Dime tu frase y te diré qué tipo de negacionista del cambio climático eres
Las navidades pueden llegar a ser días desafiantes, ya que pueden convertirse en el caldo de cultivo perfecto para que los mensajes negacionistas del cambio climático revoloteen, campantes, por encima de las gambas, los cubiertos, y los polvorones, dejando estupefactos a muchos de los comensales.
Una sola persona puede llegar a lanzar tantas ideas negacionistas por minuto que acabe por conseguir aturdir a quien tiene delante en la cena de Nochevieja, generando en él o en ella una sensación de frustración. Es por ello por lo que es importante tratar de ir ordenando en diferentes 'cajones' dichos mensajes según van llegando.
Ramón Nogueras, psicólogo y autor de Por qué creemos en mierdas, explica que, para empezar, podemos encontrar “diferentes grados de negacionismo en una persona: gente que ha ido más allá o gente que menos”. El extremo más leve son aquellas personas que pueden ser ligeramente escépticas o tendentes al escepticismo, lo cual, señala, “en algunos momentos puede ser saludable, porque no siempre las instituciones o los gobiernos aciertan o están en la posición de la verdad”. Sin embargo, “en el otro extremo podría llegar a encontrarse una persona que llegue a decir que la Tierra es plana”, apunta.
Muchas personas negacionistas se conciben a sí mismas como 'escépticas', pero obvian que una verdadera persona escéptica atiende a la evidencia y cambia sus percepciones y sus creencias según la evidencia va haciéndolo necesario
Subraya la diferencia entre ser un escéptico y un negacionista: “Muchas personas negacionistas se conciben a sí mismas como 'escépticas', pero obvian que una verdadera persona escéptica atiende a la evidencia y cambia sus percepciones y sus creencias según la evidencia va haciéndolo necesario. En cambio, un negacionista, cuando se le presentan evidencias de que está equivocado, no va a abandonar sus creencias: lo que va a hacer es buscar la forma de retorcer esas creencias para poder justificar sus discursos”.
John Cook, investigador de la psicología cognitiva de la negación de la ciencia climática, señala en libros como Climate Change Denial: heads in the sand (Negacionismo del cambio climático: cabezas bajo la arena), o Cranky Uncle vs. Climate Change: How to Understand and Respond to Climate Science Deniers (Mi tío gruñón vs. el cambio climático: Cómo entender y responder a los negacionistas del cambio climático), que los negacionistas de la crisis climática se pueden agrupar en cuatro categorías según las frases que lleven por bandera. Sin embargo, algunos de ellos pueden ir saltando de un grupo a otro, incluso en una misma conversación, dependiendo de lo que les vaya 'conviniendo'.
Negar la realidad
Todos hemos escuchado frases como “Hace frío, así que el calentamiento global no es real” o “los glaciares están aumentando, por lo que el cambio climático es un invento”. Son argumentos que niegan por completo que el planeta esté experimentando un cambio climático. El experto sostiene que es como decir que “está oscuro, por lo que el sol no existe”, y explica que estos argumentos se tejen a través de falacias como la de la selección selectiva. Por ejemplo: el acto de señalar selectivamente el caso de un puñado de glaciares ignora el hecho de que la enorme mayoría de glaciares se están reduciendo.
También lo hacen a través de falacias como la de las 'expectativas imposibles': El cambio climático no significa que no habrá más días fríos, sino que los eventos fríos tienen menos probabilidades de ocurrir.
Negar responsabilidad
Los argumentos centrados en negar la responsabilidad humana ante el cambio climático son aquellos que asumen que se está dando un cambio climático, pero defienden que se trata de algo 'natural', no provocado por el ser humano. Estas ideas pueden materializarse en frases como “la actividad humana contribuye, pero solo un poco, al cambio climático”. Se trata, en este caso, de la falacia de la 'inducción perezosa': Ignora la evidencia relevante al llegar a una conclusión. Ignora toda la investigación que existe en torno a cuánto los humanos hemos contribuido al cambio climático.
También se hacen afirmaciones como “el clima ha ido cambiando siempre a lo largo de la historia, así que este calentamiento global que estamos experimentando es solo una variación natural”. Esta afirmación está construida a través de la falacia las conclusiones precipitadas. Solo porque el clima ha ido cambiando naturalmente en el pasado no significa que el cambio actual sea natural. Es como decir, ejemplifica Cook, al ver a una persona muerta con un cuchillo clavado en la espalda, que como ha habido muchos humanos que han muerto por causas naturales en el pasado, eso debe de significar que esa muerte se ha producido de forma natural.
Negar las consecuencias
“El CO2, pues mire, es necesario para que haya vida. Sin CO2 no podría haber vida”. Esto es lo que dijo el político Emilio del Valle (Vox) en el Congreso de los Diputados hace dos años. Según señala Cook en sus investigaciones, los negacionistas tratan de distraer acerca de los impactos negativos del cambio climático seleccionando minuciosamente los supuestos impactos beneficiosos que tiene. Es como decir que, como fumar a veces ayuda como estrategia para bajar de peso, eso quiere decir que no es dañino.
