Ed Winters, activista vegano: “La carne no es sostenible, ni siquiera siendo local”
Ed Winters (Reino Unido, 1994) era un apasionado más de la carne y un amante de KFC, pero cuando un día vio en las noticias las duras imágenes de un camión que se había estrellado mientras transportaba 6.000 pollos, algo hizo clic en su interior. “Me vi obligado a enfrentarme al hecho de que esos animales tienen la capacidad de sufrir, algo obvio que, aun así, nunca me había parado a pensar”, escribe. Su viaje hacia el veganismo comenzó ese día.
Winters saltó a la fama en 2016 cuando creó un canal de YouTube en el que subía entrevistas callejeras en las que debatía con quien se atreviera sobre la ética de comer animales. Desde entonces ha cofundado una organización por los derechos de los animales, pronunciado discursos en todo el mundo y creado un santuario para animales maltratados en su Inglaterra natal. El antiguo fan de los cubos de alitas es hoy uno de los activistas veganos más conocidos del mundo.
Entrevistamos a Winters aprovechando la reciente publicación en español de su libro Esto es propaganda vegana (Capitán Swing).
¿Qué ha aprendido en estos años de activismo sobre cómo comunicar el veganismo?
Que las personas son muy complejas y tenemos que entender por qué hacen lo que hacen, no basta con pensar que es incorrecto. Defiendo que lo que hacemos a los animales es un problema y, sin embargo, la gran mayoría de la gente está en desacuerdo conmigo a través de sus acciones. Hay algo que no cuadra y tenemos que entender, escuchar y tratar con respeto a los otros aunque no estemos de acuerdo.
En el veganismo, como sucede con la causa ambiental, ¿cree que lo perfecto es enemigo de lo bueno?
Siempre digo que cualquier paso que des es genial y voy a felicitarte. Sin embargo, creo que deberíamos esforzarnos en ser veganos porque con los problemas ambientales siempre va a haber escalas: nunca podremos eliminar nuestro daño al planeta, solo reducirlo. Desde una perspectiva ética, aunque solo perjudiquemos a un pollo estamos dañando a un animal. Y aunque dañar a uno es preferible a dañar a un millón, hacerlo sigue siendo inmoral. Apoyo cada paso, pero cuando hacemos campañas deberíamos abogar por el veganismo porque no somos la víctima y no nos corresponde hacer compromisos en su nombre. Si fuéramos la víctima no querríamos que alguien los hiciera en el nuestro, sino que nos defendieran y dejaran de hacer daño.
En el epílogo asegura que “un mundo vegano sería lo mejor para todos”, pero ¿es algo que podemos pedir a los países menos desarrollados?
No, no es justo esperar eso de ellos. No es justo esperar algo de alguien que no puede hacerlo. Si vives en África Occidental, o en una zona rural de los Estados Unidos, o en un desierto alimentario, y no tienes acceso a supermercados, tu capacidad de tomar decisiones se verá limitada. Sería ingenuo o incluso arrogante esperar que personas que tienen una vida mucho más dura que la mía puedan cumplir con mis expectativas. La cuestión no es que debamos esperar que todos hagan el cambio tal y como está el mundo hoy, sino que aquellas que pueden hacerlo, lo hagan.
El veganismo es lo moralmente correcto cuando puedes hacerlo. Esto sucederá a medida que las mentalidades cambien y nuestro sistema alimentario evolucione hacia algo más eficiente, económico, ético y sostenible. Así cambiarán los hábitos de consumo en todo el mundo, pero hoy no puedo decir que todos deberían ser veganos, porque no todas las personas tienen la opción de serlo. Si la tienen, sí deberían serlo.
En cualquier caso, el consumo de productos de origen animal en naciones de ingresos bajos es menor que el nuestro, así que podría decirse que el problema está en las naciones de ingresos altos, que son las que sí pueden realizar esos cambios.
Sabemos lo problemáticas que son las industrias tabacalera y petrolera y sus productos, por poner dos ejemplos. ¿Cree que el público es consciente en el caso de la industria ganadera?
No confiamos en los ejecutivos del tabaco, ni pensamos que un científico del clima y un lobista del petróleo sean iguales. Todavía no hemos aceptado eso con los productos de origen animal: aún pensamos que un granjero sabe lo que es mejor, que son los que cuidan la tierra y los animales. Confiamos mucho más en los granjeros que en los científicos, que son los que nos advierten de las compañías petroleras, el tabaco y el amianto. Confiamos en la ciencia, pero con este tema todavía cerramos los ojos y pensamos “quizá los granjeros tienen razón”.
