El vídeo en el que el presentador Frank Cuesta es atacado por el ciervo de su santuario en Tailandia se ha convertido en viral en las últimas horas. En las imágenes se observa cómo el animal embiste con violencia y forcejea con el popular showman televisivo hasta causarle varias heridas, poniendo su vida en peligro. “Estoy apaleado”, explica en una grabación posterior. “Es una situación que puede ser de vida o muerte”. Aunque Cuesta acierta al atribuir el ataque a que el animal está en celo, a juicio de los expertos se equivoca al interpretar que sucede porque el animal se ha sentido acorralado y está “asalvajado”. Si le ataca, advierten, es precisamente porque se ha acostumbrado a su presencia y está semidomesticado.
Juan Carranza, catedrático de zoología en la Universidad de Córdoba que ha pasado más de 20 años estudiando el comportamiento de los ciervos, recuerda que esto le sucede a menudo a las personas que intentan criarlos. Los ataques de este tipo son muy infrecuentes, pero cuando ocurren suele ser por este motivo. “Eso pasa cuando un ciervo es criado por un humano y hay una relación entre los dos en la que parece que son compañeros y el animal se muestra muy amigable”, señala. Pero, al entrar en celo cambian las tornas y el animal se muestra agresivo y muy violento.
Atacan a los compañeros
Para entenderlo, explica Carranza, hay que pensar en lo que ocurre con los ciervos machos cuando están en la naturaleza. “Antes del celo viven separados de las hembras y entre ellos se toleran, pero cuando entran en celo el que era compañero se convierte en rival y se pelean muy en serio entre ellos por las hembras”. Estas peleas no son con intención de matar, aunque al ser animales tan fuertes, y dotados de cuernos afilados, en algunos casos pueden causar la muerte del rival, de modo que es verdad que Cuesta se juega la vida en el vídeo.
“El ciervo macho no trata de matar al otro, sino que trata de dominarle”, explica el especialista. “Cuando el otro se somete, y se retira en posición sumisa, normalmente detiene el ataque”. En la situación que se aprecia en el vídeo, Frank Cuesta sujeta al animal y trata de cansarlo, pero esto no lo apacigua. “Cuanto más lo agarras, y más tratas de sujetarle, él empuja más, porque la lucha se basa en encajar los cuernos y empujar, y el que más empuja es el que gana”, explica Carranza. “Si le agarras los cuernos, le estás provocando ese impulso de empujar”.
Mejor tenerlo aislado
Por las imágenes, a Carranza le da la impresión de que el animal es un ciervo sambar (Rusa unicolor), que habita en la zona del nordeste asiático donde está el santuario, muy diferente a los que habitan en la península ibérica, pero con patrones similares de comportamiento. “No me cuadra que esté a punto de tirar las cuernas, como él dice; más bien parece que están recién crecidas por la forma en que golpea con ellas todo lo que pilla en otro de los vídeos, y porque aún tiene un poco de piel pegada que es la que trata de arrancarse”, señala. En cualquier caso, recuerda, si crías un ciervo tienes que saber que cuando entra en celo te va a atacar. “Y lo tienes que tener aparte, en una cerca, un lugar de donde no pueda salir y embestirte”.
Antonio José Osuna Mascaró, doctor en Biología y especialista en comportamiento animal, también pone el acento en que la clave es que el ciervo no considera a Frank Cuesta una amenaza. “En este caso, el humano no estaba siendo percibido como un depredador”, señala. “Es un ciervo con el que probablemente ha interaccionado infinidad de veces en ese mismo recinto”. En estado salvaje, observa, los ciervos sambar tienen entre sus depredadores a humanos, leopardos e incluso tigres. “Y si deben defenderse lo harán, pero esto solo va a ocurrir si no les queda otro remedio”, asevera. “Si un ciervo ataca así a un humano, es mucho más probable que sea porque no lo considera un depredador”.
Aunque el público general tiene la imagen de Bambi, cuando crece, el macho es muy competitivo, agresivo y violento
“Los ciervos siempre huyen de los humanos, incluso durante la berrea”, insiste Carranza. Él mismo recuerda una situación en la que, sin quererlo, se encontró delante de un macho que estaba acorralado contra unas rocas y lo que este hizo fue saltar por encima de él y apoyar la pezuña en su hombro. Aunque el público general tiene la imagen amable de los ciervos por películas como Bambi, advierte, “cuando crece, el macho es muy competitivo, agresivo y violento”. “Pero si se le quita ese miedo, y se acostumbra a la presencia humana en zonas donde les dan de comer, por ejemplo, el animal es muy peligroso, porque cuando llega el celo va a ir contra ti”.
La naturaleza no es un parque de atracciones
El ciervo protagonista de esta historia tiene hasta nombre propio, “Perrito”, y vive junto a otros animales acogidos por el presentador de televisión, que se hizo conocido con el reality Frank de la jungla. “Es un animal que a mí me adora, pero tiene sus días”, explica Cuesta en uno de los vídeos. Esta relación de supuesta “amistad” con los animales es algo que los naturalistas tratan de evitar, primero porque no es respetuoso con los propios animales y la naturaleza, y segundo, porque altera la observación de las condiciones naturales. “Eso quiere decir que el santuario funciona porque los animales están asalvajados”, asegura Frank Cuesta en referencia al ataque, cuando en realidad está sucediendo todo lo contrario: el ciervo le ataca porque no le considera una amenaza.
El showman y presentador televisivo ya ha recibido críticas anteriormente de los especialistas por su costumbre de enseñar la naturaleza como un pequeño parque de atracciones en el que uno interactúa con los animales. “Creo que hay un intervencionismo excesivo en eso de acercarse, tocar o manipular a los animales”, resume Carranza. “Creo que sería más conveniente respetar su comportamiento natural, sin intervención. Tratar de despertar la empatía hacia los animales está bien, pero hay que moderar ese tipo de mensajes de que los animales son algo que uno pueda coger, tocar o manipular, porque deben estar en su medio ambiente y cuanto menos se intervenga, mucho mejor”. “Me alegra que la popularización de un vídeo como este se aproveche para explicar el comportamiento animal; de esta forma quizás aprendamos a respetar y dejar hacer su vida a los animales salvajes”, concluye Osuna.