La COP29 se juega en campo embarrado: la sede es otra vez un 'petroestado' y el presidente, un 'señor del fósil'

Raúl Rejón

11 de noviembre de 2024 22:23 h

0

Los bloques y bloqueos mundiales llevaron la Cumbre del Clima de 2024 (COP29) a un petroestado cuyo PIB depende en un 64% del petróleo y el gas. Azerbaiyán, que ocupa el 23º puesto del ránking mundial de la corrupción, ha colocado al frente de la COP a Muhktar Babayev, su ministro de Ecología y Recursos naturales, que trabajó 24 años para la petrolera estatal azerí, Socar, hasta incorporarse al Gobierno.

Cuando tocaba elegir la sede de las conversaciones climáticas para 2024 –al finalizar la COP del año pasado en Dubai–, la rotación en la ONU indicaba que tenía que ser en Europa del Este. El veto de Rusia a cualquier país interesado, pero integrado en la Unión Europea (como Bulgaria) y la imposibilidad de convocar en un estado en guerra (como Ucrania) dejaba pocas posibilidades. La ONU barajaba acoger la cumbre en su sede de Bonn (Alemania), pero el presidente ruso, Vladímir Putin, dio luz verde a la opción de Azerbaiyán y Armenia no se opuso, a pesar del conflicto que mantienen por la región de Nagorno-Karabaj.

Y así la Cumbre del Clima de la ONU ha recalado por tercera vez consecutiva en un petroestado: Egipto, Emiratos Árabes y ahora Azerbaiyán. Y, también por tercera vez consecutiva, las conversaciones serán guiadas por un señor de los combustibles fósiles: un exdirectivo de Socar.

Gran productor mundial

La sombra del contrasentido se cierne sobre una cumbre más organizada por un 'petroestado': un país cuya economía depende de seguir extrayendo y vendiendo petróleo y gas. Una actividad que supone quemar más y más combustibles fósiles y, por ende, emitir más y más gases de efecto invernadero.

Azerbaiyán es uno de los grandes productores de crudo del mundo. Más de 30 millones de toneladas anuales, según explica la Organización Mundial de la Energía (IEO). Y también es “uno de los mayores exportadores de petróleo y gas” del planeta, añade la IEO.

Con esos mimbres, dos tercios de la economía azerí dependen de este comercio de los combustibles fósiles. El porcentaje era incluso mayor que el del anterior anfitrión de la COP, los Emiratos Árabes Unidos. Alrededor del 90% de las exportaciones del país son crudo de petróleo y gas (más de 30.000 millones de dólares anuales).

Este año, las exportaciones de gas de Azerbaiyán ya han crecido más de un 5,5%. Tras el inicio de la guerra en Ucrania, la Unión Europea y Azerbaiyán firmaron un compromiso para que el país caucásico doblara la cantidad de gas que vende a la UE en 2027.

La presidencia de la COP ha recaído en Mukhtar Babayev, que ha pasado por múltiples cargos en Socar. Babayev lleva de mano derecha a su viceministro Elmur Soltanov (que se fue con él al ministerio desde la petrolera estatal). Hace pocos días, la BBC desvelaba que Soltanov, director ejecutivo de la COP29, había sido grabado mientras aceptaba promover acuerdos sobre combustibles fósiles durante la cumbre climática. En la conversación, Soltanov decía a un falso grupo inversor que estaría “encantado de facilitar un contacto” de ese grupo con la petrolera estatal azerí.

El episodio recuerda al que el año pasado protagonizó el presidente de la COP28 en EAU, Sultan Ahmed Al Jaber, cuando dijo en un encuentro no público que “no hay evidencias científicas” que justificaran la reducción del consumo de combustibles fósiles. Al Jaber le ha pasado el testigo este lunes a Babayev en la jornada inaugural de la COP de Bakú.

El intento del sector de los combustibles fósiles por infiltrarse en las cumbres climáticas es continuo. En los últimos años, más de 8.500 delegados registrados en estas conversaciones pertenecían a compañías del petróleo o el gas. De momento no se ha puesto freno a esta dinámica como sí hizo la Organización Mundial de la Salud al prohibir la presencia de delegados de las empresas tabaqueras en las cumbres antitabaco.

Autocracia al frente de las conversaciones

Este martes, se celebra en la capital azerí el encuentro de jefes de estado y gobierno a cuenta de la cumbre. Muchos de los presidentes y primeros ministros ya están allí. El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, está aprovechando para retratarse con muchos de ellos –solo este lunes ha hecho ronda con el presidente de Finlandia, Eslovaquia, el primer ministro belga o el presidente del Consejo Europeo–. Aliyev dirige un Estado autocrático cuya presidencia ejerce desde 2003, cuando la heredó directamente de su padre, Heydar Aliyev.

Azerbaiyán está entre los Estados más corruptos del mundo, según la calificación de Transparency International. La organización describe que sigue con casos severos de corrupción “por el control autoritario de las instituciones”. Y añade que esta corrupción se aplica para “sostenerse en el poder”. La situación afecta “a varios niveles del Estado y socava los derechos sociales y cívicos”.

Con todo y aunque el terreno de juego climático esté embarrado antes de empezar, el resultado de la COP29 está por decidir. El año pasado, tras un día y medio extra de negociaciones y un amago de plante por parte de la Unión Europea, se consiguió incorporar a la declaración final el abandono de las energías sucias: “Transitar lejos de los combustibles fósiles”, fue la fórmula. En esta edición se hablará más del dinero que los estados ricos deben aportar a los empobrecidos para salir del uso de combustibles fósiles. Unos combustibles a los que el anfitrión de este año parece todavía adicto.