El IPCC [Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático] publicó un informe el año pasado en el que quería recomendar la adopción de dietas basadas en plantas y tuvieron que eliminar eso debido a la presión de la industria de la carne. No nos damos cuenta de lo poderoso que es el lobby de la carne, pero la narrativa cambiará: cuanto más hablemos de ello y más innegable se vuelva, más veremos que debemos confiar en los expertos y no en quienes tienen intereses financieros en la industria.
Si hemos llegado a ese punto con otras industrias, ¿por qué no con la ganadera?
Tenemos la percepción tradicional de familias trabajadoras viviendo de la tierra y cuidando de los rebaños. Necesitamos a esta gente que nos alimenta todos los días, pero no necesitamos criar animales. Aun así, tenemos la impresión de que es algo noble: cuando piensas en una compañía tabacalera imaginas hombres de traje en una sala de juntas intentando vender un producto; con la agricultura, piensas en el pastor con las ovejas tumbadas en el campo.
La industria trata de aprobar leyes para hacer menos atractivos los productos veganos. Los consumidores no son estúpidos. Están diciendo que el español promedio no entiende que el salmón vegano es salmón vegano o que la leche de avena viene de la avena.
No vemos a las industrias de carne y lácteos como hombres de traje y debemos hacerlo, porque son las grandes empresas las que mueven el sector. Mi frustración no va contra el granjero promedio, mi desagrado está dirigido hacia los jefes de esas industrias que van a Bruselas y hacen presión en la UE, porque son los que tienen el poder.
Parte de esa presión busca que no se pueda llamar, por ejemplo, “salmón” a una alternativa vegetal. ¿Qué opina de esa polémica con los nombres?
Es desalentador. La industria está tratando de aprobar leyes para hacer menos atractivos los productos veganos. Es absurdo porque los consumidores no son estúpidos, esas empresas menosprecian nuestra inteligencia. Están diciendo que el español promedio no entiende que el salmón vegano es salmón vegano o que la leche de avena viene de la avena y no de las vacas. Nos tratan con condescendencia como si no pudiéramos tomar nuestras propias decisiones y la única razón por la que la gente compra salchichas vegetarianas es que se equivoca. Es triste, pero muestra otra cosa: que las industrias están preocupadas por las tendencias y por cómo están cambiando las cosas. Por eso no creo que la resistencia sea una mala señal: si no tuvieran nada contra lo que resistir, no lo harían.
¿Podemos luchar contra el cambio climático sin veganismo?
A nivel mundial la comida no es la mayor fuente de emisiones, pero las dietas basadas en plantas tienen que ser parte de la solución. Las emisiones de nuestro sistema alimentario, por sí solas, ya nos llevarán más allá de los límites de 1,5 e incluso 2ºC que queremos mantener. Además, la cría de animales es el principal impulsor de la deforestación, la pérdida de biodiversidad, la extinción de especies y la destrucción de hábitats. El veganismo libera tierra, elimina el mayor impulsor de la deforestación y, en su lugar, podemos reforestar, reintroducir especies al borde de la extinción y mejorar la biodiversidad. No es la solución mágica que arreglará el mundo, pero sin ella nunca resolveremos los problemas que intentamos solucionar.
Luego está el tema de hasta dónde llevar las cosas desde un punto de vista ambiental, porque siempre tendremos que encontrar un equilibrio. No podemos vivir una vida completamente sostenible porque eso nos lleva a la no existencia
Asegura en el libro que “romantizamos la ganadería”, pero la agricultura también es una actividad artificial que puede ser dañina para el medioambiente. ¿También la romantizamos?
Hablamos de la agricultura como si fuera algo natural cuando no lo es. No creo que nadie diga que el cultivo de plantas es perfecto, pero lo que me entusiasma es que podemos mejorarlo. Incluso ahora sigue siendo mejor que la cría de animales, imagina lo bueno que podría llegar a ser. El futuro de la alimentación no tiene por qué ser aterrador: se trata de innovación, progreso y de transición hacia algo mejor. Creo que el cultivo de plantas puede mejorar y mejorará, esa es mi esperanza.
