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“Detrás de la petición del trueque de libros de texto no había un interés vecinal”

A pesar del veto, este domingo los vecinos del Barrio del Pilar celebraron el trueque de libros de texto en la puerta de una asociación. SUSANA HIDALGO

Susana Hidalgo

José Antonio González de la Rosa (PP), el concejal del distrito de Fuencarral-El Pardo (Madrid) que el sábado ordenó desalojar el mercadillo de trueque de libros de texto en el Barrio del Pilar, ha explicado en declaraciones a eldiario.es que la prohibición se basó “en que el permiso lo pidió un único vecino y no quedó demostrado que detrás hubiese un interés vecinal”.

La solicitud para instalar en la calle la mesa con el material escolar la hizo Quique, uno de los integrantes de Barrio del Pilar en Lucha, asociación formada por jóvenes del barrio. Pero la Junta denegó la actividad alegando que la ordenanza no prevé el trueque y que la decisión quedaba entonces en manos del concejal. Y este decidió entonces mandar a la Policía Municipal para que impidiese que la actividad se realizase en la calle. “La calle no puede ser un lugar de mesas peticionarias porque recibimos muchísimas solicitudes; sólo damos permiso para mercadillos en casos muy puntuales. Hay que entender que puede haber vecinos cansados de pasear y ver todo el rato puestos”, señala el edil.

González de la Rosa asegura además que, a pesar del revuelo formado por su decisión, si el fin de semana que viene vuelve a haber mercadillo su postura será “inflexible”. “Si se vuelven a dirigir a la Junta, la contestación volverá a ser que no. En los tiempos que corren hasta podría justificar el trueque, no me parece una mala opción, pero hay que ser inflexible. Porque si no, pueden venir otros vecinos a pedir estar también en la calle. O abrimos la mano o la cerramos para todos”, afirma González de la Rosa.

Este domingo, y a pesar de la prohibición, los vecinos igualmente organizaron el mercadillo a las puertas del centro social La Piluka y durante toda la mañana estuvieron repartiendo octavillas por el Barrio del Pilar para que los interesados pudiesen conocer el cambio de ubicación. El sábado, antes del desalojo, los vecinos habían colocado una única mesa en el cruce de la Avenida de Betanzos con Monforte de Lemos, muy cerca del centro comercial La Vaguada, en una esquina donde no impedían el paso de viandantes y a 200 metros de otras personas que ejercían la venta ambulante sin ser molestados por los agentes.

El domingo, tras el veto, se trasladaron a la plaza Corcubión y pegados a la entrada de La Piluka colocaron la mesa y los libros. La noticia del veto se difundió a través de las redes sociales y numerosos vecinos se acercaron a mostrar su apoyo y a felicitar a los organizadores. Desde cuentas de Twitter como @Barrio_delPilar se preguntó a los grupos de la oposición si piensan tomar medidas por lo ocurrido.

“El gasto en libros de texto me ha supuesto este año 200 euros, no los tenía y he tenido que pedir un crédito. Estoy aquí para coger material escolar porque para eso ni siquiera me ha llegado”, contaba una mujer ecuatoriana, en compañía de sus dos hijas. Las niñas miraban los bolígrafos y pedían con educación si podían coger más de uno. “Claro, podéis coger lo que queráis”, explicaban los organizadores. Porque una de las premisas de esta actividad es que no había límite de cosas para llevarse, los vecinos podían llevar libros pero también podían coger aunque no hubiesen llevado.

El mercadillo del Barrio del Pilar y su veto no es algo anecdótico. El gasto escolar se ha disparado en la última década y ya se eleva, por cada niño, a 838 euros de media, según un informe de la Federación de Usuarios y Consumidores Independientes. La situación es tan grave que hay ONG que también están dedicando recursos a la vuelta a las aulas. Por ejemplo, Cruz Roja en colaboración con la fundación de una cadena de supermercados puso en marcha el pasado fin de semana la recogida de material escolar donado por ciudadanos y que después será entregado a familias con dificultades económicas.

“El programa no es sólo la entrega puntual de material, sino que hacemos luego un seguimiento de esos niños, les damos apoyo escolar y les reponemos el material”, explica Fernando Cuevas, responsable del programa Vuelta al Cole Solidaria de Cruz Roja. En total, el año pasado fueron atendidos unos 20.000 escolares, usuarios nuevos y otros procedentes de otros programas de la ONG. “Cada vez llegan más perfiles de personas que hasta ahora tenían un empleo, pero que ahora solo ingresan el dinero del paro. Tienen que priorizar otros gastos como el de la vivienda y no pueden afrontar el del gasto escolar”, concluye Cuevas.

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