“¡Cambiamos de canal!”. Así anuncia 13TV el inicio de su proceso de resintonización, después de que el Gobierno de Mariano Rajoy concediera, justo antes del comienzo de la campaña electoral, las seis nuevas licencias en abierto de la Televisión Digital Terrestre (TDT). Una de ellas fue a parar a manos de la cadena de la Conferencia Episcopal. Hasta ahora tenía el canal alquilado a Unidad Editorial por 2,5 millones al año. Así que la concesión del Gobierno le ahorra el arrendamiento y es un salvavidas en mitad de la crisis financiera de la cadena, que arrastra una deuda superior a los 40 millones de euros.
La Conferencia Episcopal posee el 64,68% de la cadena, y desde su nacimiento -noviembre de 2010, cuando surgió de las cenizas de proyectos fallidos, como Popular TV o TMT surgidos al capricho del cardenal Rouco Varela, se calcula que ha invertido en la misma alrededor de 50 millones de euros.
A pesar de los malos resultados económicos de la televisión, los obispos han mantenido siempre su voluntad de “mantener la propiedad de un canal de televisión de carácter generalista ”, tal y como señaló recientemente el secretario de la Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayo. Según la Memoria Anual de Actividades 2013, un texto de obligada presentación al Gobierno para justificar sus partidas vía IRPF, los obispos incluyeron dentro del apartado de “Actividades Pastorales Nacionales” una “aportación en capital de 5,9 millones para el proyecto de televisión 13TV” solo en ese año.
Aportaciones a saco roto
Fuentes del Episcopado confirman a eldiario.es que, anualmente, la CEE habría invertido alrededor de 10 millones de euros, “como hace cualquier accionista mayoritario en su empresa”. Algo más de la mitad, como ya se ha dicho, proviene de los presupuestos de la propia Conferencia, mientras que los cuatro millones restantes proceden de aportaciones de las diócesis -que suman un montante proporcional a su representatividad y que viene de su patrimonio, donativos...-. Diez millones que suponen una cantidad muy superior a la que la misma Conferencia Episcopal aporta a la asociación humanitaria Cáritas (seis millones de euros). En el caso de la tele, las aportaciones caen en saco roto puesto que cada año 13TV pierde casi la misma cantidad que le invierten los obispos.
Aunque la televisión ha ganado en audiencia (alcanza el 2% del 'share' fagocitando a su competencia, Intereconomía), el alquiler de la frecuencia (alrededor de cuatro millones de euros al año) y el duopolio en materia publicitaria –Mediaset y Atresmedia se llevan casi toda la tarta– lleva a que la cadena facture muy poco.
Pese a ser grave, lo económico no es el principal problema. La CEE todavía sangra por la herida de la subasta de la antigua Editorial Católica (diario Ya y decenas de cabeceras regionales) y no quiere perder sus actuales resortes mediáticos nacionales. Sus actuales dirigentes quieren continuar con la presencia en radio y televisión, pero con un proyecto, en palabras de varios obispos, “que siga el modelo del Papa Francisco”.
Esto es: una cadena generalista marcada por la propuesta del Evangelio, y no por la crispación política, el insulto y las descalificaciones constantes. Algo que, tal y como se ha visto en la última campaña electoral -y continúa observándose tras el 20D en programas como El Cascabel o La Marimorena- no se ha conseguido. Y que podría llevar al sector más “franciscano” del Episcopado (Osoro, Blázquez u Omella) a dar un golpe definitivo en la línea editorial de 13TV, o a venderla al mejor postor, como apuntan algunas fuentes. Ahora, eso sí, con frecuencia propia.