¿Hay algún producto vegano que recomiende no comprar?
El primer paso es eliminar a los animales de la dieta, pero veo el veganismo como un paso para volverte más consciente, investigar y elegir productos de diferentes variedades o países de origen. Decir: estoy en España y voy a comprar leche de almendras porque vienen de España. O buscar marcas más éticas de chocolate. Luego está el tema de hasta dónde llevar las cosas desde un punto de vista ambiental, porque siempre tendremos que encontrar un equilibrio. No podemos vivir una vida completamente sostenible porque eso nos lleva a la no existencia. Lo más fácil es que cuando comparas plantas con animales, las plantas siempre salen mejor paradas, incluso las más problemáticas.
Cada vez existen más productos vegetarianos y veganos, ¿le preocupa que cada vez haya más alternativas poco saludables?
El veganismo se ha etiquetado como una dieta, una moda saludable, y pensamos que los alimentos veganos deben ser saludables, pero algo no es saludable solo porque esté basado en plantas. Si compramos un producto vegano que es una hamburguesa o una salchicha, no está destinado a ser un guiso de garbanzos. Debemos entender que está replicando un producto cárnico que no es saludable y que su aspiración no es la de ser la comida más saludable. El veganismo puede ser la dieta más saludable, pero si comes muchas hamburguesas no lo será tanto, aunque las alternativas no cárnicas sean más saludables que sus contrapartidas. Siempre que las tratemos como un capricho podemos encontrar un equilibrio.
El veganismo se ha convertido en un negocio y las marcas de comida rápida y los supermercados tienen sus propios productos. Hay una oportunidad financiera ahí, y eso es bueno y malo.
¿El veganismo se ha convertido en un negocio?
Se ha convertido en un negocio y las marcas de comida rápida y los supermercados tienen sus propios productos. Hay una oportunidad financiera ahí, y eso es bueno y malo. En un mundo ideal estas empresas solo servirían comida vegana porque creen que es lo correcto, pero no es el mundo en el que vivimos. Si una de las críticas contra el veganismo es que no es lo bastante accesible y que es demasiado difícil y restrictivo, quiero que haya opciones veganas en todas partes. Aunque sea cínico que estén por razones económicas.
Me refiero a si hay una especie de greenwashing en el que se disfrazan como veganos productos que no lo son.
Es frustrante ver cómo estas empresas intentan manipular a la gente. A veces ves en Reino Unido términos como plant powered y al revisarlo no es vegano, pero aprovechan las connotaciones positivas de las plantas. En realidad los productos de origen animal son a menudo los campeones de las etiquetas engañosas, marketing y palabras vacías. Si vas a cualquier supermercado ves imágenes de paisajes exuberantes y granjeros felices. Nos venden mentiras, porque esa no es la realidad de los animales.
¿Lo orgánico y local no siempre es mejor?
Pensamos que si el transporte es un gran problema, al comprar alimentos locales la comida viajará menos y será mejor. Es una simplificación, porque si apoyas a un granjero local no significa que lo que produzca sea sostenible solo porque está cerca de ti. Lo más importante es lo que está produciendo. Cuando se miran las carnes rojas, menos del 0,5 % de las emisiones relacionadas con la carne de res provienen del transporte. Para el cordero es el 2%. Así que la carne no es sostenible ni siquiera siendo de producción local.
Los animales no son más sostenibles que las plantas porque ocupan más espacio y son grandes contaminadores de ríos y arroyos. Las plantas siempre serán la decisión más importante, independientemente de lo locales y orgánicas que sean: los alimentos vegetales con mayor impacto ambiental siguen teniendo menos impacto que los alimentos animales más sostenibles. Esto hace que la decisión sea fácil.
Los trabajadores de los mataderos, ¿también son víctimas?
No puedo defenderlos a todos porque algunos hacen cosas desagradables, pero tampoco es justo generalizar. Son lugares configurados para atraer a personas con menos oportunidades laborales, porque nadie quiere pasarse todo el día matando animales. No tienen otras opciones y terminan realizando un trabajo muy violento del que muchos sienten que no pueden escapar. Como consecuencia, encuentras niveles altos de enfermedades mentales y también de lesiones laborales.
Si el transporte es un gran problema, si compramos alimentos locales la comida viajará menos y será mejor. Es una simplificación, porque si apoyas a un granjero local no significa que lo que produzca sea sostenible solo porque está cerca de ti.
