Lo que dicen los datos y los expertos sobre lo que podemos esperar de la gripe y la covid en las próximas semanas

Sergio Ferrer

22 de enero de 2024 21:57 h

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Este invierno la gripe ha acaparado toda la atención mediática y social, mientras que el coronavirus ha seguido circulando sin causar gran revuelo. El último informe semanal SiVIRA que publica el Instituto de Salud Carlos III confirma que se consolida el descenso en Atención Primaria y la tasa de hospitalización comienza a disminuir. La pregunta de cuánto falta para que se alcance el punto álgido de la epidemia ya tiene respuesta, pero eso no significa que la temporada de virus respiratorios haya finalizado.

La danza invernal entre virus respiratorios hace que, cuando uno baja, otro suba aprovechando el hueco que deja su compañero, derrotado —solo temporalmente—por nuestro sistema inmunitario. Puesto que la gripe confirma su descenso, cabe preguntarse: ¿y ahora qué?

¿Habrá un segundo pico de gripe?

En la temporada de 2021-22 la gripe tuvo una circulación inusual, fruto de la alteración en las dinámicas virales durante la pandemia: hubo dos picos —ambos de gripe A, H1 y H3—, el segundo de ellos hacia verano, y el virus no dejó de circular a niveles basales durante todo el periodo estival hasta que sus niveles volvieron a aumentar en septiembre. En la temporada 2022-23 hubo un segundo pico de gripe B, pero este mayor que el primero de gripe A, algo también poco común.

Predecir el futuro es imposible, pero en las próximas semanas pueden darse varios escenarios. “Los virus respiratorios se sustituyen unos a otros cuando el nicho ecológico lo permite”, explica a elDiario.es la Directora del Grupo de investigación de virus respiratorios y gripe del Instituto de Salud Carlos III, Inmaculada Casas. Hasta ahora la gripe A del subtipo H1 ha dominado, ¿qué nos espera ahora que desciende?

“No sabemos qué pasará: la H1 puede ser sustituida dentro de una o dos semanas por el subtipo H3 o la gripe B”, afirma Casas, ninguno de los cuales ha circulado hasta ahora. “Después de A siempre viene B, salvo en las epidemias cada cuatro o cinco años, que es al revés”. Por lo tanto, podría haber “un repunte pequeñito” de gripe B, que “siempre es mucho más bajo, al final de la temporada, como si le gustara la primavera”.

El director emérito del centro nacional de gripe de Valladolid, Raúl Ortiz de Lejarazu, coincide en que “nadie puede saber” lo que pasará. “Si hay un segundo pico epidémico tan separado como los de las dos temporadas anteriores sería anómalo, ya que nunca antes se había producido algo así”, aclara. En ese hipotético caso, “la consecuencia sería una temporada de gripe anormalmente larga”.

¿Habrá un nuevo pico epidémico de covid-19?

Hay tres cosas seguras en la vida: la muerte, los impuestos y que tras una variante del SARS-CoV-2 otra ocupa su lugar. La pregunta no es, por tanto, si un nuevo linaje sustituirá a los actuales, sino si este cambio provocará un pico epidémico de casos que pueda llegar a notarse a nivel social o, incluso, hospitalario. Si no vuelve la gripe este invierno, el siguiente sospechoso es siempre la covid-19.

Hasta la fecha, no ha sido el caso. “La incidencia de covid-19 en Atención Primaria sigue presentándose con fluctuaciones”, aseguraba el último informe SiVIRA, que no ha cambiado su valoración respecto a otras semanas. En cuanto a la hospitalización, “está en niveles inferiores a los de las dos temporadas previas”, según comentaba la Responsable del Grupo de Vigilancia de Gripe y otros Virus Respiratorios del Centro Nacional de Epidemiología, Amparo Larrauri, en declaraciones al Science Media Centre. Las razones no causan sorpresa: “Un nivel de inmunidad natural por infecciones previas, [así como el] éxito del programa nacional de vacunación desde sus inicios”, añadía la investigadora.

Entre vacunas, infecciones y reinfecciones, nuestros cuerpos tienen inmunológicamente muy visto al coronavirus, que no ha dejado de circular en todos estos años. “Todo lo que circula es ómicron, el virus no ha cambiado tanto, aunque haya muchas mutaciones en la espícula, y las vacunas siguen siendo muy eficaces”, explica Casas, que recuerda que las dosis adaptadas a la variante XBB.1.5 “están muy adaptadas a la última evolución del virus” en comparación con el linaje original y, por eso, “son más adecuadas para la situación epidemiológica” actual.

