La educación cívica entre los jóvenes está en retroceso. En los últimos seis años, entre 2016 y 2022, el compromiso de los adolescentes de 14 años con la democracia y las instituciones, la también llamada educación para la ciudadanía, ha caído en seis de los países analizados en el Estudio Internacional sobre Educación Cívica y Ciudadana de la IEA (ICCS, 2022), que se ha publicado este martes. En las otras siete naciones participantes ni mejora ni empeora, se queda tal y como estaba.
España se encuentra en un segundo nivel en este particular escalafón de compromiso y educación cívica. Con 509 puntos, no presenta diferencias con su resultado de 2009 (se saltó la edición 2016) y está justo en la media internacional (508), aunque a una diferencia “estadísticamente significativa” de los países que mejor salen parados, Taipei (583 puntos) y Suecia (565).
Con carácter general, el estudio destaca que en todos los países sin excepción las mujeres obtienen mejores resultados que los hombres –una constante en el mundo educativo y el cívico– y que la componente socioecónomica tanto de la familia del menor (formación y ocupación laboral de los padres) como del centro al que acude son dos de los principales indicadores del éxito. Además, dice ICCS, el alumnado que mejores resultados obtuvo era más tendente a apoyar la igualdad de género, los derechos de los inmigrantes y de las minorías o a votar o defender el medio ambiente. Sin embargo, son menos proclives a participar de manera activa en la política una vez sean adultos.
“Estos resultados contrastan en gran medida con las tendencias observadas en el ciclo anterior, durante el cual, entre 2009 y 2016, se produjeron aumentos [en educación ciudadana y compromiso cívico] y ningún descenso”, advierten los autores del informe. “Estos datos, que se recopilaron durante la pandemia, han dado unos resultados que pueden sugerir el estado relativo de la educación cívica y ciudadana, que en tiempos de crisis es vista como el área de aprendizaje que recibe menos atención y apoyo en relación con otras áreas”, añaden.
¿Demasiado jóvenes?
El estudio supone, en cierta manera, un retrato de la desafección o al menos el poco interés de los jóvenes (la cohorte elegida son los 14 años) europeos y especialmente españoles con la clase política y un poco la democracia y las instituciones. Los adolescentes nacionales muestran un grado de confianza en las instituciones por debajo de la media de los países analizados: menos de la mitad (un 44%) aprueba al Gobierno frente a la media de 53% del resto de países; un 41% confía en el Parlamento frente al 48% internacional; y un 62% en la Justicia (68% de media). El comportamiento anómalo se mantiene cuando se les pregunta por los medios de comunicación. En ese apartado los españoles confían más en su prensa que otros europeos: 60% puntos frente a los 50% de promedio.
Este dato parece explicar –y es coherente– con otra anomalía de los adolescentes nacionales. Se informan más por la tele, hasta el doble, que por internet o la prensa. En España, un 62% de los adolescentes ve la televisión “al menos una vez por semana” para estar enterado de las noticias nacionales o internacionales, mientras un 15% lo hace por la prensa y un 21% por internet. En el resto de países el reparto es, de media, 50-21-29, respectivamente.
Wolfram Schulz, director del estudio, cree que es “preocupante para la democracia” que los jóvenes tengan tan poca confianza en los partidos políticos y que sea tan limitada la disposición a participar del proceso político. “La política tradicional tiene ese problema”, explica a elDiario.es. “Cuando le preguntas a los jóvenes si les interesa la política no es algo que quieran abordar”, añade. Pero también relativiza: “Son muy jóvenes. Me parece más interesante que en cuestiones más relacionadas con el compromiso cívico, como cuidar el medioambiente, responden muy bien”, sostiene.
Pese al retroceso en educación cívica, tres de cada cuatro estudiantes opina que la democracia es la mejor forma de gobierno –tanto a nivel internacional como español–, aunque poco más de la mitad (55%) cree que el sistema funciona, dos datos sobre los que no hay evolución porque no se preguntó por ellos en 2016.
La encuesta también recoge las principales preocupaciones de los adolescentes de cara al futuro ante hipotéticos escenarios. Las cuestiones medioambientales (contaminación, sequía o el cambio climático) son las que más miedo provocan y todas suben desde la edición de 2016. Puede sorprender que la preocupación ante una epidemia o pandemia de enfermedades contagiosas cae de un 60% al 52%, hecho que los autores aventuran puede deberse a que hayan vivido la crisis de la Covid en este intervalo y se hayan familiarizado de alguna manera.