Viven una violencia abrumadora, tienen que hacerlo todos los días y esperamos que al final de la jornada cuelguen sus delantales manchados de sangre y se vayan a casa, pero la mente humana no funciona así. Terminan con trastornos de estrés postraumático, problemas de drogas y alcohol, e incluso la violencia se desborda y afecta a sus familias. Debemos ser muy conscientes de esto y empatizar. Pagamos para que se encuentren en situaciones en las que no querríamos estar y luego sufren como consecuencia. El consumidor paga para que todo suceda y luego voltea la mirada y hace como que no tiene nada que ver con él.
¿Habría habido pandemia en un mundo vegano?
Existe una conexión entre la explotación que hacemos de los animales y las enfermedades infecciosas. El principal impulsor en la aparición de la gripe aviar, que es el virus que más preocupa a los expertos por su potencial pandémico, es la cría de animales. Cuando piensas eso te das cuenta de que estamos jugando con fuego. Además, la industria hace el mayor uso de antibióticos del mundo: tenemos una maravilla de la medicina moderna y la estamos desperdiciando para mantener vivos a los animales el tiempo suficiente como para engordarlos antes de matarlos. No creo que la gente se dé cuenta de que las consecuencias del consumo de animales podrían ser catastróficas para nosotros, no solo para ellos.
¿Nos ponemos a la defensiva porque aceptar los argumentos del veganismo implica reconocer que estábamos haciendo algo malo?
Si pregunto si hacer daño a los animales está mal, todos dirían que sí. Pero si digo que causar daño a los animales está mal y que deberías ser vegano, la gente diría que no. La lógica es la misma, si fuéramos lógicos todos estaríamos de acuerdo en que también se aplica a cerdos, vacas y pollos.
Esto no significa que esas personas sean malas por consumir productos de origen animal. Hacer algo malo no te convierte en una mala persona. Es más complicado que eso. Vivimos en un mundo donde el consumo de productos de origen animal es legal y normal. Desde que nacemos nos dicen que está bien y la mayoría de las personas a nuestro alrededor lo hacen.
Tenemos el deber moral de cambiar, pero no creo que sea tan simple como decir que eres una mala persona. Es complejo, la psicología humana es desafiante, somos irracionales y las personas no cambian instantáneamente. Debemos alentar a las personas a seguir haciendo cambios hasta que puedan darse cuenta de que lo que hacían era malo, sin que eso signifique que fueran malas personas. Mientras no cambiemos las dinámicas de nuestra cultura y nuestras mentalidades, y desmontemos esas narrativas, esta contradicción seguirá existiendo.
Esta entrevista, ¿ha sido propaganda vegana?
[Ríe] Casi seguro. Lo titulé así [el libro] porque habrá quien lo lea y piense que es propaganda, pero todo lo que digo tiene una cita y siempre pido a la gente que lo mire y me haga fact-checking, que es algo que no hacemos lo suficiente. Espero que el libro anime a la gente a profundizar un poco más y no creerse algo simplemente porque lo ves en internet. Habrá quien piense que es propaganda vegana, pero espero que sea una defensa convincente del veganismo sostenida por la ciencia.
¿Qué le recomendaría a alguien que sea consciente de los problemas que conlleva el consumo de productos animales pero no se vea capaz de hacerse vegano?
Simplifica. El veganismo puede parecer algo abrumador al principio porque estamos cambiando nuestro estilo de vida. Gran parte de ello es psicológico y se trata de decirte a ti mismo: “¿Sabes qué? Lo intentaré poco a poco hasta que se convierta en mi nuevo hábito”. Muchos de los alimentos que nos encantan se pueden hacer veganos: pasta, curry, salteados, nachos, paella… hay alternativas para prácticamente cualquier cosa. Solo tienes que coger las recetas que ya te gustan y modificar un ingrediente o dos. Eso lo hace mucho más fácil, porque el veganismo no se trata de reinventar la rueda. Si cometes un error, está bien, levántate y continúa. Todos cometemos errores en la vida, pero no nos definen y no deberían desanimarnos. Puede que al quinto día cedas a un antojo, está bien, quítate algo de presión, simplifica, y ve día a día. Con el tiempo se vuelve más fácil y se convierte en tu nueva normalidad. Entonces dirás: 'No extraño eso porque acepto a la persona en la que me he convertido'.
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