La contaminación del aire se ha convertido en uno de los principales factores de riesgo de accidente cerebrovascular a nivel global, según un nuevo estudio publicado hoy en la revista The Lancet Neurology. Según los datos recogidos por los investigadores, casi un tercio de la carga de los infartos cerebrales se atribuyó a la contaminación del aire. Además, entre 1990 y 2013, los accidentes cerebrovasculares asociados a dicha contaminación se han incrementado más de un 33%.
La propia Organización Mundial de la Salud ya ha alertado en varias ocasiones de los peligros de la contaminación ambiental para la salud global y ha estimado que cerca de 7 millones de personas mueren cada año por culpa de la contaminación del aire. Aunque ya se habían realizado estudios que vinculaban la presencia de micropartículas en el aire con varias enfermedades cardiovasculares, este nuevo estudio se ha centrado en los factores de riesgo asociados al ictus.
Los resultados obtenidos por los investigadores indican que el 29,2% de la discapacidad global asociada a accidentes cardiovasculares está vinculada a la contaminación del aire. “Ha sido un hallazgo sorprendente, no esperábamos que la proporción de la carga de ictus atribuible a la contaminación del aire fuera tan alta, especialmente en los países en desarrollo”, asegura el autor principal del estudio, Valery Feigin, investigador de la Universidad Tecnológica de Auckland.
La segunda causa de mortalidad en el mundo
Cada año, aproximadamente 15 millones de personas en todo el mundo sufren un accidente cerebrovascular, de los que casi seis millones mueren, lo que convierte a los infartos cerebrales en la segunda causa de muerte en el mundo. Además, cinco millones de afectados se quedan con alguna discapacidad permanente.
Para calcular el impacto de esta afección a nivel global los investigadores utilizan el concepto de carga de enfermedad, que “es una medida que nos indica los años de vida que se pierden a nivel global, tanto por las personas que mueren, como por las que pierden calidad de vida al quedar con alguna discapacidad”, explica a eldiario.es Gregory Wellenius, investigador de la Universidad de Brown y del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental.
Para este investigador, el porcentaje de carga del ictus asociado a la contaminación ambiental que han obtenido en este nuevo estudio es “increíblemente alto”, lo que “demuestra la importancia de las políticas para controlar la contaminación del aire”. Aunque aclara que hay que analizar los datos para cada región para poder tomar las medidas oportunas.
Los factores de riesgo varían en función de la región
El estudio se realizó con datos de 188 países en los que se analizaron 17 factores de riesgo. A nivel global, los 10 principales factores son: una presión arterial alta, una dieta baja en frutas, un alto índice de masa corporal, una dieta alta en sodio, el tabaquismo, una dieta baja en verduras, la contaminación del aire, la contaminación de los hogares debido al consumo de combustibles sólidos, una dieta baja en granos y un alto nivel de azúcar en la sangre.
Aunque una presión arterial alta es el más importante en todas las regiones, con respecto a los demás existen marcadas diferencias a nivel mundial y en los países en desarrollo la contaminación del aire juega un papel más importante que en los países desarrollados.
En particular, la contaminación del aire del hogar, debido al consumo de combustibles sólidos, como madera o carbón, es el tercer factor de riesgo más importante en África y el sur de Asia, mientras que la contaminación del aire exterior es especialmente preocupante en países del este de Asia, donde ocupa el quinto lugar como factor de riesgo.
En Europa, el riesgo está asociado a la dieta
En España, al igual que en Europa occidental, los principales factores de riesgo son una alta presión arterial junto a una dieta sin suficientes frutas y verduras, mientras que la contaminación del aire ocupa el decimoprimer puesto.
Estos resultados indican que más del 90% de la carga de accidente cerebrovascular está vinculada a factores de riesgo relacionados con el modo de vida, como la mala alimentación y la escasa actividad física. Según Feigin, “el control de estos factores de riesgo podría prevenir cerca de tres cuartas partes de los accidentes cerebrovasculares en todo el mundo”.
Para Wellenius, “si queremos prevenir ictus en el mundo, debemos controlar mejor la contaminación del aire en los países en desarrollo, mientras que en países de Europa y EEUU, lo más importante es mantener una dieta adecuada y la actividad física”.