Por todo esto, Casas cree que el SARS-CoV-2 seguirá circulando “como hasta ahora”, en niveles que “no son desdeñables, pero tampoco como los de la gripe”, y no piensa que pueda producir un brote considerable a menos que el coronavirus “se reinvente y cambie muchísimo”.

“Si la gripe dejara de circular tenemos los virus primaverales, como los metaneumovirus, que van a sustituir ese nicho ecológico porque los niños no tienen ahora casi anticuerpos contra ellos, mientras que sí los tienen contra el SARS-CoV-2”, aclara Casas. Ahora mismo “no hay una predisposición a volver a tener un brote de coronavirus como al principio, porque es el gran constante, siempre está ahí y no ha dejado de circular”.

¿Ha batido récords la gripe este año?

Este año toda la atención mediática ha ido a parar a la gripe, no sin razón. El público, que hasta 2020 no seguía con tanta atención las temporadas de virus respiratorios, se preguntaba si era algo normal. La respuesta resumida y preliminar es que la situación no ha sido extraordinaria, pero casi.

“La comparación de estas incidencias gripales con las series históricas de gripe antes de la pandemia de covid-19 requiere de un análisis complejo, que tenga en cuenta el cambio en los sistemas de vigilancia antes y después”, advertía Larrauri la semana pasada. “Cuando se realizan los ajustes analíticos adecuados se observa que, en el pico de actividad de esta temporada, la gripe ha alcanzado un nivel de transmisibilidad alto, pero dentro del rango superior de epidemias de gripe pre y pospandémicas”.

Según Larrauri, esto es una situación “no extraordinaria” que hemos visto en temporadas previas como la de 2014-15“. Ortiz de Lejarazu también considera que la temporada ”no ha sido en absoluto inusual desde el punto de vista epidémico, ni por el momento de presentación, ni por la población afectada, ni por su gravedad, ni por su intensidad“.

A esto hay que sumar que la cobertura de la vacuna antigripal, aunque no ha alcanzado el nivel deseado del 75 % en mayores de 65 años, sigue manteniendo a nivel nacional los porcentajes récord observados durante la pandemia de covid-19. Si esta había caído del 69,5 al 68,5 % el año pasado, esta temporada —según los datos preliminares de la encuesta de Sanofi— cae al 63,2%, pero todavía muy por encima de las cifras prepandémicas —inferiores al 58 %—.

Aun así, Ortiz de Lejarazu opina que la temporada sí ha sido “inusualmente anormal” por varios factores, como “no haber hecho hincapié [el Ministerio de Sanidad] en la necesidad de mayores coberturas [vacunales] tras la menor actividad gripal durante la pandemia”.

¿Se está convirtiendo la covid-19 en un resfriado?

El debate sobre qué carga supondría a largo plazo la presencia de un nuevo virus respiratorio está lejos de ser nuevo, pero en las últimas semanas los datos de muchos países han mostrado una curiosa paradoja: mientras que la circulación del SARS-CoV-2 es alta, las cifras de hospitalizaciones y muertes alcanzan mínimos históricos.

Un ejemplo: en Estados Unidos, los CDC han tenido que aclarar que, aunque los niveles de infección son hasta un 27% más altos que el año anterior —según las detecciones en aguas residuales—, las visitas a Urgencias, las hospitalizaciones y las muertes han caído —un 21, 22 y 38%, respectivamente—. De forma similar, en Reino Unido las hospitalizaciones e ingresos en UCI por covid-19 nunca habían estado tan bajos, lo que ha llevado a preguntarse a algunos investigadores si la variante JN.1 —de forma inherente o por el muro inmunitario de la población— es menos grave.

“Este cambio en la relación entre los niveles de infección y la gravedad de la enfermedad está relacionado con mayores niveles de protección inmunológica proporcionados por vacunas, infecciones previas o ambas”, explicaban los CDC en su análisis. Si esa brecha sigue ampliándose, cabría la posibilidad de que el SARS-CoV-2 complete su viaje y se una al resto de coronavirus humanos que nos infectan cada año en forma de resfriados. Cuánto tardará en llegar a ese destino, si es que lo alcanza algún día, es algo que solo el tiempo dirá.