El experto pone otros ejemplos en sus estudios, como la frase “los huracanes no están relacionados con el calentamiento global” o “el CO2 es bueno para las plantas”.
Negar la ciencia
Las personas que niegan la ciencia suelen ser las más tendentes a las ideas conspiranoicas: defienden teorías como que el cambio climático es un fraude, un invento. Que los científicos, mediante mala conducta profesional o criminal, manipulan o distorsionan las investigaciones por razones ideológicas o financieras, y que existe una 'élite' que pretende suprimir la 'disidencia'. Pueden llegar a lanzar mensajes como “los negacionistas climáticos somos como cuando Galileo se opuso al consenso”. Sin embargo, Cook explica que, de hecho, los negacionistas climáticos se parecen más a aquellos que criticaban a Galileo, pues negaban la ciencia, ya que amenazaba su propia ideología.
También se pueden escuchar afirmaciones como “31.000 científicos [estadounidenses] cuestionan el calentamiento global causado por el hombre, por lo que no hay consenso”. Esta se trata de la falacia de los falsos expertos: utilizan a científicos no especializados en el clima para dar la impresión de que hay un debate científico en curso cuando no lo hay. También incurre en la falacia de la minoría magnificada: 31.000 es sólo el 0,3% de todos los graduados en ciencias de Estados Unidos.
“Hizo más calor en la era medieval” es otra afirmación recurrente. Incurre en la falacia de la selección selectiva: a pesar de que, efectivamente, el período medieval tuviese temperaturas cálidas inusuales en algunas regiones del planeta, globalmente el planeta era más frío que ahora.
¿Cuándo merece la pena hablar con un negacionista?
Nogueras enumera algunas cosas que hemos de tener en cuenta a la hora de tener a un negacionista delante. La primera es que “casi nunca vamos a convencer en una sola conversación a la persona. Se trata de un proceso que, si sucede, veremos a ver cuándo”.
Cuando tus creencias se convierten en parte de tu identidad, reconocer que tu creencia está equivocada, es un ataque a tu identidad
La segunda cosa que debemos de analizar es cuánta “inversión” ha hecho esa persona por defender esas creencias. ¿Ha puesto mucho esfuerzo en ello? ¿Ha manifestado sus ideas públicamente, como en sus perfiles de redes sociales? En el caso de que la respuesta sea “sí”, seguramente, no merecerá la pena debatir con esa persona, pues estas ideas estarán muy integradas en su identidad. “Cuando tus creencias se convierten en parte de tu identidad, reconocer que tu creencia está equivocada, es un ataque a tu identidad”, explica.
Cook coincide en sus investigaciones: “Cuando alguien rechaza la ciencia por razones ideológicas, la posibilidad de cambiar su mente es muy pequeña. Cuando pensamos que la ciencia amenaza nuestra propia ideología, podemos reaccionar de forma sesgada. Esto puede ocurrir a un nivel psicológico profundo, por lo que muchas veces ni siquiera nos damos cuenta de que estamos siendo sesgados”.
Inoculación y diálogo socrático
Sin embargo, es peligroso dejar pasar la desinformación. Es por ello que, si decidimos intentarlo, podemos aplicar estrategias como la 'inoculación': “Al explicar la técnica utilizada por los negacionistas para distorsionar los hechos, se puede resolver el conflicto. Esto es como exponer el truco de magia que se esconde detrás de un truco de magia”, apunta el investigador. Las falacias que suelen usar los negacionistas están recogidas en Skeptical Science, la página web creada por Cook para este propósito.
Debemos de responder a la desinformación con tres elementos: el hecho, el mito, y la falacia. Por ejemplo: “Esta década ha sido la más calurosa de la historia desde que hay registros, pero efectivamente hay un mito que dice que, como a veces sigue haciendo mucho frío, eso implica que el cambio climático es una mentira. Esto es como decir que que exista la noche implica que no existe el sol. Es una falacia”.
También podemos intentarlo, propone Nogueras, a través del 'diálogo socrático': “Consiste en, en vez de presentar afirmaciones contrarias a lo que dice el otro, actuar haciendo que la persona tenga la sensación de que estamos de su lado, de que realmente nosotros queremos creer, pero hay algunas cuestiones que nos paran un poco, y que por eso él tiene que explicarlo. Ir haciéndole preguntas como: '¿Cómo sabes que es verdad?', 'Y si esto que dices es correcto, entonces ¿cómo es que esto ocurre o no ocurre?' De forma que la persona pueda percibir los huecos en su propia creencia. De esa forma podemos llegar a sembrar una especie de semilla de duda que pueda, en un momento dado, llevar a que la persona se replantee las cosas”. Además, señala el experto, es importante adoptar una actitud neutra o incluso cordial en la medida de lo posible.
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