Con el análisis de este dato comenzamos una serie especial en la que intentamos explicar las claves para entender las dimensiones de la crisis climática y de lo que se juega en las negociaciones de la COP27. Publicaremos uno al día poniendo el foco en un aspecto específico de las causas y consecuencias de la debacle medioambiental. En las siguientes entregas iremos sumando al final del texto los análisis previos para configurar una radiografía de la historia y la situación actual del planeta en cuanto al calentamiento global.
Empezamos por el dióxido de carbono (CO2), al que identificamos como el quid de la cuestión climática. ¿Por qué? Porque este dato indica la cantidad de este gas de efecto invernadero que se ha quedado en la atmósfera después de ser emitido al aire por las actividades humanas. La causa física del cambio climático.
Una buena parte del CO2 es absorbido por los océanos, la flora y el suelo de la Tierra. Lo que queda en la atmósfera retiene el calor –la energía– del Sol que ha rebotado en la corteza terrestre. De esta manera se fuerza el calentamiento del planeta, se incrementa la temperatura global y se altera el clima mundial.
El CO2 persiste en la atmósfera cientos de años actuando como invernadero planetario. La emisiones de hoy se acumulan así a las de hace décadas. Actualmente hay un 149% más que en la época preindustrial. El climatólogo de la NASA James Hansen habló en 2007 de un límite de seguridad para la Tierra situado en 350 partes por millón de CO2 (ppm). Se había superado en 1987. Hansen afirmó: “Si la Humanidad desea conservar un planeta similar al que se desarrolló nuestra civilización, la evidencia paleoclimática y el cambio climático sugieren que el CO2 tendrá que reducirse a 350 ppm”.
El histórico de concentración de CO2 es una continua escalada: cuando entró en funcionamiento la Convención Marco para el Cambio Climático de la ONU en 1994, la concentración media de CO2 estaba en más de 358 ppm. El año que se firmó el Protocolo de Kioto –primer intento de reducir emisiones– había crecido hasta más de 364 ppm.
Tras el fracaso de renovación de compromisos en Copenhague en 2009, se había llegado al umbral de las 388 ppm. Al alcanzar el Acuerdo de París de 2015, ya se había rebasado el siguiente nivel: 400 ppm de CO2 en la atmósfera. En 2021 la concentración de CO2 supero las 415 ppm.