En un acelerón final, la cumbre del clima de Glasgow ha cerrado por fin un acuerdo que pide a los países que revisen y refuercen sus planes y objetivos de reducción de emisiones para 2030 para cumplir el Acuerdo de París contra el cambio climático que todos firmaron y los vuelvan a someter a evaluación el año que viene. Los planes que han ido presentándose hasta ahora no sirven para contener el recalentamiento de la Tierra en 1,5ºC.
Sin embargo, el acuerdo sale de la ciudad escocesa con la solicitud para acabar con las ayudas al petróleo, el gas y el carbón suavizada al máximo al incorporar India una enmienda cuando ya estaba en marcha el pleno final. De viva voz, India ha propuesto que se pasara del término “abandonar” a “reducir” los subsidios. Se han levantado varias manos para afear este movimiento de última hora que no ha pasado por revisión alguna, pero nadie se ha atrevido a bloquear la cumbre.
El Pacto Climático de Glasgow, como han llamado a la decisión final, ha mantenido el texto que dice que si se quiere conseguir este límite de temperatura extra, es necesario recortar las emisiones gases de efecto invernadero un 45% respecto a 2010 al llegar a 2030. Los objetivos nacionales para el fin de esta década es lo que se ha pedido que se revise, siempre en la fórmula voluntaria de Naciones Unidas que no impone la medida. Las delegaciones han llamado a esto mantener el 1,º5ºC al alcance.
El análisis de síntesis que ha realizado este año la ONU sobre todos los compromisos nacionales anunciados ha indicado que las emisiones crecerán un 13% para 2030, totalmente al contrario de lo que se expresa en este acuerdo. Con el ritmo actual de emisiones, la cantidad carbono que puede lanzarse a la atmósfera compatible con detener el calentamiento en los márgenes de seguridad se agotaría en 11 años. “Notamos con profunda preocupación”, incluye el texto, los resultados de esta evaluación y “enfatizamos la urgente necesidad” de que los países “incrementen sus esfuerzos”. De Glasgow sale una petición a la ONU para que haga un examen de los planes nacionales todos los años –no solo cuando se presenten–.
El borrador de acuerdo ya había rebajado la ambición sobre el fin de los subsidios a los combustibles fósiles al admitir que lo que se debía ir terminando eran las ayudas públicas “ineficientes” al petróleo, el gas y el carbón. El mandato había sido aguado al introducir estos matices para intentar contentar a los países productores como Arabia Saudí y el Grupo Árabe de naciones. “Se ha usado el lenguaje introducido por el G20 que era difícilmente rechazable y, a la larga, no hay mucha diferencia”, dicen desde dentro de la negociación. “Manda un mensaje nítido de que por ahí no va el futuro”.
Pleno turbulento por el carbón
Con todo, India ha presionado hasta el final e introducido el cambio de viva voz para que la cláusula se transformara desde el “abandonar” al “reducir progresivamente” esas ayudas. Le han contestado Suiza expresando enfado y la Unión Europea ha dicho que era un mensaje erróneo y ha expresado “decepción”, aunque sin que eso supusiera una bloqueo.
México y las Islas Marshall han tomado la palabra para mostrar también el enfado por que se haya permitido usar la reunión de aprobación para rebajar la fuerza de la petición en el último minuto y sin pasar por consultas.
“Estos cambios no son nuestra opción preferida. Creemos que debemos abandonar, no reducir, el carbón”, ha dicho la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera. A pesar de esto, Ribera piensa que el acuerdo de Glasgow “es un paso adelante y confiamos que esta senda pueda reforzarse con rapidez con el resto de compromisos para reducir las emisiones un 45%”.
Es cierto que es la primera vez –desde una mención indirecta en Kioto– que se apunta directamente a la causa que ha provocado la crisis climática: la quema masiva de combustibles fósiles por parte de los humanos. La idea de ir acabando con los subsidios ha hecho que India protestara este mismo sábado: ha asegurado que necesitan esas ayudas para dar “apoyo y seguridad” a su población. Luego ha intervenido cuando los países habían sido llamados para dar el visto bueno definitivo para cambiar la clausula.
“Este acuerdo estanca la lucha contra la crisis climática”, opina el responsable de cambio climático en Ecologistas en Acción, Javier Andaluz. “No da respuestas a las consecuencias del calentamiento global que ya están sufriendo millones de personas”. La directora ejecutiva de Greenpeace, Jennifer Morgan, también ha salido decepcionada: “Glasgow debía cumplir con el objetivo de cerrar la brecha a 1,5 ºC y eso no ha sucedido, pero en 2022 las naciones tendrán que volver con objetivos más fuertes”. Las organizaciones ambientalistas han salido contrariadas con el final abrupto de la COP26. David Howell, de SEO-Birdlife, cree que “el resultado es insuficiente porque hemos dado pequeños pasos y hace falta pasos de gigante”.
La cumbre se había atorado. El presidente de la COP26, Alok Sharma, ha tenido que convocar una ronda de toma de posiciones para tratar de desatascar un acuerdo después de pasar buen parte de la madrugada negociando. Su propuesta ha obligado a llamar a consultas. En el salón del pleno se ha podido ver al enviado especial de EEUU, John Kerry, en actividad constante ya metidos los delegados en la sala. Kerry ha mantenido conversaciones cara a cara con el enviado de China, Xie Zhenhua (que fue negociador jefe del país en Copenhague y París). Luego pasaba a hablar con el jefe de la delegación de la Unión Europea, Frans Timmermans. Después se acercaba un rato a Alok Sharma para regresar con el chino Zhenhua.
No aparecieron los millones del fondo climático
Este paquete no ha conseguido que se materialicen los millones de dólares comprometidos hace diez años para ayudar a los estados empobrecidos a mitigar el cambio climático. “Notamos con gran pesar”, escribe, que no se ha conseguido ese objetivo que debía juntar 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020. Más adelante que sean capaces de movilizar ese dinero. “Urgimos a los países desarrollados a que consigan completar ese objetivo para 2025”.
En este sentido, Andaluz subraya que “la falta de compromisos claros de los países del Norte global sobre la financiación, la transferencia de tecnologías y capacidades entre países deja en grave riesgo a millones de personas”.
Esta decisión pide a las partes ricas que doblen su provisión conjunta para el apoyo a la adaptación de los más vulnerables al nuevo contexto que les ha impuesto la crisis climática. Sitúa el punto de partida en lo que se aportó en 2019 y se pone el límite para conseguirlo en 2025.
Los estados empobrecidos querían un plan para que existiera un mecanismo financiero que les ayudara a compensar las pérdidas y daños que el cambio climático ya les produce (y que ellos apenas han provocado). “Había mucho retraso acumulado en esta tarea”, han comentado las delegaciones. Las pérdidas y daños son los impactos que los países no pueden evitar aunque hagan esfuerzos para adaptar sus territorios a las nuevas circunstancias climática. Se le da una patada hacia adelante y será un punto estrella en la cumbre de 2022 en Egipto.