El agujero en las cuentas del obispo Munilla: deuda millonaria y opacidad en la diócesis de San Sebastián
Es uno de los líderes de la alianza anti-Francisco de la Iglesia en España, junto al arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz y al polémico obispo de Alcalá de Henares (Madrid), Juan Antonio Reig. El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, ha desatado la división en la diócesis vasca, antaño una de las más florecientes, y hoy un desierto vocacional y económico.
Los datos no engañan: la diócesis de Gipuzkoa fue, el año pasado, la que obtuvo un peor resultado entre los católicos que marcan la X de la casilla de la Declaración de la Renta. Apenas un 22,7% de fieles optaron por dar el 0,7% de sus impuestos a la diócesis dirigida por Munilla. La radicalización hacia postulados de la ultraderecha, la oposición –velada, pues ningún obispo español, en público, se atreve a corregir al Papa– a las medidas de Francisco, y el malestar creciente del clero con su obispo continúan alejando a los fieles de la Iglesia guipuzcoana.
Con todo, el último escándalo, que ya ha llegado a oídos de la Santa Sede, revela cómo el Obispado de San Sebastián ha dilapidado buena parte de su patrimonio desde que Munilla es obispo. Así, cuando accedió al cargo, en 2010, sustituyendo a monseñor Uriarte, la Iglesia no tenía deudas ni arriesgaba el dinero de los fieles en productos cuanto menos dudosos.
Ahora, tal y como han denunciado un millar de sacerdotes, religiosos y fieles, muchos de ellos miembros del Consejo Presbiteral de la diócesis, Munilla ha dejado “un agujero de más de un millón de euros”, a los que hay que sumar la pérdida de 700.000 euros en acciones del quebrado Banco Popular. Unos datos que, aseguran los denunciantes, fueron facilitados el pasado 22 de febrero, durante la comparecencia del vicario general de la diócesis ante el Consejo Presbiteral.
Confusión con los inmuebles
En un comunicado, que lleva por título No a espaldas de la diócesis, el millar de religiosos, clérigos y agentes de pastoral constatan cómo “al iniciar su servicio episcopal D. José Ignacio Munilla, en enero de 2010, la Diócesis contaba con fondos más que holgados, con un superávit que permitía afrontar el futuro sin problemas. ¿Por qué, apenas transcurridos dos años, el Obispo comienza a hablar de que la Diócesis 'está en números rojos'? Todavía ni el Consejo Presbiteral ni la Diócesis han recibido información alguna de lo que ha podido suceder. ¿Es ésta una actuación movida por la 'transparencia'?”.
La primera denuncia (destapada por el portal religiondigital.com) fue filtrada a la diócesis, que emitió de inmediato una nota en la que se limitaba a indicar que las cuentas del Obispado están auditadas y que nadie se quejó ni hizo pregunta alguna cuando se presentaron las cuentas en febrero. Sin embargo, nada se dijo, tal y como aseguran los denunciantes, de las pretensiones del obispo de “la venta o alquiler de inmuebles emblemáticos de nuestra Diócesis en el centro de San Sebastián y otros edificios de diversas parroquias diocesanas”.
Así, aseguran, Munilla pretende trasladar los servicios de la diócesis y a los sacerdotes jubilados al seminario, así como trasladar también al obispo “a una vivienda y un despacho habilitados en el interior del edificio de la catedral”. La diócesis también ha sugerido vender la casa de espiritualidad Vila Gentza, “alquilar la última planta del seminario” y la venta de una serie de pisos que la diócesis posee en el centro del casco urbano de la ciudad.
“La Diócesis de San Sebastián realiza una gestión del patrimonio recibido por sus fieles con criterios de profesionalidad, prudencia y transparencia”. Esa es la única respuesta oficial de la diócesis, que calla ante una polémica que, de prolongarse, podría acabar con buena parte del patrimonio del Obispado todavía dirigido por Munilla.
Los datos, que han sido remitidos a la Santa Sede preocupan, y mucho, en el seno de la Iglesia española, que acaba de arrancar una nueva campaña del Xtantos, para promover que los fieles marquen la X en la casilla de la Iglesia católica en la Declaración de la Renta. Algo que preocupa a los obispos porque, según los últimos datos ofrecidos por la Conferencia Episcopal, la Iglesia ha recaudado más dinero, pero los fieles marcan menos que nunca la casilla.