A pesar de ser una de las realidades más ocultas y silenciadas, la violencia sexual hacia los menores de edad es un problema en todo el mundo. También en España. Así lo atestigua el primer estudio a nivel nacional que aborda su prevalencia entre los adolescentes de entre 14 y 17 años, presentado este miércoles en Madrid. Basada en encuestas a 4.024 estudiantes de 70 centros educativos de todas las comunidades, la investigación concluye que un 17,8% de los adolescentes ha sufrido algún tipo de violencia sexual en el último año, con una acentuada diferencia entre géneros: un 24% de las chicas y un 11,2% de los chicos.
Elaborado por el Grupo de Investigación en Victimización Infantil y Adolescente (GReVIA) de la Universidad de Barcelona, el estudio pretende “mostrar por primera vez” en nuestro país “la prevalencia de la victimización sexual en una muestra representativa” de adolescentes para ofrecer “un diagnóstico de la situación”. “La violencia sexual contra niños, niñas y adolescentes es un problema social, de salud pública y de derechos humanos”, pero “todavía muy desconocido en nuestro país”, apunta el estudio, liderado por Noemí Pereda, directora del grupo.
La investigación desglosa los tipos de violencia sexual en tres categorías: abuso físico, electrónico y explotación sexual, siendo la segunda la mayoritaria (12,1%), seguida por la física (9,9%) y la explotación sexual (2,6%), que implica el intercambio de sexo por recompensas, como obsequios y dinero. En las tres categorías las chicas son las principales víctimas.
Aunque el estudio diferencia entre el género de quiénes reciben la violencia, carece de perspectiva de género a la hora de analizar quiénes la cometen. Apenas hay información sobre los autores y las cifras no aparecen en este punto desglosadas por género. Preguntadas las autoras de la investigación por este extremo apuntan a que el enfoque de la investigación “no es el agresor, sino la víctima” y los datos de los que disponen sobre los perpetradores “son muy escasos”.
La única excepción es la información sobre los autores de abuso sexual físico, que el estudio divide en función de si fueron adultos o jóvenes de similar edad de las víctimas. En el primer caso, “las principales figuras que lo perpetraron fueron el padre o figura paterna y otra figura familiar adulta de sexo masculino”. En cuanto a la violencia ejercida por iguales, las agresiones fueron realizadas “con más frecuencia por parte de compañeros/as o amigos/as del colegio y otros chicos/as que no formaban parte del núcleo familiar”, explica el informe sin dividir entre unos y otras.
Víctimas por tipologías
En cuanto a la violencia electrónica, en la que se engloban las solicitudes sexuales y el grooming online, ha sido reportada por un 5,9% de los chicos y un 18,3% de las chicas. La explotación sexual alcanza de forma similar a ambos (2,3% en el caso de ellos y 2,5% en el caso de ellas) y los abusos físicos han sido cometidos contra el doble de mujeres que de hombres: un 12,6% y un 6,6% de los adolescentes respectivamente.
En este último caso, un 3,1% de los encuestados aseguraron que el autor había sido un adulto mientras que el 8,8% fueron víctimas de agresiones por parte de jóvenes de edad parecida, con gran diferencia entre géneros: el 11% de las chicas y el 5,9% de los chicos dijeron haber sufrido este tipo de violencia en el último año.
Ellas reportan, además, mayores niveles de violencia sexual en la mayoría de tipologías. Así, las adolescentes sufrieron más tocamientos por parte de una persona adulta conocida (1,7% frente al 0,9% de chicos), y desconocida (1,9% frente al 0,8% de jóvenes hombres), así como tocamientos por parte de una persona menor de edad desconocida (3,2% frente al 1,9% de chicos) y violencia sexual en el noviazgo (6,6% frente al 2,3% de chicos).
Sin embargo, el estudio encontró que algunos tipos concretos fueron algo más prevalentes en el grupo de chicos: es el caso de la penetración o sexo oral por parte de una persona adulta conocida (1% frente al 0,3% de chicas) y desconocida (1% frente al 0,4% de chicas), así como la explotación sexual con penetración (1,2% frente al 0,5% de chicas).