por manipulación de sangre en el laboratorio, según indica un análisis del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III.
El paludismo es la enfermedad parasitaria importada en España con mayor número de casos, según el citado informe.
Durante el siglo XX, el paludismo fue erradicado de la mayoría de las zonas templadas, por lo que la enfermedad está limitada a países tropicales.
En España se erradicó en 1964, pero el mosquito vector está distribuido por el territorio y esta situación determina que sea posible la aparición de casos de paludismo autóctono.
No obstante, el riesgo es muy bajo porque para que una persona se pueda infectar con la picadura de un Anopheles éste tendría que haberse alimentado anteriormente de sangre de otra que hubiera contraído la enfermedad fuera.
Por tanto, los casos notificados han sido fundamentalmente casos importados de viajeros a zonas endémicas.
En 1971 hubo un brote con 53 casos por transfusión de hemoderivados: 43 por transfusión de sangre completa y 11 tras plasmaféresis. Los hemoderivados procedían de un banco de sangre de Barcelona donde frecuentemente donaban trabajadores de origen centro y norteafricano.
También, en 1978, según la Sociedad Española de Médicos de Familia, fue declarado un caso en Cataluña, en una enfermera que manipulaba material sanitario en contacto con un enfermo palúdico.
En los 80 se notificaron brotes en Madrid y Cataluña en los que los afectados habían compartido agujas contaminadas.
En 2007, se publicó un caso en un paciente que había recibido un trasplante hepático.
Se han notificado casos adquiridos en el ámbito hospitalario, los últimos en 2010 y 2011, de pacientes que durante su hospitalización coincidieron con personas con paludismo.
También se ha descrito algún caso de “paludismo de aeropuerto” en las proximidades del aeropuerto de Madrid y en 2010 se notificó en Huesca el primer caso de paludismo autóctono tras la erradicación, tal y como concluye el análisis del Carlos III.