A finales de 2014 el Grupo de Trabajo de la ONU sobre la discriminación de la mujer emitió sus conclusiones al finalizar la misión de diez días en España. Entre las recomendaciones, llamaba la atención sobre la escasa promoción para que mujeres cualificadas ascendieran a la categoría de embajadoras y pedía que fueran evaluadas “en función de sus méritos” para superar “las barreras estereotipadas”. Cuatro años después el número de embajadoras de España ante gobiernos extranjeros no supera el 12%.
El pasado viernes, el Consejo de Ministros aprobó 14 ascensos a categoría de embajador, es decir, que pueden llegar a serlo. Todos ellos son hombres. Al mismo tiempo nombró a una mujer, Consuelo Femenía, como embajadora en Malta. Ella es una de las 14 mujeres que están actualmente en el cargo en alguna de las 116 embajadas de España en el exterior frente a los 102 hombres, según los datos que publica el Instituto de la Mujer elaborado a partir del Fichero de Altos Cargos.
A pesar de los avances, la carrera diplomática sigue siendo un cuerpo masculinizado. Lo demuestran las cifras sobre la presencia femenina en el máximo rango al que aspirar, pero también los datos de la base de la pirámide: del total de 907 diplomáticos españoles activos en marzo de 2018, son mujeres 237, un 26%, según datos ofrecidos por el Ministerio de Asuntos Exteriores a Europa Press. A la última oposición de acceso a la carrera diplomática se presentaron 171 mujeres de un total de 437. Aprobaron 25, de los que 10 son mujeres.
Aún así, el porcentaje de integrantes de la carrera diplomática –en el que ellas siguen siendo minoría– dista de lo que ocurre en la parte más alta, donde se da un techo de cristal habitual en casi todos los ámbitos. Eso teniendo en cuenta que España levantó la prohibición de que las mujeres accedieran a la carrera diplomática en 1964. Según la normativa vigente las vacantes “se cubrirán discrecionalmente mediante real decreto del Consejo de Ministros, a propuesta del Ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación” entre aquellos que ya hayan desempeñado determinados altos cargos.
La cifra de embajadoras no ha sido homogénea desde que se publican datos oficiales y ha variado de un año a otro. El dato más alto se alcanzó en 2011, durante el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, cuando el número de embajadoras se situó en el 15,5% tras años de picos al alza y a la baja. La cifra descendió en 2014 hasta el 12,7% durante el Ejecutivo del PP –de 2012 y 2013 no existen datos– para hacerlo todavía más en los dos años posteriores y caer al 7% en 2015 y 2016. Al año siguiente, 2017, volvió a incrementarse hasta el 12% y la cifra se mantiene actualmente.
Esta realidad ha sido denunciada activamente por la Asociación Mujeres Avenir, que celebró la I Conferencia Internacional en Madrid sobre Mujer y Diplomacia el pasado 8 de marzo. En ella, se hizo hincapié sobre cómo “el sector de las relaciones internacionales de este país continúa siendo predominantemente masculino” y aunque “se está caminando lentamente hacia la paridad, aún queda como asignatura pendiente el acceso de la mujer a los niveles más altos, como muestran los números”.
Eso a pesar de que la Ley de Igualdad, aprobada en el año 2007, insta a que la presencia de mujeres y hombres sea equilibrada tanto en el ámbito público como en el privado, es decir, que la suma de las personas de cada sexo no superen el 60% ni sean menos del 40%.
¿En qué países están?
De 2018 también existen datos sobre el número de embajadoras ante organizaciones internacionales como la ONU o la OTAN. En este caso, el porcentaje pasa al 13%: 16 embajadoras frente a 111 embajadores. Las diferencias entre unos y otras también se evidencian al evaluar para qué países y ante qué organizaciones en el exterior son destinadas ellas. Al frente de la embajada de Bélgica y Alemania hay una mujer, pero son las únicas misiones consideradas más o menos estratégicas con presencia femenina. El resto se reparten en Jordania, Vietnam, Ucrania, Noruega, Hungría, Malta, Estonia, Cabo Verde, Ghana, Namibia y Zimbabwe.
Ante organizaciones internacionales, la UNESCO y la Organización para la Seguridad y la Cooperación cuentan con una mujer como representante de España. En la ONU, la OTAN o la OCDE son hombres.