La posesión de un perro al que poder sacar de paseo se convirtió durante las primeras semanas del estado de alarma en la única posibilidad de deambular fuera de casa sin ser multado en España. Esta excepción dentro del confinamiento propició actividades ilegales como el anuncio de alquileres de animales de compañía o incluso algún caso puntual de adquisición de canes para poder distribuir droga sin despertar sospechas, según denuncian organizaciones animalistas. También relatan que se ha producido compra de animales por “capricho” o de “adopciones irresponsables”, sin ser una decisión suficientemente meditada.
Al mismo tiempo, la situación de confinamiento paralizó las adopciones regladas a través de protectoras y refugios, que se declaran ahora colapsados. “Las entidades protectoras están por encima de su capacidad. Su obligación de recogida de animales se ha mantenido, pero no ha habido salida”, recalca Anna Mulá, abogada especialista en derecho animal y portavoz del Instituto de Políticas Públicas de Protección Animal (IPPPA).
Hasta entrar en la fase 1 de la desescalada, más de dos meses después de que comenzara el confinamiento, la limitación de circulación impedía la apertura de locales de venta o adopción de animales en centros de protección animal. Sin embargo, “hubo determinados movimientos y adquisiciones de animales, sobre todo con una determinada finalidad: acogidas temporales y fraudulentas”, según relata Mulá. “Mientras las entidades civiles tienen que soportar el peso de miles de animales abandonados cada mes en todo el Estado, el comercio de animales online mantiene su actividad sin límite alguno, inflando aún más el número de animales disponibles totales y por tanto perjudicando las arcas públicas con aquellos que no consiguen un hogar o que son abandonados”, sostiene su asociación.
Durante estos meses se han conocido casos como el de un hombre en A Coruña que alquilaba sus perros para salir a pasear y que fue denunciado por la Guardia Civil o las peticiones de adopción temporales que denunciaron distintas asociaciones protectoras de animales. La plataforma Milanuncios prohibió a mediados de marzo los anuncios de alquiler de perros y retiró un centenar de ellos. La excusa de pasear al perro también ha servido para la distribución de droga estos meses.
Ahora existe el temor a un incremento del abandono de animales una vez ha comenzado la desescalada, entre otras situaciones funestas para estos seres, que también sufren así las consecuencias colaterales de la pandemia de COVID–19. Aunque explican que no cuentan con cifras concretas, varios portavoces de organizaciones animalistas coinciden en dibujar un panorama preocupante.
“Más que cifras tenemos valoraciones de centros de protección animal”, explica Sergio García Torres, director general de Derechos de los Animales -dependiente de la vicepresidencia segunda del Gobierno-. A su juicio, durante estos meses de confinamiento “la gente podía creer que tenía más tiempo. Ahora, creo que por la situación socioeconómica, puede haber un pequeño repunte en el abandono de animales”, alerta.
A esta situación para las entidades protectoras de animales, que ya han retomado los protocolos de adopción, se suma que socios colaboradores y donantes de este tipo de centros están dándose de baja por la peor coyuntura económica provocada por la pandemia, una situación que temen que irá a peor con los meses. “No vemos una salida fácil: bajan las adopciones, suben los abandonos y cada vez con menos ayuda económica”, reconoce Arancha Sanz, abogada y portavoz de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Madrid.
Por parte del Gobierno, García Torres explica que están intentando que se tenga en cuenta “en la medida de las posibilidades” la posesión de animales por parte de familias vulnerables a la hora de estar dentro del “escudo social” del Ejecutivo para paliar la pandemia, con iniciativas como que haya productos específicos en los bancos de alimentos. Destaca también que cuando se aprueben los presupuestos generales del estado está prevista la rebaja del IVA veterinario.
Animales de fallecidos por COVID-19 abandonados
Según Anna Mulá, además de los problemas ya descritos, se ha dado la situación de animales de compañía de enfermos o fallecidos por COVID que se han visto abandonados. “Se han de articular mecanismos para la adopción de estos animales, bien por tiempo limitado mientras su dueño esté en el hospital, o permanentemente”, opina.
Al respecto, el director general de Derechos de los Animales asegura que se crearon protocolos a través de los Ayuntamientos para que fueran derivados a centros de protección animal. Recalca también el caso del programa de cuidado de animales de mujeres víctimas de violencia de género. Se ha establecido una red para que aquellas que acudan a centros de acogida puedan dejar a sus animales de compañía en un lugar seguro. Durante el confinamiento se han acogido unos cien animales en estas circunstancias, asegura García Torres.
Arancha Sanz también destaca que ha habido “mucha gente solidaria” que se ha organizado para ayudar a personas que se han visto hospitalizadas, aunque esto solo ha sido posible en caso de que el paciente pudiera avisar de esta necesidad, subraya. Expresa también su preocupación por los animales que viven en fincas, y que al no haber habido circulación de personas que pudieran avisar a las protectoras de situaciones de vulnerabilidad, han quedado abandonados y descuidados. Este mismo abandono se ha producido con las colonias de gatos ferales (colonias felinas que viven en libertad pero dependen de personas que les alimenten) y que durante una parte de la pandemia tuvieron dificultades con los permisos para poder salir al exterior (aunque el Gobierno lo incluyó en uno de sus primeros decretos, hubo ayuntamientos que tardaron más en expedir los correspondientes permisos, y tuvo que haber una comunicación específica a la FEMP). En paralelo, se ha producido una superpoblación de gatos debido a que no se ha podido efectuar la campaña de esterilización habitual en primavera.
En cuanto a la proliferación de fauna silvestre en zonas urbanas y periféricas debido a la menor movilidad humana durante el tiempo de encierro, “la única respuesta institucional para su control ha sido proponer cacerías”, lamenta Mulá, frente a alternativas como el uso de jaulas de trampeo para reubicar a los animales capturados y reflectores para la prevención de accidentes. Su instituto, impulsado por la Fundación Franz Weber, ha puesto a disposición de las administraciones públicas un curso online gratuito “Convivencia responsable en tiempos de coronavirus”.
Los próximos meses se esperan difíciles, también para los animales de compañía. Arancha Sanz reitera un “llamamiento a la responsabilidad” y que si alguien quiere convivir con un animal, lo adopte. “Que a nadie se le pase por la cabeza criar una camada: es una irresponsabilidad dada la situación de abandono animal. Se ahorraría mucho sufrimiento y dinero si las leyes controlaran más la cría”, subraya.