La herencia del 15M marca la política cuatro años después
Han pasado cuatro mayos desde que la indignación se hizo protesta y acampó en la madrileña Puerta del Sol para pedir un cambio político y social. En pocos días, otras ciudades españolas unían su grito a lo que, para muchos, se convertiría en un punto y aparte en la actitud de la sociedad que, cansada de sentirse “mercancía en manos de políticos y banqueros”, comenzaba a exigir “una democracia real”.
El 15M rompió las costuras del sistema institucional y rescató del olvido causas por las que activistas y movimientos sociales llevaban años luchando, pero que para la mayor parte de la sociedad eran invisibles. Fue la chispa que encendió la indignación, el germen de la movilización, el empujón definitivo para la politización o repolitización de miles de ciudadanos, que despertaban así de un enorme letargo.
Miles de personas participaron de aquel estallido de indignación que continúa en forma de asambleas de barrio, mareas y colectivos repartidos por todo el Estado, que nacieron o se revitalizaron al calor de la protesta. La última asamblea general que se celebró en la plaza se hizo bajo el lema: “no nos vamos, nos expandimos”. Aquellas acampadas masivas no se han vuelto a repetir, pero sí contribuyeron a modificar la agenda e introducir discursos novedosos que han configurado un nuevo panorama político y social.
Educación y sanidad
Fueron dos de las reivindicaciones clásicas del 15M y que antes cristalizaron en lo que más tarde se conocería como las mareas. Ambas consiguieron colocar en el centro del debate discusiones sobre la sostenibilidad o no de los servicios públicos. Los lemas sobre sanidad y educación “pública de tod@s y para tod@s” custodian un conjunto de ideas herederas del 15M: escuela laica, reforma educativa, universalidad y gratuidad, oposición a la gestión privada... Son muchos los partidos políticos que, desde entonces, incorporan propuestas relacionadas en sus programas.
Sin embargo, si algo han conseguido es cambiar las formas tradicionales de movilización, lo que se fraguó en la acampada de Sol. Las mareas no solo se manifiestan contra el empeoramiento de las condiciones laborales de los profesionales, sino que han colocado en el centro de la protesta la protección de un bien común: la educación y la sanidad públicas. De esta forma, han logrado concienciar a toda la ciudadanía, no solo a los trabajadores.
Transparencia, democracia y participación política
Muchos ciudadanos se enteraron en el 15M de que en España el reparto de escaños tras las elecciones atiende al sistema D'Hont, con el que los partidos minoritarios pueden resultar perjudicados. Por eso muchos pedían un cambio en la Ley Electoral, listas abiertas y circunscripción única para que la obtención de escaños fuera proporcional al número de votos. Un discurso que logró calar en el debate político y social.
Más (y mejor) democracia. Es la principal reivindicación de “los indignados”, como se les quiso llamar, que contagiaron al resto de ciudadanos. Pedían una mayor participación en las decisiones políticas, que se traduce en la realización de referéndums, rendición de cuentas de los políticos y la posibilidad de que las propuestas sean vinculantes. Y es que la movilización en sí misma y la estela de redes y colectivos que la siguió demuestran que es posible hacer política al margen de las instituciones. Un planteamiento que incorporan en sus idearios partidos como Ahora Madrid o Barcelona en Comú.
El 15M revitalizó una vieja demanda que, hasta entonces, parecía herida de muerte: la necesidad de que los ciudadanos pudieran acceder a información sobre las administraciones y las formaciones políticas. A qué dedican sus presupuestos, datos sobre sus contrataciones, subvenciones, sueldos y agenda de los cargos públicos o cuentas y financiación de los partidos. Todo ello como forma de prevenir la corrupción. Desde entonces, varias formaciones insisten en la necesidad de la transparencia y los candidatos prometen hacerla efectiva si son elegidos en las próximas elecciones del 24 de mayo.
En noviembre de 2013 fue aprobada la Ley de Transparencia, una medida prometida por distintos gobiernos desde hace años, que ha sido tildada de “insuficiente” por ONG y oposición. A pesar de ello, organizaciones en defensa de la transparencia, como Access Info y la Coalición Pro Acceso, ha reconocido en varias ocasiones que fue el 15M el que arrojó luz sobre este tema y consiguió que la ciudadanía tomara conciencia de la importancia de la información.
Feminismo
“Urgente: Se necesita discurso y práctica feminista y bollo-feminista en las concentraciones de Sol”. El mensaje se difundió por email un par de días después de que comenzara la acampada del 15-M. Aunque muchas feministas participaron desde el principio en el movimiento, la falta de un discurso feminista era evidente. Tan evidente que cuando varias mujeres intentaron colocar una pancarta que rezaba “La revolución será feminista o no será”, parte de la plaza abucheó la acción y el cartel fue arrancado.
Ese fue el principio, sin embargo, de la Comisión de Feminismos Sol y de un discurso que, cuatro años después, está revitalizado. Derechos sexuales y reproductivos, cuidados, trabajo doméstico, diversidad sexual, violencia de género y sexual... El debate se ha extendido y cargado de nuevos argumentos. La respuesta a la reforma de la Ley del Aborto planteada por el exministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, o la inclusión de medidas para el reparto de los cuidados en prácticamente todos los programas políticos de formaciones progresistas es una muestra.
Quién tiene la culpa de la crisis
Nunca conceptos como reestructuración de la deuda, impago, o bonos fueron tan discutidos en las sobremesas como ahora. La llegada del 15-M avivó el debate sobre la relación entre los poderes políticos y financieros y puso el foco en el pago de la deuda.
Desde entonces, la corriente que apostaba por una auditoría de la deuda para identificar su origen, conocer el proceso que la desencadenó y plantear el impago de la parte considerada ilegítima se ha fortalecido. La propuesta ha ocupado a movimientos sociales y economistas y ha llegado a partidos políticos. También se ha matizado: el impago ha perdido fuelle, pero la idea de hacer auditorías se ha extendido también a municipios y ciudades ahogados por deudas y grandes obras.
La vivienda ha sido otro de los temas económicos que han ocupado el centro de la discusión política. Detrás de este cambio de 'chip' está, sin duda, la actividad de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). En el imaginario colectivo, ocupar un piso ha pasado de ser un acto rechazable a una acción legítima y necesaria, y la dación en pago se ha convertido en una demanda asumida por amplias mayorías.