Al menos una de cada cuatro mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual de su pareja
Al menos una de cada cuatro mujeres en el mundo –en realidad algo más de eso– han sufrido violencia física o sexual por parte de sus parejas hombres, mínimo, una vez en su vida. Es la conclusión que arroja un nuevo estudio, “el más grande hasta la fecha”, según ha publicado este jueves la revista The Lancet.
La investigación, liderada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), estima que, hasta 2018, al menos un 27% de las mujeres de entre 15 y 49 años que han tenido alguna vez pareja heterosexual han sido víctimas de este tipo de violencia. Un 13% en el último año. Son 492 millones de mujeres. Los hallazgos establecen “indudablemente” la “alta y persistente prevalencia” del problema, que “sigue siendo un desafío de salud pública mundial”, reza el estudio.
El análisis estadístico ha permitido calcular la prevalencia de la violencia de pareja en distintos grupos de edad y países, con grandes diferencias entre unos y otros. Las investigadoras han usado como cifra clave la que afecta a las mujeres de entre 15 y 49 años porque es el grupo de edad para el que más datos hay, pero en general, la prevalencia para mujeres mayores de 15 años se sitúa en el 26%, un 10% en el último año. En España, son un 15% las mujeres que han sufrido violencia a lo largo de la vida y el 3% en los últimos 12 meses.
Según el estudio, la violencia, además, empieza temprano: los datos sugieren que el 24%, casi una de cada cuatro chicas de entre 15 y 19 años, han experimentado violencia de género en algún momento de su vida; y un 16%, en el último año, varios puntos por encima de la media. Precisamente hace una semana que un chico de 19 años asesinó a su expareja, una joven de 17, en el municipio murciano de Totana y este mismo miércoles un joven de 22 años ha confesado haber matado a una adolescente de 14, aunque aún se desconoce si les unía algún tipo de relación.
La cifra es “alarmante” e interpela a los países a desarrollar políticas públicas “que promuevan la igualdad de género” y “reduzcan el riesgo” de las jóvenes de sufrir violencia por parte de sus parejas, cree Lynnmarie Sardinha, autora principal del estudio. El trabajo lo han realizado investigadoras de la OMS, la Universidad McGill de Montreal, la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y la Universidad Ludwig Maximilian en el marco de un programa especial ejecutado por la OMS con la participación de otros organismos.
Una prevalencia real “aún mayor”
Utilizando la base de datos global de la organización sobre prevalencia de la violencia sobre la mujer, las investigadoras han llevado a cabo una revisión de 366 estudios y encuestas a dos millones de mujeres. Abarcan 161 países, cubriendo “al 90% de la población mundial”. Es la segunda vez que la OMS realiza esta investigación; en 2013 publicó las primeras estimaciones con datos hasta 2010 y 81 países. Los estudios incluidos en esta actualización fueron realizados entre los años 2000 y 2018, es decir, antes de la pandemia de coronavirus, que “es probable”, creen los autores, que “haya exacerbado aún más la violencia”, muy especialmente en los primeros meses de encierros y confinamientos.
Las autoras asumen también como “probable” que la prevalencia real “sea aún mayor” debido a que las estimaciones se basan en lo que las mujeres trasladan en las encuestas sobre un asunto atravesado por el silencio y dada su “naturaleza estigmatizada”. Además, abarca únicamente la violencia física y sexual, no la psicológica. “Sabemos que es muy importante, pero no existe el mismo nivel de acuerdo sobre cómo medirla. Estamos trabajando en tener una definición estandarizada para obtener datos comparables y esperamos incluirla en la siguiente ronda”, explica a elDiario.es Claudia García-Moreno, una de las autoras principales.
Se trata del primer estudio global comparable internacionalmente, en el que se dan variaciones importantes: la prevalencia de la violencia física o sexual hacia las mujeres de entre 15 y 49 años fue más alta en Oceanía (49%) y África subsahariana central (44%). Las regiones con las estimaciones más bajas son Asia Central (18%) y Europa Central (16%). En general, concluye la investigación, “los países de ingresos altos tienen tasas más bajas” y se dan “diferencias particularmente pronunciadas en este sentido”. Entre los países con tasas más altas se encuentran Fiyi (52%) o Bangladesh (50%) y en el otro lado de la tabla, Georgia y Armenia (10%), Singapur (11%) o Suiza (12%).
El estudio destaca 28 países en los que la tasa es “sustancialmente superior” a la media mundial, muchos de ellos afectados por conflictos. Las investigadoras creen que los hallazgos “son consistentes” con las condiciones sociales, económicas y políticas que se dan en los países y que se asocian con la violencia de género, entre ellas aquellas que pueden “limitar la capacidad de las mujeres para salir de relaciones abusivas” o producir “inseguridad económica”, así como normas que perpetúen la desigualdad de género, estigma, leyes discriminatorias y “servicios de apoyo inadecuados”.
“La violencia de género es evitable”
La violencia de género marca la vida de las mujeres que la sufren y provoca “muchos efectos a corto y largo plazo” tanto para la salud física como para la mental y tanto para las propias víctimas como para sus hijos e hijas, resalta este nuevo informe. García-Molero explica que “se han producido avances en los últimos 20 años”, pero son aún “extremadamente insuficientes” para lograr cumplir con la meta establecida a nivel global a través de la Agenda 2030 de de eliminar la violencia contra las mujeres. “La violencia de género es evitable”, remachan las autoras.
Consideran que es aún “más apremiante” tras la pandemia de COVID-19 y reprochan a los gobiernos que, en general, no están cumpliendo los objetivos para erradicar este tipo de violencia. “Las cifras son alarmantes y la investigación ha demostrado que la pandemia exacerbó los problemas que llevaron a la violencia de pareja [...]. Prevenir que suceda es vital y urgente. Los gobiernos, las sociedades y las comunidades deben prestar atención, invertir más y actuar con urgencia para reducirla e incluso abordarla en los esfuerzos de reconstrucción posteriores a la COVID”.
Para ello, el estudio resalta la importancia de contar con cifras y estimaciones rigurosas y, aunque admite varias limitaciones, asegura que los hallazgos pueden ser claves para desarrollar “políticas y programas de prevención eficaces”. Llama, no obstante, a contar con más y mejores datos y encuestas con el objetivo de ahondar específicamente en la violencia que viven aquellas mujeres que sufren distintas formas de discriminación: las mujeres con discapacidad, indígenas, migrantes, trans o mujeres en parejas del mismo sexo, “para las cuales actualmente hay pocos datos”, concluyen.
Gráficos elaborados por Ana Ordaz.
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