Estos son los inquilinos que han recuperado su casa de un fondo buitre

“Yo no me voy, porque de aquí me sacan muerta”, esta fue la reflexión repetida por varias vecinas en la primera reunión que mantuvieron los inquilinos de los cinco bloques de la EMVS (Empresa Municipal de la Vivienda y el Suelo) a los que les llegó un carta el 22 de octubre del 2012 para renegociar su contrato de alquiler social. “Fue la primera asamblea que hicimos con nuestros abogados, dieron un discurso muy motivador y nos hicieron creer que teníamos posibilidades de ganar al Ayuntamiento de Madrid”, explica Alberto Romeral, vecino del número 10 de la calle San Cayetano (Madrid), uno de los inmuebles afectados.

Esa reflexión se convirtió en el lema de la asociación 'Yo no me voy'. Los inquilinos de estos cinco edificios se unieron, habían llegado a sus pisos hace dos décadas procedentes de inmuebles expropiados por el Ayuntamiento, de realojos de poblados chabolistas o de casas en muy malas condiciones.

Ese mes de octubre del 2012 el Consistorio de Botella les notificó que las condiciones de sus contratos iban a cambiar. Dejaban de renovarse de forma bianual, como llevaban haciendo desde que llegaron, y tenían que aceptar un nuevo acuerdo que solo les garantizaba el alquiler social durante los tres próximos años. Hasta entonces el alquiler de su casa era “de por vida”, según han defendido amparándose en el Decreto 100/86 que regula el arrendamiento de las viviendas de Protección Oficial de Promoción Pública. Según esta normativa pueden renovar su contrato siempre que los inquilinos cumplan dos condiciones: que no tengan propiedades en la Comunidad de Madrid y que la renta familiar no triplique el salario mínimo interprofesional.

“No vivimos en palacios”, bromea Rafael Olmo, secretario de la asociación. Pagan 120 euros de media al mes por el alquiler de “casas normales y corrientes”. “Son una golosina porque están situadas en pleno centro de Madrid”, responde Romeral, que preside la organización 'Yo no me voy'. Durante estos dos años y medio estas familias, que no se conocían de nada, se han unido. Han compartido sus angustias al negarse a aceptar las condiciones planteadas por la EMVS.

El objetivo del equipo de la alcaldesa del PP era vender sus casas dentro de un paquete de 120 pisos de carácter social a Renta Corporación, una inmobiliaria de la que ha sido consejero Ignacio López del Hierro, marido de Dolores de Cospedal. Al final, la compañía renunció a esta operación, pero la EMVS ha insistido en cambiar las condiciones de estos contratos hasta el último día en el que ha estado dirigida por personas afines a Botella. “Siempre han señalado que nuestro contrato quedaba anulado y que había que redactar una nuevo”, explica Del Olmo.

“Lo primero que hicieron fue dejar de cobrarnos el alquiler, así que para seguir pagando la renta localizamos una cuenta corriente de la EMVS y comenzamos a ingresarles ahí el dinero. A pesar de eso, como no emiten recibos de pago, somos okupas”, añade. Esta situación no la han sufrido todos los vecinos. “Parece que han señalado con el dedo a los inquilinos que iban a pasar por este proceso”, explica Romeral, “solían ser personas muy mayores o personas con discapacidad”. Con esta decisión iniciaban el proceso de desahucio alegando que “el contrato había finalizado” y por eso ya no le cobraban la renta.

Después llegaba una citación judicial, para que el magistrado decidiese si ejecutaba el lanzamiento, el inicio del desahucio. El presidente de la asociación recuerda amargamente el último juicio al que han tenido que hacer frente: “Una señora de 94 años que no pudo acudir porque estaba muy delicada y le representó su hijo con un poder notarial. Esta mujer falleció días después de este proceso”.

'Yo no me voy' conseguirá los primeros contratos

Los vecinos han denunciado la escasa “humanidad” del equipo que dirigía la EMVS hasta la llegada de Ahora Madrid al gobierno. Uno de sus peores recuerdos fue el intento de desahucio de Javier Lasso, que tiene una minusvalía psíquica, al que le intentaron echar de su casa estando al corriente de pago y sin haberle realizado ninguna notificación previa. Por eso, respiran aliviados tras conocer la decisión de Manuela Carmena, que anunció el pasado martes que paralizaba los procesos de desahucio de estas viviendas.

La alcaldesa explicó que se han formalizado 220 contratos, dentro de un plan que devolverá la titularidad a 2.086 familias, para cambiar los acuerdos y evitar interpretaciones que permitan futuros desahucios. Estos primeros acuerdos beneficiarán a los inquilinos de los 40 edificios que se han terminado asociando durante estos dos años a 'Yo no me voy'. Según explican sus portavoces se añadirá una claúsula en la que figurará que la EMVS “está obligado a a renovar el contrato siempre que el vecino reúna los requisitos”. Hasta ahora no había una imposición, se planteaba que “el contrato se puede renovar si reúne los requisitos”.

Además, en estos nuevos acuerdos los inquilinos que aceptaron las condiciones planteadas por el equipo de la alcaldesa del PP van a recuperar el alquiler social y las claúsulas de su anterior contrato. Por lo que sus acuerdos volverán a ser de por vida “siempre que mantengan las condiciones”.

A los vecinos del número 15 de la calle Carrera de San Francisco, fundadores de esta asociación, no se les quita la sonrisa de la boca. Todo son felicitaciones cuando salen sus inquilinos y se encuentran con Olmo y Romeral. Para los portavoces de la organización la rueda de prensa que dio la alcaldesa el martes fueel no va más”. Están muy agradecidos a Carmena. “A los nueve días de tomar posesión se reunió con nosotros, se comprometió a solucionar nuestra situación cuanto antes y parece que así ha sido”, explica el presidente, que ya tiene otro objetivo en mente, “voy a escribir un libro sobre toda esta batalla y, por fin, voy a volver a pintar: el hobby que elegí cuando me jubilé”.

Olmo explica que a la vuelta de las vacaciones, en septiembre, tienen pensado hacer una fiesta para poder celebrar con “todos los abuelos y las abuelas que van a poder vivir tranquilos”, que han conseguido que el lema de la asociación se convierta, tras dos años de batalla, en una realidad. “Que no se marchan de aquí hasta que se mueran”.