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Descubren que el interior del pozo más profundo de la Luna tiene espacio para albergar una futura base

Representación artística del interior del pozo lunar en 'Mare Tranquillitatis'

Antonio Martínez Ron

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Desde que se descubrieron en 2009, los más de doscientos pozos localizados en la superficie lunar se han convertido en foco de interés para futuras misiones espaciales. La mayoría de estos misteriosos agujeros, fotografiados por las diferentes sondas que orbitan nuestro satélite, se han originado por el derrumbe de tubos de lava, aunque no se conoce con certeza su estructura interna ni si dan acceso a grandes cuevas subterráneas.

Un equipo de investigadores italianos ha obtenido pruebas de que la sima más profunda identificada hasta ahora, el llamado pozo Mare Tranquillitatis, de 100 metros de profundidad, tiene un conducto subterráneo en su parte inferior que podría alojar una futura colonia espacial, protegida de la radiación solar, los rayos cósmicos y los micrometeoritos. 

Según el resultado publicado por el equipo de Leonardo Carrer en la revista Nature Astronomy, esta cueva en las profundidades del pozo podría ser accesible. Un aumento en el brillo del radar en el lado oeste del foso detectado por la sonda LRO (Lunar Reconnaissance Orbiter) indica la presencia de un vacío o conducto en la cueva que se expande en el fondo del foso. 

“Aunque se han observado más de 200 pozos lunares, presentamos la primera evidencia de que se puede acceder directamente a una cueva lunar desde el fondo de un pozo lunar”, explica Carrer a elDiario.es. “Nuestro análisis de las observaciones de radar de la superficie lunar desde el espacio confirma que el pozo esconde una cueva. Esto marca el descubrimiento de la primera cueva demostrada en la Luna. También determinamos que la cueva es accesible desde el fondo del pozo”.

Al fondo hay sitio

A partir de los datos de LRO, los científicos estiman que el conducto está ubicado a una profundidad de 130 a 170 metros y tiene entre 30 y 80 metros de largo y alrededor de 45 metros de ancho. La cueva también es potencialmente plana o inclinada un máximo de 45 grados, lo que la convierte en el mejor candidato hasta ahora para establecer un refugio lunar para los astronautas.  

La cueva tiene entre 30 y 80 metros de largo y alrededor de 45 metros de ancho

Los autores del estudio sugieren que los tubos o conductos volcánicos podrían ser una característica común bajo las llanuras lunares, y que la fosa del Mare Tranquillitatis y su conducto podrían ser un sitio prometedor para una posible base lunar.

“El conducto se descubrió mediante la explotación de una novedosa técnica de radar que inventamos para descubrir cuevas desde el espacio”, explica Carrer. “Lo curioso es que los datos utilizados en nuestro estudio están disponibles desde hace 14 años. Como en muchos otros casos, también en nuestro caso el desarrollo de una nueva tecnología de análisis de datos permitió un nuevo descubrimiento mediante el reprocesamiento de datos antiguos”. 

Los tubos de lava, que también se encuentran en la Tierra, se forman cuando la lava fundida fluye por debajo de un campo de lava enfriada o se forma una costra sobre un río de lava, dejando un túnel largo y hueco. Si el techo de un tubo de lava solidificada se derrumba, se abre un pozo que puede conducir al resto del tubo con forma de cueva.

Protegidos y con provisiones

No es la primera vez que se realiza un trabajo similar. En un estudio de 2022, otro equipo aprovechó un rico conjunto de datos de imágenes oblicuas de seis de estos pozos para tratar de explorar su estructura interior. Los autores describieron con detalle la forma del embudo que conduce a muchas fosas, la estratigrafía de las paredes casi verticales y la presencia, en algunos casos, de un saliente que puede proporcionar acceso a un espacio subterráneo. Otro trabajo de la NASA del mismo año concluyó que el interior de estas simas lunares que siempre rondan una temperatura agradable de aproximadamente 17 °C.

Además de proteger de las temperaturas y los meteoritos, las cuevas podrían ser una fuente de materiales y agua. “Tiene ventajas en términos de disponibilidad de recursos, ya que las cuevas podrían estar más cerca de fuentes de hielo de agua y otros minerales”, destaca Carrer. “Es importante señalar que abordar estos difíciles desafíos mediante la construcción de una base en la superficie requiere soluciones de ingeniería altamente complejas, que pueden resultar menos efectivas que las que ya proporciona la naturaleza en el caso de las cuevas”.

Una cueva tiene ventajas en términos de disponibilidad de recursos, ya que podría estar más cerca de fuentes de hielo de agua y otros minerales

Leonardo Carrer Investigador de la Universidad de Trento y autor principal del estudio

El geólogo y divulgador Nahúm M. Chazarra, que no ha participado en el estudio, considera que se trata de un trabajo de gran interés tanto por su aspecto más científico como en la vertiente aplicada. “En primer lugar, pensamos que puede haber muchas más cuevas de este tipo en la Luna y acceder a su interior nos permitiría tener un registro geológico para saber cómo se han formado los mares de basalto lunares”, explica.

Por otro lado, añade Chazarra, estas simas podrían servir al ser humano como lugares donde establecer sus bases, ya que permiten tener un ambiente estable, aislado del exterior, y ser una protección para los impactos de meteoritos y micrometeoritos. “Pero lo más valioso es esa estabilidad que puede dar frente a los ciclos del día y la noche y las subidas y esas bajadas tan extremas de temperatura, que dificultarían establecerse en nuestro satélite”, señala.

En busca de otras cuevas

Los autores destacan que la metodología presentada también podría ser una opción viable para evaluar y caracterizar otras fosas lunares a fin de identificar conductos en otros lugares.  “El pozo que analizamos era uno de los candidatos para albergar una cueva pero hay muchos más de los que lamentablemente no disponemos de datos de radar para analizar”, dice Carrer. “Planeamos realizar más investigaciones sobre este tema, ya que creemos que nuestro trabajo es solo el punto de partida para la futura identificación y exploración de cuevas lunares”.

Desafortunadamente, asegura el investigador, los datos disponibles actualmente son muy limitados y cubren solo una parte de la superficie lunar. “Por ello, creemos que es importante definir nuevas misiones con satélites orbitando la Luna equipados con instrumentos de radar”, concluye. “Necesitaríamos tanto un radar similar al que utilizamos en nuestro descubrimiento para realizar un mapeo completo de todas las cuevas lunares con una resolución adecuada como una sonda de radar de baja frecuencia capaz de penetrar sistemáticamente en la superficie diseñada para poder detectar las cavidades y los tubos.también lejos de los pozos”.

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