Mientras la Conferencia Episcopal pide hacer una “declaración de principios” marcando la casilla de la Iglesia en la declaración de la renta, los cristianos de base hacen campaña por lo contrario. Con el lema “Por una Iglesia pobre, libre y solidaria”, defienden que no tiene sentido restar dinero de la bolsa común para destinarlo a las arcas de las autoridad eclesiástica.
La agrupación de Cristianas y Cristianos de Base de Madrid defiende “la importancia de las políticas fiscales” como “herramienta al servicio de una distribución más justa de las riquezas del país”. Así que recomienda no elegir ninguna de las opciones que aparecen en el formulario para destinar parte de nuestros impuestos a la Iglesia católica o a organizaciones no gubernamentales (la casilla de Fines Sociales).
“No se ganen indulgencias con padrenuestros ajenos”, resume Luis Ángel Aguilar Montero, portavoz de la Coordinadora Estatal de Redes Cristianas. Y explica la metáfora: “No tiene sentido que todos paguemos lo que creen sólo algunos. Y que ese dinero vaya a una estructura jerárquica retrograda que lo utiliza para su financiación”. Por eso, estas agrupaciones exigen “la autofinanciación de la Iglesia Católica y de todas las religiones”.
“La obra caritativa de la iglesia es importante, pero tiene que pagarla la Iglesia. Abramos los seminarios a inmigrantes y personas sin hogar en lugar de pedir dinero para pagar sueldos y mantener edificios”, opina Montero. Y va más allá: propone que se eliminen todos los privilegios con los que cuenta, como las exenciones de IBI o las inmatriculaciones, por las que la Iglesia está registrando como propios campos, casas, y hasta la mismísima Mezquita de Córdoba.
Para el vicesecretario de Asuntos Económicos de la Conferencia Episcopal (CE), Fernando Jiménez Barriocanal, el de los cristianos de base es un argumento poco sólido. Y aunque respeta su opinión, explica que la casilla del IRPF es “el único recurso que recibe la Iglesia de la Administración para su sostenimiento básico”.
Es así desde 2007, cuando el Gobierno de Zapatero y el entonces presidente de los obispos españoles, Ricardo Blázquez, acordaron que el Estado dejara de asignar un presupuesto al sostenimiento de la Iglesia a cambio de aumentar el porcentaje de aportación a cargo del IRPF del 0,5 al 0,7%. También se eliminó la exención del IVA, lo que la cuesta a la CE, según sus cálculos, unos 30 millones de euros al año. Con todo, estas modificaciones le valieron en el siguiente ejercicio 40 millones de euros más de recaudación. En total, 245 millones de euros, que han trepado a los 249 millones en el último ejercicio.
Cómo funciona
Si se marca la casilla de fines sociales cada contribuyente decide destinar el 0,7% de la cuota íntegra (es decir antes de aplicar las retenciones y las deducciones) a ONG y entidades sociales para sufragar proyectos de acción social. El dinero lo distribuye el Estado a través de una convocatoria pública de subvenciones.
En el caso de la Iglesia el procedimiento es igual, pero al marcar esa casilla el montante va directamente a sus arcas, “a su sostenimiento económico”, tal y como recoge la normativa, y la propia Iglesia es la que decide en qué lo utiliza. “El dinero de la X solidaria se utiliza única y exclusivamente para proyectos concretos de acción social, no para financiar la estructura de las ONG, mientras que el de la Iglesia sí se utiliza para financiar su estructura”, se queja Juan Lara, presidente de la Plataforma ONG de Acción Social y encargado de presentar la campaña X Solidaria 2014.
Jiménez Barriocanal defiende que la Conferencia Episcopal también es transparente en cuanto al uso de los recursos, y admite que la mayor parte de ellos van a cubrir el sueldo de los curas y la conservación del patrimonio cultural de la Iglesia. “Presentamos una memoria muy amplia, auditada por PricewaterhouseCoopers. En pocos días presentaremos la de este año, en la que aparece hasta el último euro”, asegura.
“Todo lo que realiza la iglesia está a favor de los necesitados”, afirma Jiménez Barriocanal. “El mismo sacerdote que da misa es el que hace que una persona se dé cuenta de lo que puede ayudar al prójimo, y es el origen de los más de 70.000 voluntarios de Caritas”, justifica. Y describe la labor de la iglesia como integral: “No se puede separar su actividad litúrgica de la evangelizadora o la asistencial”.
En cualquier caso, la Conferencia Episcopal sostiene que los fondos que obtiene de la recaudación de IRPF significan una cuarta parte del total del presupuesto eclesial. El resto, asegura, viene de aportaciones privadas.
¿Quién financia Caritas?
Otro de los argumentos con los que los cristianos de base llaman a los creyentes a renegar de la casilla de la Iglesia es el de la financiación de Caritas, el buque insignia de la labor social católica. Incluso el director de Caritas Barcelona, Jordi Roglá, ha recordado en más de una oportunidad que la Conferencia Episcopal apenas aporta un 2% al presupuesto de la organizaciónla Conferencia Episcopal apenas aporta un 2% al presupuesto de la organización, cercano a los 300 millones de euros.
Buena parte del dinero con el que atiende a miles de necesitados viene también del IRPF, pero de la casilla de Fines Sociales. “Hay más de 40 organizaciones dependientes o relacionadas con la Iglesia” que se benefician de la esta asignación tributaria, afirma Juan Lara. Entre ellas, Cáritas, Mensajeros por la Paz, Manos Unidas o la Fundación Juan Ciudad. En la pasada campaña de la renta 42 ONG católicas gestionaron 52 millones de euros, el 25% del total del dinero de la casilla solidaria.
Jiménez Barriocanal reconoce que la aportación de la Iglesia en Cáritas es “simbólica”. Y explica que, dada la situación de crisis y especial vulnerabilidad de muchos españoles, las autoridades eclesiales decidieron hacer el “gesto” de restar una parte del propio dinero del mantenimiento ordinario de la Iglesia para los más necesitados“. En total, unos cinco millones de euros.
En tanto, la Conferencia Episcopal invierte una cifra similar –4,5 millones– en su campaña de difusión X Tantos para pedir que más españoles marquen la X en su casilla. La campaña pasada sumaron cerca de 9 millones de contribuyentes, unas 7,5 millones de declaraciones (algunas son conjuntas). La campaña incluye un spot televisivo, apariciones en radio, prensa generalista y especializada, buscadores de internet, y una revista ad hoc que se encarta en periódicos de tirada nacional.
Mucho más modesta, la campaña de los cristianos de base apenas tiene difusión.